Jaime R.R. y Antonio T.T., los dos ibicencos apresados por Aduanas al sur de es Vedrà con algo más de dos toneladas de hachís, ingresaron ayer tarde en prisión sin derecho a fianza por orden del juez José Espinosa. Ambos llegaron al juzgado a primera hora de la mañana pero no fue hasta las seis de la tarde cuando se dictó el mandato de encarcelamiento. A su salida de los juzgados y cuando la Guardia Civil les trasladaba a la cárcel de Eivissa, taparon su rostro con sus respectivas chaquetas.
Los dos presuntos 'narcos' manifestaron durante su comparecencia que habían aceptado transportar la droga hasta la isla, procedente de un barco nodriza, a cambio de 10.000 euros pero aseguraron que su parte del trabajo acababa aquí. Incluso, explicaron que se dieron por perdidos al entrar en aguas de las Pitiüses al verse perseguidos por las patrulleras.
Se limitaron a señalar que dicho «negocio» se gestó en un bar, al parecer de Sant Antoni, tomando café con una persona de nacionalidad española que acababan de conocer y que supuestamente se encargaría directamente de recibir el cargamento. Según este mismo relato, a partir de aquí recibieron una serie de llamadas telefónicas dándoles instrucciones.
El mal tiempo abortó en varias ocasiones la entrega de la droga. Jaime R.R. y Antonio T.T., pese a las sospechas policiales, afirmaron que era la primera vez que se implicaban en un asunto de tráfico de drogas e indicaron que su sorpresa fue mayúscula cuando se abarloaron a la embarcación nodriza y comenzaron a «caerles fardos de hachís encima» en un número superior al que esperaban.
En su lancha, «Ludemar», los agentes de Aduanas se incautaron de un total de 30 fardos de un peso cada uno de ellos próximo a los 30 kilos. Se desconoce si durante la persecución con el Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA) arrojaron algún fardo por la borda.
Antonio T.T. y Jaime R.R. se hicieron a la mar recibiendo comunicaciones e instrucciones con coordenadas que debían seguir hasta que encontraron al barco nodriza, una embarcación tripulada enteramente por magrebíes cuyo capitán les exigió en el transcurso de la desestiba una contraseña que habían pactado y que los sospechosos, ayer, sorprendentemente dijeron no recordar. Una vez concluida la operación, recibieron nuevas llamadas que les guiaban hacia la isla, sitio donde se cree se iba a hacer la descarga como posible punto intermedio hasta que la red decidiera el destino final de la mayor parte del hachís.
Los dos acusados confesaron que las comunicaciones con el hombre que les daba las instrucciones finales se cortaron cuando ellos mismos se percataron de que eran el objetivo de otros barcos -las patrulleras de Aduanas- que les interceptaron a once millas al sur de es Vedrà, al poco de entrar en las aguas jurisdiccionales españolas.
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