La víctima pagó cara la inocentada de mirar y decirle algo a una chica que como él se hallaba en la antigua discoteca Kiss de Platja d'en Bossa en la madrugada del 28 de diciembre de 2003. Acabó en un quirófano del hospital durante más de tres horas y precisó cerca 50 puntos de sutura en la cara y la cabeza.

Según su relato, primero fue cortado salvajemente con una botella rota. Al salir de la discoteca, cuando buscaba saber quién le había atacado, recibió otros dos golpes con un objeto contundente -probablemente una porra- y terminó recibiendo tres puñetazos en el rostro cuando se desangraba dentro de la furgoneta en la que intentaba huir.

«Le dije a mi amigo que me sacara de aquí porque me iban a matar», relató ayer el joven que resultó herido en esta reyerta ante la responsable del juzgado de lo Penal número 1 de Eivissa, Clara Ramírez de Arellano.

Cuatro personas tuvieron que sentarse en el banquillo por estos hechos, entre ellos un policía local y un portero de la sala que reconoció haber trabajado también como vigilante de seguridad. La acusación particular pide penas para cada uno de ellos de cinco años de prisión. El fiscal, tres. Todos ellos negaron haber actuado violentamente contra el afectado y aseguraron que fue éste quien se abalanzó sobre ellos diciendo que «nos tenía que matar».