J. M. A. / J. J. M.
Los vecinos de H. B. y de su compañera sentimental no tienen muy buena opinión de esta pareja, a la que consideran «muy problemática». «Hartos» dicen estar de los escándalos que, supuestamente, han generado estas dos personas en el barrio de ses Figueretes.

Según sus vecinos, H. B. «tiene mil identidades, mil nombre que utiliza a conveniencia, y además nunca dice de dónde es». Estos mismos vecinos aseguran que la pareja se ha dedicado durante años a diversos negocios ilegales, como el tráfico de drogas.

El lunes pasado H. B. acabó en los calabozos. Hasta diez tijeretazos en la espalda le asestó a su compañera sentimental. Ella, afortunada al fin y al cabo, se recupera favorablemente de las graves heridas.

Sus vecinos aseguran que no entienden «cómo una persona que ha sido detenida en tantas ocasiones [como es el caso de H. B.], puede estar en libertad para volver a delinquir». Se desconocen con exactitud los motivos que desencadenaron la agresión de H.B., de nacionalidad argelina, hacia su compañera, pero los vecinos aseguran que su relación transcurría «entre paliza y paliza».

Los vecinos describen a H. B. como un hombre rubio y alto que sobrepasa la cincuentena y como una «persona violenta» que «bebe mucha cerveza» y que «cuando bebe se pone mucho más violento».

Los vecinos cuentan que las peleas y los gritos son una constante en el piso en el que viven H.B y su compañera, en la calle Formentera. «La policía ha tenido que venir en muchas ocasiones», denunciaron ayer. De hecho, una resolución judicial prohibió a H. B. acercarse a menos de 500 metros al piso en el que vive su compañera sentimental, una prohibición que, según los vecinos, el argelino se saltaba a su antojo. «Ella le siempre le perdonaba», explicó ayer una mujer.

Se trata de una pareja «muy conflictiva», siempre según sus vecinos, «que atrae a compradores de drogas». «Todos los días vienen yonkies a este portal a pincharse y se trata de un bloque de apartamentos en el que viven muchos niños y la verdad es que nosotros pensamos que ver a estas personas inyectarse droga no es el mejor de los ejemplos», ironizaba ayer una vecina de este inmueble.

Otros vecinos del barrio de ses Figueretes se quejaron ayer de que, por las noches, se congregan «hasta cerca de cien prostitutas».