JAVIER JIMÉNEZ-PEP MATAS
La finca de Es Barranc, en el kilómetro 4 de la carretera vieja de Sineu, entre s'Hostalot y Puntiró, escondía el cuerpo inerte de la mujer más buscada en Mallorca en los últimos años: María Isabel Ferrer Segura. La mujer maltratada, que desapareció el viernes, coincidiendo con la fuga de su novio marroquí a su país, apareció con la cabeza destrozada a golpes de piedra, en un camino rural.

A las 12.10 horas, aproximadamente, dos motoristas del Cuerpo Nacional de Policía repararon en que la verja de acceso a la finca, cerca de los invernaderos de Son Ferriol, estaba sólo cerrada por fuera, pero sin el candado. Abrieron y se adentraron en la propiedad, para inspeccionar los alrededores. Pasada una gran posesión asciende por la montaña un camino estrecho, de unos dos metros de ancho, y de improviso, en mitad del trayecto, los motoristas repararon en un cuerpo tendido junto a unas piedras de gran tamaño. Todo hacía presagiar que se trataba de María Isabel y los agentes, sin acercarse demasiado al cuerpo, para no destruir pruebas, comunicaron por radio el hallazgo: «Ha aparecido». Esa tranquila finca de las afueras de Palma, deshabitada en esos momentos, se convirtió en los minutos sucesivos en un hervidero de motos, coches patrulla y sirenas. Las esperanzas de hallar a María Isabel con vida eran muy escasas, pero al mediodía se esfumaron de un plumazo, con toda su crudeza. El Grupo de Homicidios se hizo cargo de la investigación y los policías precintaron el terreno colindante con el cadáver. A los numerosos periodistas y fotógrafos que llegaron a la finca de Es Barranc se les mantuvo a distancia, ante las verjas de la propiedad, y a las 13.40 horas llegó un taxi en el que viajaba el juez Castro, titular del juzgado de instrucción número 3, la fiscal y un ayudante. Permanecieron en aquel paraje casi una hora, inspeccionando el cadáver y los alrededores, y sobre las 14.25 horas compareció un hermano de la fallecida, acompañado por un amigo. En su rostro se reflejaba la angustia del momento: todavía no le habían confirmado que el cadáver se correspondía con el de María Isabel, pero había pocas dudas de que así era. El joven abandonó Es Barranc muy afectado, tapado por un abrigo y en el interior de un coche.