Más de diez años han pasado ya desde que la discoteca «Ku» cerró
traumáticamente sus puertas. El caso, sin embargo, sigue aún en la
memoria del grupo de acreedores que en su día decidió emprender
acciones legales al sentirse perjudicado económicamente tras
echarse el candado a sus puertas. Después de muchas vueltas
judiciales y de que el inmueble de la mítica discoteca de Sant
Rafel fuera remodelado para reconvertirse, con nuevos empresarios,
años después en lo que ahora es «Privilege», la denuncia
interpuesta por los afectados tiene ya una fecha para que la
Justicia tome una decisión por lo ocurrido.
La Audiencia Provincial, que la próxima semana se desplaza a
Eivissa, ha señalado para el próximo lunes por la tarde la
acusación por presunta quiebra fraudulenta que pesa contra J.I.S. y
J.L.A.. Ambos fueron los dos socios principales de un negocio del
que supuestamente también tuvo parte importante José Antonio
Santamaría, ex jugador de la Real Sociedad y empresario de
hostelería que fue asesinado por la banda terrorista ETA el 19 de
enero de 1993 mientras cenaba en una sociedad gastronómica de San
Sebastián.
Los dos empresarios que deben comparecer ante la Audiencia
Provincial se sentarán en el banquillo después de que durante el
proceso se les pidieran, al parecer, penas superiores a los cinco
años de prisión. Ésta es una de las razones por las que la causa
tiene que ser vista ante la Audiencia, tribunal que debe decidir
sobre causas en las que se reclaman condenas superiores a los
cincos años y de acuerdo con la catalogación de los delitos que
deben ser objeto de su juicio. El año en que murió Santa María,
«Ku» ya era historia. El cierre de la discoteca a principios de los
años 90 terminó en los juzgados después de años en que el nombre de
la discoteca fue un emblema de la isla que se paseó por todo el
mundo después de que en sus paredes se reunieran famosos
internacionales de todos los ámbitos.
El caso, extremadamente complejos por las numerosos sociedades
que participaban del nombre genérico de «Ku», terminó recibiendo
carpetazo después de que, en primera instancia, el juez no hallara
indicios para considerar que hubiera irregularidades dentro de la
contabilidad que se examinó y de la que pudiera inducirse alguna
responsabilidad delictiva de los ahora acusados. La acusación
particular no estuvo de acuerdo y recurrió a la Audiencia, que
reabrió el caso.
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