El acusado, un vecino de Port des Torrent que ha sido condenado a
una de pena de tres años de cárcel, fue sorprendido por la Guardia
Civil en las inmediaciones de un afterhours de Platja d'en Bossa
con una bolsita que contenía 16 comprimidos de éxtasis y tres
gramos de ketamina. El tribunal le impone la citada pena tras
examinar su caso y centrarse en cómo supuestamente realizó un acto
prohibido contra la salud pública con el éxtasis que se le requisó.
De la ketamina, ni siquiera se hace mención en la sentencia.
En todo caso, la presencia de ketamina, en un proceso de tráfico de
drogas, puede valorarse como un 'añadido' si existen otras drogas
requisadas y si así lo consideran el fiscal y el tribunal al que
atañe la causa, según explicaron las distintas fuentes consultadas
por este periódico.
Ello se debe a que la ketamina, también conocida como Special K,
no figura aún en las listas de la Organización de las Naciones
Unidas -y así tampoco en las del Plan Nacional Sobre las Drogas- en
las que se basa nuestro Código Penal para presentar acusación por
la comisión de un presunto delito contra la salud pública. Apenas
tiene relevancia si a un sospechoso se le detiene con una pequeña
cantidad.
Si, por el contrario, se interviene por separado una importante
cantidad de esta droga, las autoridades judiciales podrían llegar a
iniciar un proceso como cualquier otro caso en donde se decomisara
un 'alijo' de medicamentos susceptible de un uso distinto al de una
prescripción facultativa. Este último extremo nunca ha ocurrido en
Eivissa, añadieron las mismas fuentes.
El joven al que se ha condenado en este caso, un varón de 25
años natural de Valladolid, declaró en su juicio (celebrado el
pasado 19 de mayo en la penúltima visita de la Audiencia a la isla)
que la droga la había encontrado en la playa después de ver cómo
una máquina limpiadora la sacaba de la arena.
La Audiencia, sin embargo, no da crédito a esta versión y da
total validez al testimonio de los guardias que sorprendieron al
sospechoso. Uno de ellos, en concreto, relató que vio cómo «el
acusado salía de la zona de baile del referido bar y se dirigía
hacia unos setos con una chica». Luego, esta agente «vio que (el
sospechoso) sacaba algo del bolsillo y se lo introducía a ella en
la boca». La sentencia añade que el acusado, al detectar a los
agentes e identificarse éstos, arrojó algo al suelo.
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