Una investigación conjunta del Grupo de Prevención de la delincuencia del Cuerpo Nacional de Policía y de la Policía Judicial de la Guardia Civil ha permitido resolver los tres últimos atracos a mano armada cometidos en entidades bancarias de la isla, robos en los que se sumó un botín superior a los 70.000 euros. Tras los asaltos estaba un grupo italiano cuyos integrantes contaban con antecedentes por tráfico de drogas, tenencia ilícita de armas y falsificación de moneda, entre otros delitos. La policía, además, los considera especialistas en atracos a entidades bancarias.

La investigación de la operación «Cerco», por el momento, se ha saldado con la detención de cuatro jóvenes con edades comprendidas entre los 24 y los 32 años. Entre ellos figura el hombre al que se atribuye la organización y planificación de los asaltos cometidos en la isla, M.C., para quien el fiscal pidió ayer prisión sin fianza después de que dicha persona fuera puesto a disposición judicial en compañía de otro de los sospechosos. Tras ello, el juez Juan Carlos Torres, esta última semana de guardia, dictó el secreto de las actuaciones. El otro acusado quedó libre. Los tres robos que se le imputan a los sospechosos tuvieron lugar entre el 19 de junio y el 1 de julio. La sucursal de la Banca March en Sant Antoni fue el primer objetivo. Los ladrones se apoderaron de 44.500 euros. Cinco días después se produjo el atraco a la oficina de Sa Nostra en Jesús (4.607 euros). El asalto más , espectacular, sin embargo, acaeció el pasado 1 de julio por el lugar y la hora elegida: la central de la Banca March en Bartomeu Rosselló (20.080 euros), en pleno centro de Vila y a mediodía.

La Dirección Insular, a través de una nota de prensa, informó ayer de que los agentes habían logrado aprehender importante material probatorio entre el que destacaban documentación falsificada, pistolas simuladas y prendas usadas en los robos. Además, en los registros domiciliarios se decomisó droga.

Las pesquisas de ambos cuerpos también valieron para colegir que en los tres casos se había empleado el mismo modus operandi. Los ladrones vigilaban el banco y veían dónde estaba la caja más importante. Tras el estudio, uno de ellos, ataviado con gorra y gafas y armado con una pistola, irrumpía en la ofician y amenazaba a los empleados. Un cómplice le esperaba en el exterior en una motocicleta. Ambos huían a un punto convenido donde otro miembro de la banda, en un coche, les recogía antes de que éstos abandonaran la moto.