EFE / HELSINKI

La segunda matanza escolar ocurrida en menos de un año ha abierto los ojos a la sociedad finlandesa ante una cruda realidad: la violencia es un problema demasiado común en uno de los países bandera del sistema de bienestar.

A raíz de la masacre que protagonizó este martes Matti Saari, un estudiante de hostelería de 22 años que asesinó a diez personas antes de suicidarse, el Gobierno finlandés se está planteando el endurecimiento de la ley de armas de fuego.

El primer ministro, Matti Vanhanen, declaró el día de ayer de luto nacional y anunció que su Gobierno estudiará reformar la legislación para restringir el acceso de los jóvenes a las armas de fuego, y en especial a las pistolas.

«Después de este tipo de sucesos, mi opinión personal es que necesitamos analizar si la gente debería tener un acceso tan libre a las pistolas», declaró a la prensa.

La legislación vigente hace que sea relativamente sencillo comprar pistolas y rifles de caza en Finlandia, siempre que no se tengan antecedentes penales, y permite que incluso los menores de edad puedan solicitar permisos de armas de caza con el aval de sus padres.

Por ello, no es de extrañar que Finlandia sea el tercer país del mundo con mayor índice de armas de fuego por habitante, después de Estados Unidos y Yemen.

Según datos oficiales, en este país nórdico de 5,2 millones de habitantes existen 1,6 millones de armas, de las que aproximadamente el 60 por ciento son escopetas o rifles de caza.

La anterior masacre escolar, en la que un estudiante de 18 años asesinó a ocho personas el pasado 7 de noviembre en el instituto Jokela, al sur de Finlandia, se consideró un acto aislado, por lo que el Gobierno no modificó la legislación.