«Llegó sudando, muy agitado y diciendo que su madre lo había echado de casa y que no lo dejaba entrar». Este el testimonio que hizo ayer ante la responsable del juzgado de lo Penal número 1 de Eivissa el propietario un restaurante de la bahía de Portmany donde un niño de diez años pidió ayuda después de haber recorrido más de un kilómetro después de una pelea con su madre. Tras contactar con su padre, separado de la sospechosa, éste llamó a la Guardia Civil y luego denunció el caso.
La mujer se enfrenta a nueve meses de prisión tras ser acusada de un supuesto delito de abandono temporal de un menor. Ésta negó en el juicio todos estos extremos y afirmó que lo único que le dijo a su hijo es que se fuera con su padre si no estaba a obedecer. «Fue sólo una expresión y al ver que no volvía fui enseguida a buscarlo», aseguró. Se da la circunstancia de que, al parecer, la nueva pareja del padre del pequeño trabaja en el restaurante donde se refugió el menor.
Los hechos enjuiciados ocurrieron en un complejo hotelero de la bahía, dentro del municipio de Sant Josep propiedad de la acusada, y en el que ésta cuenta con su domicilio. Según la madre, el niño cogió una rabieta porque quería llevar un carro a casa de su abuela y ella no se lo permitió. Durante la discusión no propinó ningún bofetón a su hijo y tampoco le hizo la maleta para que se fuera, tal y como se inquirió en el juicio.
La acusada dijo que en un principio no se preocupó de nada porque su hijo salía habitualmente por el complejo hotelero, un sitio que estaba cerrado y amplio donde el pequeño solía ir a jugar además de visitar a la gente que trabajaba en las dependencias turísticas.
Un cocinero de este hotel manifestó al respecto que el niño llamó primero desde su teléfono móvil a su padre y que luego se fue. El padre indicó que en esta conversación le dijo a su hijo que iría a por él en cuanto pudiera y que estuviera tranquilo. «Cundo me llamó de nuevo desde el restaurante, y por los problemas que he tenido con mi ex mujer, avisé a la Guardia Civil y pedí instrucciones. Me dijeron que lo recogiera y que me fuera con él al cuartel de Sant Antoni. Denuncié porque el niño está sufriendo todo tipo de desprecios por vivir con una persona que está desequilibrada», comentó el progenitor.
El fiscal, en su informe final, resaltó que el pequeño, por la situación que había vivido, se había visto conminado a caminar por la bahía en un trayecto de unos dos kilómetros en donde no había arcenes y donde había peligro para él por el abundante tráfico rodado.
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