José María Etxaniz, propietario de la discoteca Privilege, y su
amigo Enrique Romero, un conocido médico nutriólogo de San
Sebastián, consiguieron salvar la vida ayer porque tuvieron los
suficientes reflejos para enfrentarse a sus dos agresores. La
Guardia Civil está buscando a estas dos personas, de quien no se
sabe qué es exactamente lo que pretendían, aunque a juzgar de las
pruebas que dejaron tras su huida puede pensarse en un intento de
secuestro. Etxaniz y Romero resultaron heridos por arma blanca,
pero no se teme por su vida. Etxaniz precisó 24 puntos de sutura en
el brazo izquierdo y cuatro más en el tórax y no necesitó
hospitalización. Romero, en cambio, permanece ingresado en el
hospital de Can Misses a consecuencia de todos los cortes que
recibió en la cabeza, la barbilla y un ojo. La herida más grave que
sufrió Romero es la que recibió en la espalda, que le tocó el
pulmón. La perforación, realizada con un cuchillo, le introdujo
aire entre el pulmón y la pleura.
Eran cerca de las 6 horas de la madrugada del sábado al domingo.
Los dos agresores, ambos encapuchados, esperaban a Etxaniz
escondidos en el jardín de su casa. Saltaron la valla del domicilio
del empresario con la ayuda de un caballete que instalaron contra
la pared de la parte trasera de la casa.
Al parecer, esperaban agazapados esperando a que Etxaniz entrara
por la puerta principal y desconectara la alarma. La sorpresa se
produjo cuando el empresario y el médico entraron por la parte de
atrás de la casa. Etxaniz y Romero se encontraron a pocos metros de
los encapuchados, que se lanzaron a por ellos armados con
cuchillos.
Uno de ellos intentó apuñalar al dueño de la discoteca, que
interpuso su brazo izquierdo con el fin de proteger partes vitales.
La herida, muy profunda, le desgarró parte del músculo del brazo y
comenzó a sangrar abundantemente. Con la mano derecha, Etxaniz
agarró un gran tiesto de cerámica y golpeó con él en la cabeza a su
agresor, que se desplomó en el suelo y quedó desmayado durante unos
segundos y después se levantó.
Mientras tanto, Romero se enfrentaba con el otro encapuchado,
que le apuñaló en la espalda y le produjo la herida en el pulmón.
Tras la pelea, que apenas duró unos segundos, Etxaniz y Romero,
chorreando sangre y con la ropa desgarrada por las cuchilladas,
corrieron hacia la entrada principal de la casa y, sin tiempo para
abrir las puertas, consiguieron saltar el muro y pedir auxilio.
Mientras, los dos agresores huían casi por el mismo lugar en el que
habían instalado el caballete que les permitió saltar la valla, es
decir, por la parte trasera de la casa. Los encapuchados, que
vieron que sus dos víctimas ya habían conseguido escapar y pedían
ayuda a gritos, no tuvieron tiempo de recoger todas sus cosas.
Dentro de la casa se quedó una pistola que dispara balines de
plástico, pero con la apariencia de ser un arma de fuego. También
dejaron una mochila en la que se encontraron cuerdas y cinta
plástica de embalar, por lo que se sospecha que la intención de los
dos encapuchados era la de atar al empresario, ya sea para
secuestrarlo o para robarle. Ayer, Etxaniz explicó que desconoce
los motivos de la agresión, aunque sospecha que pudo ser un intento
de robo o de secuestro. «Estaban esperando que llegara solo a casa,
porque, probablemente, me vieron salir solo y, además, parece ser
que esperaban que entrara por la puerta principal», dijo el
empresario. Tal vez, añadió, los encapuchados pensaban esperar a
que desconectara la alarma y, una vez acostado, entrar a
buscarle.
José María Etxaniz criticó ayer el hecho de que para «algunas
autoridades de Eivissa parece que el problema de la isla es el
horario de cierre de las discotecas, cuando la isla se está
llenando de delincuentes y está llena de carencias de todo tipo».
Etxaniz, agotado después del ataque, dijo que las Fuerzas de
Seguridad de Eivissa «necesita trabajar con sistemas mucho más
sofisticados para que puedan hacer bien su trabajo». La semana
pasada, dos turistas que tenían alquilada un casa de campo en Sant
Josep se encontraron con un panorama parecido cuando llegaron a su
domicilio. Unos ladrones les esperaban escondidos y, cuando
entraron, les golpearon y robaron.
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