La cogió en brazos e intentó llevársela porque la mujer con la que iba no era su madre y vio «algo raro en ello». Esta fue la razón que dio ayer M.P.L., el indigente de ses Figueretes que fue detenido el pasado día 19 después de que supuestamente intentara raptar a una niña de 4 años en el paseo marítimo de este barrio de Vila cuando eran algo más de las ocho de la mañana.

«Ella se me acercó y me miró. La niña iba llorando y temblando. Así que pensé que pasaba algo raro», señaló el acusado, quien fue juzgado ayer y quien se enfrenta a una pena de tres años y medio de cárcel después de haber sido imputado en un presunto delito de detención ilegal.

La cuidadora de la pequeña, sin embargo, manifestó en el juicio, que se celebró ante la titular del juzgado de lo Penal número 2 de Eivissa, la magistrada Martina Rodríguez, que todo ocurrió cuando la pequeña fue corriendo tras su perro.

«La vi de pronto en sus brazos y él salió corriendo. Se llamó hija de puta y me dijo que se la iba a llevar porque yo no era su madre. La niña lloraba y gritaba muchísimo. Se le caían los lagrimones. Si no es porque tropezó con una pared y se cayó no lo cogemos», explicó.

La madre de la menor, por su parte, indicó que, según otro vecino, un día antes este mismo individuo había intentado llevarse a otro niño de la playa, algo que evitó un hermano del pequeño. «La niña nunca había hablado con él antes». «Nosotros lo conocíamos del barrio, de verlo con su grupo de amigos», indicó al respecto la cuidadora afectada por este caso.

Al menos uno de los agentes que declararon en la vista oral afirmó que la pequeña le dio un beso a M.P.L. al tiempo que le decía: 'yo también te voy a dar un regalito'. El acusado, sin embargo, aseguró cuando pasó a disposición a judicial que él no hizo promesa alguna a la niña. Ayer, aclaro que únicamente, y cuando ya estaba atrapado, le dijo: «Tranquila, que si te veo te daré un regalo. Vale, dame un besito en la mejilla».

El sospechoso fue apresado después de que un empleado de Cespa que limpiaba la playa prestara un teléfono móvil para llamar a la policía mientras ambos vigilaban al sospechoso. «Nos decía que le daba igual que avisáramos a la policía», destacó la cuidadora. Uno de los agentes señaló al respecto que M.P.L. hizo en una ocasión ademán de irse pero que al recordarle que no tenía escapatoria éste desistió por completo de cualquier tentativa.