Cruz Roja trasladó a tierra al hombre, donde el 061 no pudo hacer nada por salvarle la vida. Fotos: KIKE TABERNER

Un canadiense de 51 años residente en la isla, M.F.S, casado con una ibicenca, falleció ayer ahogado mientras nadaba en las embravecidas aguas de la denominada playa de Los Molinos, en el barrio de ses Figueretes. La bandera roja ondeó ayer en casi todas las playas de la isla, incluida la de ses Figueretes, por lo que los socorristas de la Cruz Roja tuvieron que rescatar del mar a varios bañistas en los municipios de Eivissa, Sant Josep y Santa Eulària, donde las olas alcanzaron los tres metros en Cala Nova y Cala Lleña. Para intentar rescatar al bañista que finalmente falleció en la zona de Los Molinos acudieron dos socorristas de Platja d'en Bossa pertenecientes a la Cruz Roja, Salvamento Marítimo y agentes de la Policía Local de Eivissa. La zódiac de la Cruz Roja sacó del mar al hombre y lo llevó a la orilla, donde el 061 intentó reanimarlo sin éxito. El 061 tuvo que atender por una crisis de ansiedad a un familiar del fallecido. A consecuencia de este rescate, dos agentes de la Policía Local de Eivissa resultaron heridos leves y tuvieron que acudir al hospital de Can Misses. Tres policías se lanzaron al agua para socorrer a los bañistas en apuros y la fuerza del oleaje les golpeó a dos de ellos contra las rocas de la zona de Los Molinos. Los dos agentes heridos, entre ellos el jefe de servicio, fueron atendidos por golpes y arañazos en la zona de urgencias del centro médico de Can Misses y no requirieron hospitalización. El inspector jefe de la Policía Local de Eivissa, Manuel Ayala, protestó ayer por el hecho de que los agentes tuvieran que ir al hospital por sus propios medios porque la ambulancia del 061 requerida tardó una hora y tres cuartos en llegar. Los socorristas de Cruz Roja alertaron a los bañistas que extremaran la precaución en las playas de la isla en las que la fuerza del mar era más brava. El coordinador de playas de Cruz Roja, Lucas del Bon, dijo ayer que en algunas playas del oeste de la isla las olas llegaron a superar los tres metros de altura. Pese a las recomendaciones, fueron varias las imprudencias cometidas por bañistas que obligaron a trabajar a los profesionales.