La temporada de incendios en Eivissa ha arrancado este año con
inusitada violencia. Una vez controlado el incendio que afecta al
Pla de ses Formigues, en Sant Vicent de sa Cala, el Parque Insular
de Bomberos tuvo que multiplicarse para atajar las llamas que
surgieron, con tres focos bien definidos, muy cerca de la localidad
de Sant Llorenç, en una zona conocida como Puig de Can Toni Musson.
La directora insular, Encarnación Sánchez Jáuregui y fuentes de
la Conselleria de Medi Ambient señalaron que la existencia de
varios focos apuntaba la posibilidad de que los dos incendios
podrían haber sido provocados, aunque indicaron que «aún es pronto»
para avanzar el origen del mismo. Por otra parte, las primeras
estimaciones señalaban que la superficie calcinada en Sant Llorenç
rondaba las cinco hectáreas.
La alarma saltó sobre las tres de la tarde. Una columna de humo
se erguía amenazadora y activó de nuevo todos los dispositivos de
emergencia. Al poco rato, varias unidades del Parque Insular de
Bomberos, el avión Airtractor con base en Eivissa y un helicóptero
luchaban contra el fuego, ayudados por efectivos del Institut
Balear de la Naturalesa (Ibanat), de la Guardia Civil y de la
Policía Local de Santa Eulària. Más tarde, se unían a la batalla
otro Airtractor, un nuevo helicóptero y un avión Canadair llegado
desde Madrid. Una ambulancia de Cruz Roja estaba en alerta para
asistir a cualquier herido o intoxicado por humo que se
presentara.
Desde el restaurante Es Pins, situado en la carretera que lleva
de Eivissa a Sant Joan, varios testigos vieron las llamas a lo
lejos. «Se veía el fuego por encima de las copas de los árboles. De
repente, llegó un viento caliente y todo se inflamó», relataba una
joven. Mientras, uno de los operarios de Ibanat explicaba su primer
encuentro con este incendio: «Cuando llegamos vimos una lengua de
fuego que se desplazaba a gran velocidad hacia el norte.
Afortunadamente, pudimos pararlo en una vaguada antes de que
llegara a la Serra d'es Mussons. Si hubiera conseguido alcanzarla
el detener el incendio se habría convertido en algo muy
complicado», dijo.
Alrededor de las casas de la zona, los vecinos, desalojados en
algunos casos, luchaban con todos los medios a su alcance para
detener el avance de las llamas: mangueras, cubos de agua,
ramas..., todo era utilizado para salvaguardar las propiedades.
Junto a una de las viviendas se concentraron un buen número de
efectivos para impedir que el fuego prendiera en una gran
superficie cubierta casi por completo de palés de madera y que
constituía un importante punto de riesgo.
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