EFE-TARRAGONA
El taxista Fernando Adalid ingresó ayer en el centro penitenciario de Tarragona por orden judicial tras prestar más de 4 horas de declaración durante la que aseguró que no quiso matar a su novia pero que «en un momento de obcecación y arrebato» la estranguló apretándole el cuello con una sola mano.

Fuentes judiciales informaron que durante el interrogatorio, Adalid, de 32 años, dijo que no estuvo en el Port de l Ordal en los días anteriores al 18 de enero, cuando mató a su novia, y que no la golpeó antes de estrangularla.

También negó haber intentado simular un suicidio de la doctora, un secuestro o incluso una agresión sexual. El autor confeso de la muerte de Gloria Sanz rebatió que actuase con alevosía, agravante que según el Código Penal se aplica cuando el delito se comete a traición y sobre seguro, es decir, cuando el delincuente toma cautelas para su acción y evitar el riesgo de ser descubierto.

Por ello, el abogado de oficio de Adalid, Joan Corominas, ha anunció a la salida del interrogatorio que pedirá que su defendido sea acusado de un delito de homicidio, no de asesinato, y basa su argumento en que no se planificó la muerte de la doctora.

Además planteará en su defensa las atenuantes de arrebato, obcecación y posiblemente algún trastorno mental con el fin de rebajar la condena, que podría alcanzar hasta 20 años de prisión. Por su parte, el fiscal jefe de la Audiencia de Tarragona, José María Parra, ha anunciado que acusará de asesinato con alevosía a Fernando Adalid porque «el periodo de fuga justifica sobradamente lo que he pedido (el procesamiento por asesinato)» y ha calificado el ataque del taxista sobre su novia de «violento y cobarde».

Aunque muchos detalles del macabro suceso quedan todavía por hilvanar, al parecer Fernando Adalid llegó a casa de la familia Sanz Silva sobre las 13:30 horas del 18 de enero con la intención de reanudar su relación con Gloria, que habían roto días atrás, a lo que ella se negó, por lo que empezó una discusión entre ambos que terminó con el estrangulamiento de la doctora por parte de Adalid.

Según explicaron fuentes próximas a la investigación, el presunto asesino extendió después el cadáver sobre un edredón en la cama de la propia doctora y, le practicó dos cortes en las muñecas para simular un suicidio.