La Guardia Civil ha reducido aún más el número de agentes que,
según los propios criterios del instituto armado, deben garantizar
la seguridad del aeropuerto de Eivissa.Tan sólo dos agentes están
cubriendo ahora el servicio de noche, una cifra que nos sólo
imposibilita mantener con completas garantías los mínimos
controles, como ya ocurría tras un anterior recorte diurno, sino
que también deja a la guardia casi sin capacidad de reacción en
caso de que sea necesario activar el Plan de Emergencias o que haya
que abrir con urgencia el aeropuerto. Esta circunstancia puede
producirse con que tan sólo se requiera en Formentera el
helicóptero del IB-Salut.
Lo más grave, sin embargo, es que el nuevo recorte puede dejar
completamente desguarnecido, como sucede, de hecho, según varias
fuentes, la zona de máximo acceso restringido del aeropuerto: la
que lleva a las pistas. El turno de noche, que se inicia sobre las
once, cuando todavía están llegando y saliendo vuelos nacionales,
debe ocuparse en invierno de siete misiones que, en algunos casos,
se solapan. Así, las necesidades del servicio pueden llevar a que
queden vacías la Aduana, que precisa un control de 24 horas, y el
denominado «Puesto R», el último control antes de entrar en pistas
y para cuyo acceso se exige una autorización que va avalada por un
seguro de más de 10.000 millones de la antiguas pesetas.
Esta última zona queda desguarnecida sobre todo entre las once
de la noche y las dos de la madrugada, si el agente asignado a este
control es destacado en la Aduana para controlar la llegada de los
viajeros y sus equipajes. Todo ello porque el otro guardia, como
jefe de turno, queda para cubrir los arcos, el servicio de bodegas
y pistas, así como el llamado «Filtro H», destinado a supervisar al
personal aeroportuario.
Durante esas horas, el único control a las pistas es el puesto
exterior (Puesto E), cercano a la carretera de Sant Jordi, y que
guarda la entrada al bloque técnico, y que, a su vez, está atendido
por un vigilante de seguridad privada. Este punto, sin embargo, se
deja desatendido a las dos porque el vigilante pasa al puesto de La
Ponderosa. Todo ello coincidiendo con el cierre del aeropuerto,
momento en que el guardia civil asignado a la caseta de la zona de
máxima seguridad debe volver a su puesto. Entre esas horas,
cualquiera que se halle dentro del recinto puede entrar en las
pistas si tiene la «fortuna» de que el agente de la Benemérita haya
sido requerido a la terminal, como permite una de las últimas
circulares internas de la Guardia Civil y que se limita a pedir al
vigilante de la caseta exterior que «extreme el control de
vehículos».
Todas las fuentes consultadas por ese periódico, tanto de la
Guardia Civil como de los servicios de seguridad del aeropuerto,
señalaron que existía un «gran malestar» entre los guardias y los
vigilantes por la «indefensión» con que se hallan para realizar su
trabajo. Las principales críticas parten del instituto armado al
entenderse que los mandos están distribuyendo mal las fuerzas al
establecer vigilancia permanente en los puertos cuando no llegan
barcos.
La misma Guardia Civil ha dejado al criterio del agente asignado
al servicio de jefe de turno en el aeropuerto (el de mayor
graduación o, en su defecto, con más antigüedad en el instituto
armado) que disponga o no del compañero que cubre la entrada a la
zona de máxima seguridad. Ello generalmente está ocurriendo porque
se requiere a este guardia por las noches para vigilar lo que
sucede en los denominados «vuelos calientes».
Así se conoce a los últimos vuelos que, en el caso de Eivissa,
llegan a la isla y que, según la experiencia policial, son
utilizados por los «correos» y otra clase de delincuencia
conocedora de que a esas horas se supone existe una menor
vigilancia.
Eivissa tiene en la actualidad cinco «vuelos calientes». Tres
procedentes de Madrid, uno de Barcelona y otro de Valencia. Todos
ellos coinciden en su franja horaria (entre las once de la noche y
la una y media de la madrugada) con los que salen con destino a
Madrid, Barcelona y Palma.
El jefe de servicio también tiene la opción de encargarse él
mismo de esta tarea y de dejar a su compañero en el «Puesto R».
Esto, sin embargo, dejaría, a su vez, sin supervisión lo que ocurra
en los arcos (cargando toda la responsabilidad en los vigilantes
privados) y lo que suceda en el «FiltroH» y las bodegas.
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