Seis mil euros. Esta fue la cantidad de Juan José L.S., ebolero español que fue sorprendido por la Guardia Civil en el aeropuerto de Eivissa el pasado 13 de junio con casi kilo y medio de cocaína, pactó cobrar por correr el riesgo de transportar en su organismo dicha cantidad de droga desde Argentina a Balears después de haber viajado también a Tailandia. El sospechoso, sin embargo, creyó que había ingerido dos kilos.
Juan José L.S., de 30 años, llegó en estado muy deteriorado a Eivissa después de haber llevado durante 24 horas entre sus intestinos los cerca de 120 envoltorios que formaban el alijo. La mayor parte de ellos fueron ingeridos, pero, al parecer, el resto lo introdujo él directamente por el conducto rectal. Todos los indicios apuntan a que Eivissa era su último destino, lugar donde se cree debía esperar una llamada o nuevas instrucciones para poder contactar con el destinatario final de la droga. Los correos suelen guardar un silencio extremo sobre este particular porque saben que le va la vida en ello con cualquier información que de pistas a la policía, pero también saben que cualquier fisura en los envoltorio que acarrean puede matarles de inmediato, un deceso que se conoce como «muerte blanca».
El contacto nunca se produjo porque los agentes de la Guardia Civil del aeropuerto pudieron desenmascararle nada más llegar de un vuelo de Madrid. Las sospechas se confirmaron cuando al acusado se le hallaron cerca de 600 gramos que había expulsado y entre sus enseres se hallaron protectores estomacales y laxantes. Una radiografía en el hospital de Can Misses puso al descubierto que en el colon aún albergaba unas 70 bolas.
Este ha sido el primer caso de bolero -nombre como se conoce a este tipo de correos - que ha sido descubierto en Eivissa. Un segundo caso tuvo lugar en septiembre de 2003 pero el traficante no fue detectado sino que, aconsejado por su novia tras sentirse indispuesto poco después de llegar a Eivissa, decidió acudir al hospital y entregarse. Dicha persona, un colombiano, llevaba en su estómago 18 preservativos que contenían 163 gramos. Meses después, el juzgado resolvió su causa con una condena de dos años de prisión después de que se tuvieran en cuenta distintos atenuantes, como la confesión espontánea.
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