EFE - SÍDNEY

La Policía australiana reabrió ayer a sus habitantes el pueblo de Marysville, uno de los más dañados por los incendios en el sureño estado de Victoria, que han causado 181 muertos. Marysville, a unos 100 kilómetros al nordeste de Melbourne, llevaba cerrado desde el sábado pasado, primero por las llamas, después por las operaciones de los bomberos y por último por la investigación policial que catalogó el lugar como escena de un crimen porque se sospechaba que el fuego fue provocado.

Los equipos de rescate hallaron 15 cadáveres en Marysville, pero temen que hayan muerto hasta 100 de los 519 habitantes del pueblo. Los residentes llegarán en autocares y no podrán tomar fotografías ni caminar por las calles o entrar en los solares quemados.

Por otro lado, las autoridades pidieron a los periodistas y curiosos que den un poco de espacio a los vecinos de las localidades afectadas, que no merodeen por Whittlesea o Kinglake y que permitan a los habitantes que empiecen a restablecer la normalidad. Los servicios de urgencia también solicitaron que se procure evitar en los posible el tránsito rodado por las carreteras que llegan hasta los pueblos afectados, para facilitar el transporte de ayuda. Los bomberos aprovechaban ayer las temperaturas y vientos moderados en el estado de Victoria para controlar los incendios que aún arden.

Los seis fuegos que preocupan, todos al norte y al este de Melbourne, son los de Kinglake, Yea-Murrindindi, Maroondah-Yarra, Bunyip, Churchill y Beechworth-Murmungee. Los 4.000 bomberos que participan en las operaciones de extinción están dedicados a controlar esos frentes antes de que vuelvan a subir las temperaturas la semana próxima, como pronostican los meteorólogos.