Alejandro Guasch Tur, de tres años, murió asfixiado por el humo que
se inició en la habitación que compartía con seis de sus doce
hermanos después de que algunos de ellos, también de corta edad,
prendiera fuego a unos papeles, con casi toda probabilidad al jugar
con un mechero. Las llamas, en cuestión de segundos, pasaron a un
colchón de espuma. Todos pudieron salir de la casa menos el
pequeño.
La Guardia Civil ha concluido así la investigación que se ha
realizado en la casa de Can Botigues, en Sant Carles, donde
ocurrieron los hechos. La propia Dirección Insular confirmó ayer
esta información. La inspección ocular que se realizó en la
vivienda ya apunto a estos indicios al descartarse rápidamente la
posibilidad de un cortocircuito. Alejandro será enterrado esta
tarde en el cementerio de Sant Carles. Su madre y una de sus
hermanas, que sufrieron quemaduras en el siniestro, se recuperan de
sus lesiones en Can Misses. Las llamas ocasionaron quemaduras de
primer y segundo grado a la pequeña, de 10 años, en el brazo
derecho, hombro, antebrazo y pierna. La madre se halla con ella en
pediatría donde se recupera de sus heridas en la cara.
El padre, trabajador de la construcción, se hallaba fuera de la
casa cuando todo comenzó, así como parte de miembros de esta
familia de origen muy humilde marcada años antes por la tragedia.
La familia había perdido hace menos de dos años otro niño. El
Ayuntamiento de Santa Eulària, que ayudaba desde hace veinte años a
esta familia, se ha comprometido a correr con todos los gastos,
incluidos los del sepelio y las reformas que sean necesarias en la
casa.
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