Carla N., una británica de 22 años, ha sido el último turista cuya conducta imprudente le ha costado la vida en Eivissa. La joven murió en la madrugada de ayer después de que sufriera un resbalón o no midiera bien la distancia cuando intentaba pasar de balcón a balcón en un segundo piso de unos apartamentos de San Antoni en donde se hallaba con un grupo de chicos de su misma nacionalidad, entre ello su novio.

Las emergencias sanitarias trataron durante 50 minutos conseguir la reanimación de la paciente pero la gravedad de sus lesiones hizo imposible recuperarla. Su novio, presa de los nervios, llegó incluso a arrancar un extintor de la pared, con su caja incluida, y arrojarlo desde el balcón hasta la ambulancia cuyo personal sanitario intentaba reanimar a la afectada, según la información recogida por este periódico,

Las primeros indicios recogidos en la investigación de la Guardia Civil apuntan a que la joven, quizás la primera mujer que ha perdido la vida en Sant Antoni en un suceso de estas características, falleció accidentalmente tras precipitarse sola desde un balcón de los apartamentos Casita Blanca y caer a la calle Roma.

El suceso tuvo lugar sobre las tres y media de la madrugada después de que la fallecida supuestamente hubiera estado trasnochando. Al menos dos jóvenes de su misma nacionalidad fueron testigos del accidente, personas a la que los agentes del instituto armado que iniciaron la investigación tomaron declaración para aclarar lo ocurrido y esclarecer también si la víctima pudo ingerir minutos antes alcohol en grandes cantidades o algún tipo de estupefacientes.

Un vecino de la zona alertó al 112 y a la Policía Local después de escuchar gritos, un fuerte golpe y el romper de cristales. La víctima, al parecer, se sentó en una barandilla y desde allí intentó alcanzar la de su habitación.

Los primeros agentes locales que llegaron a la calle Roma se la encontraron inconsciente en el suelo, sangrando por la cabeza y la nariz y con fracturas evidentes en las articulaciones superiores.

El suceso ha tenido lugar pocos días después de que otro joven turista, éste de 20 años, muriera también en Sant Antoni. El chico pereció en la madrugada del sábado tras ingerir cuatro éxtasis.