La responsable del juzgado de lo penal número 2 de Eivissa, Martina Rodríguez, vio ayer tres casos de maltrato en los que el alcohol y los problemas con la bebida o las drogas aparecían en mayor o menor medida. Dos de las causas fueron calificadas por el fiscal de presuntas coacciones leves al no haber agresión directa, hecho que sí estuvo presente, al parecer, en el tercer caso.

El primer asunto que vio la juez Rodríguez se refirió a un hombre que presuntamente en estado de gran agitación visitó dos veces el domicilio de su ex pareja después de haber ingerido estupefacientes y alcohol. El sospechoso, que se enfrenta a una condena de 30 días de trabajo para la comunidad, está acusado de ocasionar daños en el mobiliario de la vivienda de su ex pareja en un primer incidente ocurrido en diciembre del año pasado.

Días después, la víctima, una mujer de nacionalidad rusa, tuvo que refugiarse en la casa del hermano del que había sido su ex compañero después de que recibiera una llamada advirtiéndole de que su ex pareja se dirigía hacia su domicilio. El sospechoso esta acusado de rompe un cristal y de cortarle la luz a la afectada después de que ésta se hubiera marchado. Durante el juicio, la acusación particular explicó que pedía la pena mínima porque la mujer lo único que quería es que se le mantuviera la orden de protección. El hermano del sospechoso señaló que éste se volvía muy violento cuando bebía.

Asimismo, ayer tuvo que sentarse en el banquillo un camarero de Sant Antoni que se enfrenta a diez meses de prisión después de que su esposa, que en el juicio prefirió no declarar, denunciara que había sido víctima de un puñetazo en el rostro y una patada en la pierna después de que en el domicilio conyugal tuviera lugar una pelea por celos el pasado 31 de enero. Según el acusado, éste se «limitó a agarrar a su pareja y tirarla contra el sofá para que dejara de romper cosas». Dicha persona relató que su mujer sufrió una crisis tras reprocharle que, supuestamente, le estuviera siendo infiel y que, en ese arrebato, provocó daños en la casa. «La agarré cuando rompió mi ordenador portátil», señaló. Éste también señaló que ambos habían bebido durante la comida y que cuando regresó a su casa faltaba una botella de vino que, supuestamente, se había bebido su esposa. A su llegada, los guardias civiles que intervinieron hallaron a las dos hijas de la pareja esperándoles en el portal con una vecina.

Aliento
Ambos guardias manifestaron que la víctima les contó que había recibido un puñetazo y que por eso presentaba un golpe en la cara. Uno de los agentes, además, a preguntas de la defensa, precisó que a la denunciante le olía el aliento a alcohol.

El tercer hombre que tuvo que comparecer, en la actualidad preso después de haber sido condenado un mes antes por otros episodio de violencia doméstica, se juega ocho meses de prisión después de que supuestamente llamara a su compañera insistentemente para saber si estaba con otro hombre o fuera de casa. En una de estas llamadas pidió a la mujer que tirara de la cadena de la cisterna del cuarto de baño que él supiera que realmente ésta estaba en la vivienda. «La verdad es que me pilló en el bar porque no tenemos dinero para comer y yo me lo estoy gastando en bebida. Me dio por llamar a la policía sin pensar».