Mientras el presidente Bill Clinton anunció ayer un plan para
prevenir la violencia escolar, comienzan a conocerse detalles de
por qué fueron asesinados muchas de las víctimas de la tragedia de
Denver: perdieron su vida por creer en Dios o por ser deportistas.
Aquel plan, pese a sus buenas intenciones, no sirvió de nada a
Cassie Bernall, una joven rubia y sonriente, que estaba en la
librería del colegio Columbine a las 11.30 horas de la mañana. Uno
de los dos autores de la masacre le apuntó con su rifle y le
preguntó si creía en Dios. Ella respondió que sí y le disparó,
según han contado otros escolares que estaban allí.
Entre los 13 muertos y decenas de heridos que su acción dejó el
martes pasado en la escuela de Littleton, había jóvenes creyentes,
adolescentes que se esforzaban por ser atletas, un profesor de
informática y varios alumnos brillantes. Los dos autores materiales
de los disparos, Eric Harris, de 18 años, y Dylan Klebold, de 17,
se suicidaron después, lo que elevó el número total de víctimas
mortales a 15, pero antes fueron seleccionando una por una a muchas
de sus víctimas.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Periódico de Ibiza y Formentera
De momento no hay comentarios.