Miguel Colinas cuenta todos los problemas que está atravesando por la adquisición de estos inmuebles. Foto: A. SEPÚLVEDA

J.J./J.J.M.

La estafa en la venta de apartamentos de Eivissa, que afecta a 45 familias de esta isla y de Mallorca, podría superar los ocho millones de euros. Una de las víctimas de las ventas fantasmas, Miguel Colinas, explicó a este periódico cómo se llevaron a cabo las negociaciones que desembocaron en la estafa masiva, hechos por los que la Guardia Civil detuvo al responsable de la inmobiliaria Salinas de Eivissa y a un director de banco. El negocio se inició a finales de 2007, cuando se ofrecieron 99 apartamentos de unos 30 metros cuadrados en un edificio de Cala Vedella. Se aseguraba que su uso era residencial, aunque, al parecer, seguía siendo turístico.

La inmobiliaria que sacó a la venta el proyecto contactó con otras dos de Palma, que también ofrecieron el producto a inversores de Mallorca. Miguel Colinas fue uno de ellos. Compró un piso para su hija y él se ofreció a avalarla. Le explicaron que no era necesario y que además tendría dos años de carencia (es decir, que en esos 24 meses la inmobiliaria le alquilaría el apartamento que acababa de comprar, con lo que tendría ingresos extras).

«Pensé que era un chollo y me ofrecieron otro para mí», contó ayer. El empresario se embarcó en la segunda compra, esta vez para él, y empezó a notar «cosas muy raras». Su hija, que trabaja de camarera en Canarias, ganaba 1.000 euros al mes, pero la nómina llegó inflada al banco, donde constaba que sus ingresos mensuales eran de 5.000 euros. «Tuvo que ser el director de la inmobiliaria de Eivissa el que modificó los números», apunta.

Por cada venta, según los denunciantes, se hacía una reserva de 40.000 euros, pero en realidad se pagaban 45.000 y los perjudicados sostienen que esos 5.000 euros de diferencia eran las comisiones que cobraba el segundo implicado, el director del banco. La reserva por el apartamento de Colinas fue un poco más cara, en total 65.000 euros, que la sucursal le entregó en forma de crédito personal: «No consta por ningún lado que yo comprara el inmueble, sólo que pedí un préstamo». Y encima 45.000 euros de esos 65.000 son desviados de la cuenta del empresario a una de Garman S.L., una sociedad con la que Colinas nunca había contactado directamente.