FOTO: GERMÀN G. LAMA
En unas islas en los que el sol y la playa es el máximo atractivo
es normal que, a lo largo de la temporada estival, se produzcan
varios casos de personas que pierden la vida ahogadas, aunque las
cifras de 1999 están resultando alarmantemente trágicas en este
sentido.
Desde el pasado 1 de junio, han perdido la vida en las playas de
las Pitiüses un total de doce personas, en algunos casos por
desfallecimientos o problemas de salud mientras se bañaban y en
otros debido a la imprudencia de los bañistas, que entraron en el
mar cuando ondeaba la bandera roja en la costa.
El pasado 13 de junio se dio el primer caso del verano, pese a
que no sucedió en el mar, sino en una piscina de un hotel de es
Canar. En aquel suceso, falleció un turista británico de 54
años.
Aunque sin duda, las jornadas más trágicas tuvieron lugar entre
el 20 y el 22 de agosto, cuando, en tan sólo 72 horas, tres
personas fallecían ahogadas en las Pitiüses. El primero de ellos
fue un argelino de nacionalidad francesa que pereció en la playa de
ses Roquetes, en Formentera. Al día siguiente, la víctima fue un
turista italiano de 25 años que pasaba su luna de miel en la isla
de Eivissa. Su muerte tuvo lugar en Cala Salada. Finalmente, el día
22 de agosto, otro turista, en este caso portugués y de 26 años, se
ahogó en la playa de es Pouet, en Sant Antoni. Sólo un día antes de
este triste balance, dos mujeres estuvieron a punto de perecer
ahogadas en Formentera.
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