La falta de agua, comida y suministros amenaza con provocar un
«desastre humanitario» entre las 300.000 personas que huyeron a la
ciudad ruandesa de Gisenyi tras la erupción del volcán Nyiragongo,
en la vecina República Democrática del Congo (RDC), advirtieron
ayer fuentes de agencias humanitarias.
«Hemos movilizado a 3.000 voluntarios, hemos repartido 6.000
mantas y nos han llegado tres toneladas de agua, pero eso no es
nada dado el número de refugiados al que tenemos que atender», dijo
a Efe Jean Baptiste Kiguli, responsable de información de la Cruz
Roja Ruandesa, que coordina desde ayer las labores de ayuda.
Agua, comida, abrigo y medicamentos son las necesidades más
urgentes para evitar que la ya critica situación derive en una
catástrofe en Gisenyi, invadida por una riada de desplazados que
tratan de subsistir en condiciones muy precarias. Los arbustos de
la localidad se han convertido en improvisados tendederos donde
cientos de mujeres ponen a secar la ropa, especialmente pañales y
prendas de bebé, en tanto que muchos hombres y muchachos deambulan
por los alrededores en busca de manutención. Las víctimas mortales
se elevan a cincuenta.
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