El puesto de la Guardia Civil del puesto de Santa Eulària está investigando ambos casos.

La Guardia Civil se incautó ayer en Santa Eulària de tres escopetas después de que se tuviera conocimiento de que dichas armas podían proceder de un domicilio de Sant Carles cuyo propietario las había echado en falta. La intervención policial se realizó al mediodía después de que unidades del puesto de Santa Eulària se desplazaran a un bar de la urbanización Siesta que, al parecer, guardaba relación con la persona que presuntamente tenía en su poder las escopetas por circunstancias que estaba investigando el instituto armado.

Se da la coincidencia de que, horas antes, el dueño de un establecimiento cercano al anterior había denunciado haber sido víctima de un robo con violencia durante la madrugada cuando, según su testimonio, alguien le dejó inconsciente para apoderarse de la recaudación del bar. Según la información recogida por este periódico, pese a la cercanía de los dos locales afectados, los sucesos en sí no parecen tener relación.

La Guardia Civil ya ha descartado, en principio, una conexión entre ambos casos pese a que no existe buena relación entre los responsables de los establecimientos afectados.El denunciante del robo manifestó que, durante las primeras horas de la madrugada, había sido sorprendido por una persona que lo había atacado por detrás y que le había golpeado con un objeto contundente en la cabeza, acción que le hizo perder el sentido. Cuando se despertó, se dio cuenta de que le habían sustraído la recaudación de su establecimiento, una cantidad cuyo importe no ha trascendido. Este caso está sujeto ahora a las investigaciones que ha abierto la Guardia Civil paralela e independientemente a las que se llevan por el caso de las escopetas. La operación en el otro bar tuvo lugar sobre la una de la tarde. Según un testigo presencial, dos coches del instituto armado se presentaron en este establecimiento para hacerse cargo de las armas. Algunas fuentes señalaron la posibilidad de que la persona que tenía las escopetas conocía al propietario de éstas y que ella misma, o una persona próxima a su entorno, fue la que decidió comunicar su presencia para acabar con cualquier peligro.