Los juzgados de lo Penal de Eivissa vieron la causa contra el acusado de abusar sexualmente de una paciente.

El doctor Ricardo Muñoz Rozo tendrá que pagar una multa de 3.240 euros después de que un juzgado de lo Penal de Eivissa le haya considerado culpable de utilizar su condición de médico para abusar sexualmente de una paciente que le visitó en su consulta de traumatología a principios de febrero de 2000. El facultativo trataba a una paciente que sufría una fuerte lumbalgia y que terminó yéndose confusa de su despacho después de que éste le hubiera conminado a tumbarse en una camilla en posición de dar a luz y le hubiera enseñado con una demostración práctica distintas técnicas de masturbación con la presunta intención de que mejorara su vida sexual.

El acusado "según cita la misma sentencia le dijo al concluir que «lo practicara siempre que pudiera, incluso sola, cuando viera la televisión». En los hechos probados se recoge además como cierto que Muñoz Rozo elaboró luego «un croquis para que se lo entregara a su marido, y así éste poder hacerle la técnica de los puntos posteriores o nalgas». La víctima, una mujer entonces de 26 años de edad, precisó tratamiento psiquiátrico después de que ocurriera todo esto. La joven había sido atendida de su dolencia en la espalda y ya se iba de la consulta, lugar al que fue acompañada de su hija de tres años, cuando el facultativo le preguntó si creía en la medicina natural y al contestar afirmativamente el médico le señaló que le iba a enseñar «unos ejercicios que le vendrían muy bien», según recoge la sentencia.

Tras cerrar la puerta de entrada, el médico se apoyó en la camilla y cogiendo las manos de la mujer «las puso en su culo diciendo que lo tenía que notar duro y a continuación hizo lo mismo en el culo de ella». Tras contestar una llamada telefónica, el facultativo inició la «sesión» en la camilla. Allí pidió a la paciente que se desabrochara los pantalones al tiempo que le pedía que le diera sus dedos para no tocarla. Al dárselos, «los cogió llevándoselos en primer lugar a la zona anal donde practicó diversos movimientos circulares para a continuación dirigirlos al clítoris, donde repitió la operación».

La paciente se marchó confusa y regresó luego a la consulta al darse cuenta de que se había dejado unas recetas. Ante las dudas, con un cuadro de ansiedad y nerviosismo por lo sucedido, puso lo sucedido en conocimiento de su marido, persona que se citó en el despacho del médico y allí pidió explicaciones que finalizaron con una presunta agresión por parte de éste, hechos que llevan otro procedimiento consigo en el juzgado.

La juez falla a favor de la víctima, quien durante la vista renunció a todo tipo de indemnización, al entender que la acción del doctor Muñoz Rozo no supone más que «un grave atentado no ya sólo contra la libertad sexual sino también contra la propia dignidad de la persona, que se ve sorprendida por una acción de contenido sexual, no explicable en el contexto en que se produce», dice la sentencia. Añade que «es evidente que quien desea recibir información sexual se preocupa, primero en recabarla, y segundo en dirigirse al lugar adecuado para ello que desde luego no parece ser el más indicado una consulta de traumatología. En el presente caso, no sólo se recibió dicha información, sino que además se pusieron en práctica los conocimientos teóricos».