El pasado día 21 de agosto, un turista italiano fallecía ahogado en la playa de Cala Salada, en Sant Antoni.

FOTO: GERMÀN G. LAMA
En unas islas en los que el sol y la playa es el máximo atractivo es normal que, a lo largo de la temporada estival, se produzcan varios casos de personas que pierden la vida ahogadas, aunque las cifras de 1999 están resultando alarmantemente trágicas en este sentido.

Desde el pasado 1 de junio, han perdido la vida en las playas de las Pitiüses un total de doce personas, en algunos casos por desfallecimientos o problemas de salud mientras se bañaban y en otros debido a la imprudencia de los bañistas, que entraron en el mar cuando ondeaba la bandera roja en la costa.

El pasado 13 de junio se dio el primer caso del verano, pese a que no sucedió en el mar, sino en una piscina de un hotel de es Canar. En aquel suceso, falleció un turista británico de 54 años.

Aunque sin duda, las jornadas más trágicas tuvieron lugar entre el 20 y el 22 de agosto, cuando, en tan sólo 72 horas, tres personas fallecían ahogadas en las Pitiüses. El primero de ellos fue un argelino de nacionalidad francesa que pereció en la playa de ses Roquetes, en Formentera. Al día siguiente, la víctima fue un turista italiano de 25 años que pasaba su luna de miel en la isla de Eivissa. Su muerte tuvo lugar en Cala Salada. Finalmente, el día 22 de agosto, otro turista, en este caso portugués y de 26 años, se ahogó en la playa de es Pouet, en Sant Antoni. Sólo un día antes de este triste balance, dos mujeres estuvieron a punto de perecer ahogadas en Formentera.