El presunto atracador ingresó ayer tarde en prisión tras pasar a disposición judicial. Foto: MARCO TORRES

J.J.M./P.T.
La Guardia Civil entregó ayer tarde en el juzgado a un joven argentino de unos 30 años de edad, y al parecer con residencia ilegal en el país, como presunto autor del atraco a mano armada que sufrió hace unos cinco días el taxista de Eivissa que fue amenazado con una pistola, golpeado y obligado a conducir hasta Santa Eulària. El sospechoso ingresó en prisión después de que, ante las pruebas obtenidas por la unidad de Policía Judicial, decidiera confesarlo todo, incluido el robo de 600 euros con la tarjeta sustraída. La pistola era simulada.

El presunto ladrón, que durante el verano trabajó al parecer para la discoteca «Amnesia» y que ahora se hallaba sin trabajo, actuó probablemente en estado de ebriedad tras subirse en el coche de quien iba a ser su víctima. En el sector del taxi era público anteayer que el ladrón probablemente había regresado a Eivissa con otro compañero, persona a la que hizo esperar en la zona del Mercat Nou mientras sacaba extraía dinero con la tarjeta sustraída a la fuerza.

Se creía que todo era para pagar una «urgente» deuda. Minutos más tarde, montó de nuevo en el taxi que le llevara a Santa Eulària, lugar donde residía el sospechoso. Se da la circunstancia de que durante el trayecto el propio acusado escuchó por la emisora de radio cómo se le estaba buscando, situación de la que salió tras hacer varios comentarios al taxista sobre lo ocurrido, interesándose, a su vez, por lo que podía haber ocurrido.

Todos estos extremos han sido ratificados en el desarrollo de la rápida investigación que la unidad de Policía Judicial de la Benemérita ha llevado a cabo por este caso y cuyo atestado se encuentra presentado en el juzgado de instrucción número 3 de Eivissa, ayer de guardia.

Los hechos ocurrieron poco antes de la medianoche cuando tomó un taxi junto a la parada de autobuses de la calle Isidoro Macabich. El taxista se vio de pronto amenazado con el arma, que ha resultado ser simulada, y forzado a conducir hasta Siesta. Durante el viaje fue golpeado en la cabeza con el hierro cuando intentó conducir directamente hacia Santa Eulària. En todo momento, sentado en la parte trasera del vehículo intentó ocultar su rostro.

El ladrón se apoderó de la tarjeta y del número secreto de ésta. Luego arrancó las llaves del coche y las arrojó lejos, al igual que hizo con el arma. Huyó en dirección hacia el paseo marítimo de Santa Eulària, sitio donde tomó al otro taxi. Allí quiso, pese a su estado, comportarse con absoluta normalidad.