Cristopher S., de 39 años, se hallaba en estado crítico cuando el
juzgado de Instrucción número 1 de Eivissa recibió el pasado
viernes una denuncia en la que se pide que investigue hasta las
últimas consecuencias si dos médicos de una clínica privada del
municipio de Sant Josep pudieron cometer una presunta negligencia
profesional en la atención y retraso en el traslado de este
paciente que ayer finalmente falleció. La acusación particular,
antes de confirmarse el fallecimiento, tenía previsto solicitar que
se practicara la autopsia al cadáver si el óbito se producía. La
víctima, con un historial clínico que desde hacía ocho años hacía
referencia a lesiones arteriales en el cerebro, fue encontrado por
unos amigos desvanecido en el cuarto de baño de un hotel de la
bahía después de que él mismo dijera sentirse indispuesto cuando,
sobre las tres de la tarde, se bañaba en la piscina. Cristopher S.,
quien había contraído matrimonio el pasado mes de septiembre, fue
evacuado en una ambulancia un centro médico de la bahía. Según sus
amigos, desde el primer momento se dijo al personal clínico que no
habían bebido y se alertó de la dolencia cerebral que había
padecido el turista.
El paciente, que padecía convulsiones -según la denuncia- fue
instalado en una habitación tras ser atendido de las heridas que
presentaba por la caída. Luego empezaron los vómitos. Los
compañeros de Cristopher S. relatan que en el centro, pese a la
preocupación de éstos, se les explicó que ello debía deberse a una
reacción por una inyección que le habían puesto, limitándose a
proveerle de una papelera para que no se manchara. Los turistas
aseguran que la clínica puso entonces a su disposición una
ambulancia para que fueran al hotel a fin de cubrir una factura de
415 euros que, al parecer, fue abonada con una VISA. Cristopher S.,
tras ser cambiado de nuevo a otra habitación y tras un nuevo tiempo
de espera en esta dependencia con más cuidados médicos, fue
trasladado de vuelta a su hotel. Para entonces los vómitos no se
habían interrumpido. La alarma saltó definitivamente cuando sobre
las seis de la madrugada el paciente comenzó a expulsar sangre. Los
denunciantes afirman que contactaron por teléfono con uno de los
médicos de la clínica y éste justificó todo a un problema
estomacal, posiblemente a una úlcera.
Cristopher S., quien había sufrido nuevos desvacenimientos, fue
recogido de nuevo por una ambulancia. Cuando presumiblemente se le
llevaba a la clínica, nuevos vómitos de sangre, motivaron esta vez
que se optara por evacuarle a Can Misses. En este hospital se le
descubrió un derrame cerebral y se ordenó su traslado urgente a la
Policlínica. Los neurocirujanos de este último hospital operaron ya
desesperadamente al paciente de la grave midriosis que
presumiblemente tenía. Las últimas horas de ayer desembocaron en
una agonía que sólo permitía confiar en un milagro. La acusación
particular considera que todo se hubiera podido evitar si el
paciente, por una dolencia de la que se informó, hubiera sido
atendido y evacuado directamente al hospital sin más
preámbulos.
Por su parte, la clínica denunciada expresó ayer su deseo de que
todo se aclarase «para determinar responsabilidades» puesto que,
asegura, «si ha habido negligencia» no ha sido la suya. También
explicaron que, en contra de lo que dijeron los amigos del
fallecido, la víctima sí iba bebida, aunque, a pesar de ello, fue
atendida. Un portavoz señaló ayer que, efectivamente, habían sido
alertados de la intervención en el cerebro, aunque no les
comunicaron el alcance de las lesiones sufridas. En todo caso, se
le suministró una inyección de cortisona para evitar una
inflamación que pudiera reactivar esas antiguas dolencias y, tras
eso, fue devuelto al hotel bajo una supervisión médica de 48 horas.
También incidieron en que el vómito de sangre no hacía presagiar un
problema neurológico y que por eso le llevaron a Can Misses.
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