La fragilidad de las construcciones provocó que numerosos edificios quedaran completamente destruidos.
Un violento terremoto que sorprendió a la población mientras dormía causó ayer de madrugada cerca de 300 muertos y unos 150 de heridos en la provincia marroquí de Alhucemas, en el noreste del país, aunque no se descarta que el número de víctimas aumente sensiblemente en las próximas horas conforme avanzan las labores de rescate. De hecho, algunas autoridades locales de las zonas afectadas han expresado su temor de que el número final de víctimas mortales del seísmo alcance las 300. El temblor, de 6,3 grados, tuvo su epicentro a unos 15 kilómetros al suroeste de Alhucemas y se llegó a sentir en zonas de Murcia y Alicante. La mayoría de las víctimas perecieron en diferentes poblaciones rurales situadas en las proximidades de la ciudad rifeña de Alhucemas, principalmente en Imzuren y Ait Kamara, a unos 10 kilómetros de la capital provincial. Las dificultades de acceso por carretera a algunas de estas poblaciones retrasaron la llegada a las zonas afectadas de los equipos de rescate. La falta de medios humanos y materiales para proceder a las labores de rescate y a la búsqueda de los supervivientes que podrían hallarse todavía bajo los escombros de las viviendas derrumbadas ha quedado reflejada en las primeras imágenes del siniestro transmitidas por la televisión marroquí. Tanto el alcalde de Alhucemas, Mohamed Budra, como el de Imzuren, Hasán Hamiduch, lamentaron la falta de medios materiales para proceder a las labores de rescate, como grúas, excavadoras o equipos especializados con perros adiestrados, y de medios sanitarios para atender a los heridos.
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