La joven madrileña Natalia Cibrián mostró en el hospital su sorpresa y queja por lo ocurrido en su rescate.

«Considerando la información inicial del lugar del accidente (zona costera abrupta y de acantilados), la forma de acceso al lugar por el alertante y la víctima mediante escalada y los primeros datos facilitados sobre la situación de la accidentada (posible daños en la espalda e imposibilidad de mantenerse erguida) se hacía difícil el rescate por tierra, por lo que los propios afectados consideraban que el rescate debía realizarse por vía marítima».

Así explica el director general de Emergencias del Govern, Joan Pol Pujol, por qué se decidió optar como primera opción intentar rescatar por mar a la joven excursionista madrileña que, malherida, tuvo que esperar el pasado 25 de noviembre cerca de trece horas en sa Pedrera para que fuera posible su evacuación en helicóptero. En este escrito, enviado a la chica que resultó herida después de que ella misma pidiera una explicación por la tardanza en su rescate, se enumeran hasta ocho circunstancias que confluyeron. Entre éstas no sólo se atribuyen los problemas que había para llevar el rescate por mar -por las difíciles condiciones meteorológicas- sino los que surgieron posteriormente cuando se decidió hacer el rescate por aire. Ello no fue posible hasta pasadas trece horas, no sólo por el fuerte viento sino también por la imposibilidad de contar con un aparato que, en dichas condiciones y de noche, pudiera operar con garantías, según precisa el informe. Además, se señala que no se demandaron calmantes hasta las doce de la noche -cinco horas después del accidente- y que estos no pudieron ser facilitados a la víctima hasta pasados 90 minutos.