El último informe de la Fundación para la Conservación de Ibiza y Formentera sobre la Capacidad de Carga Socioambiental ha dado que hablar tras revelar que Ibiza tiene una de las ratios turista-residente más elevadas del planeta. La directora, Sandra Benbeniste, explica que tras poner los datos sobre la mesa esperan crear un Observatorio para que se decida el modelo turístico que se quiere para la isla. En su ideal imagina una Ibiza sostenible con producto local, coches eléctricos, energías renovables y libre de plásticos de un solo uso.

—El estudio presentado por la Fundación para la Conservación de Ibiza y Formentera ha dado la voz de alarma con el dato de que Ibiza tiene una de las ratios turista-residente más altas del planeta. ¿Qué consecuencias tiene para la isla?
—Desde el punto de vista turístico muchas veces se entiende siempre como positivo el incremento de turistas. Cada año vemos como una noticia buena que hayamos tenido récord de turistas. Nosotros queremos, sin crear demasiada alarma porque sabemos que casi todo el mundo en la isla vive del turismo, ver la relación entre ese incremento de turistas y el impacto medioambiental. Como fundación ambiental nuestro mandato es la conservación del territorio porque, además, creemos que es fundamental para que sigan viniendo los turistas. No queremos paralizar, no es un turistas versus territorio, sino pensar que si nos cargamos la belleza de la isla no va a venir nadie. El indicador de 25 turistas por habitante es muy impactante, pero también lo es el aumento de residuos, el bajo porcentaje de reciclaje o la sobreexplotación del agua. A veces se toman decisiones sin tener datos y la idea es ver la correlación entre el frágil ecosistema que tenemos y la presión a la que lo estamos sometiendo.

—¿Cree que el aumento de turistas ha dejado de ser positivo?
—Hay que gestionarlo de forma sostenible. No estamos aquí para negar que la isla vive del turismo, pero se trata de gestionarlo con sostenibilidad, de tener presente la idea de que podemos matar a la gallina de los huevos de oro. Hay otras islas en el mundo y la gente puede dejar de venir aquí si nos cargamos el maravilloso paisaje que tenemos y no hay una diversidad. Tenemos que pensar qué modelo queremos y nos gustaría que dejáramos las armas arrojadizas entre partidos políticos. Ojalá toda esta información sirviera para ponernos todos alrededor de una mesa y crear un pacto de isla para la sostenibilidad. Llega un momento que por mucha infraestructura que tengamos, no vamos a caber. Queremos mejorar sin crear mensajes alarmistas ni ser un arma arrojadiza.

—¿Qué proponen para el turismo de Ibiza?
—-No pretende ser un documento de propuestas. Es muy complejo y hay muchas variables por lo que nuestro objetivo es poner cifras sobre la mesa, ver tendencias de los últimos diez años y crear un Observatorio para garantizar que se sigan analizando los datos. No es una petición extraña ni nueva porque se hace en otros sitios, pero realmente choca que en una isla como Ibiza no haya información disponible en una web pública. Estamos en conversaciones con el Consell para poder crear algo parecido a un Observatorio.

—Después de ver los resultados, ¿no tienen al menos una petición para las administraciones?
—La que es muy clara tiene que ver con la inspección de la vivienda turística y vacacional. Muchos de los indicadores, incluso el del 82% del salario medio que se destina a vivienda, vienen por la presión que ha puesto en el mercado la vivienda vacacional ilegal. Se ha legislado pero nos parece fundamental insistir en que si no hay inspectores no va a servir de nada. Tiene mucha relación con muchos de los otros indicadores, si se reduce la presión de la vivienda ilegal, tendrá efectos en los precios pero también en temas ambientales. Por ejemplo, toda la capacidad residencial es fija, las 87.000 plazas hoteleras también son fijas pero las vacacionales ahora son 25.000 cuando hace diez años esto no existían, es un fenómeno nuevo. Nos dimos cuenta que había que poner un tope a los hoteles y de repente han crecido en un tercio las vacacionales y solo 7.000 de ellas son legales.

—El incremento de la vivienda vacacional, ¿es el dato más impactante que habéis extraído de la evolución de Ibiza en los últimos diez años?
—Sí, es uno de los más impactantes. Los turistas que se quedan en casas ilegales son los que más fácilmente se podrían gestionar y controlar para que el que venga, venga a una casa con licencia y reduzca un poco la presión en variables como los residuos, los recursos o las depuradoras, que están al doble de su capacidad. La urbanización de la franja litoral también es impactante. Aunque el dato es de 2012 es la última revisión que han hecho y muestra que ha habido un crecimiento del 60% en la franja litoral entre 1990 y 2012. Hablamos de los años de la burbuja inmobiliaria pero nos estamos quedando sin litoral. También hay buenas noticias porque hay nuevas zonas de protección ZEPA o LICS, pero queda mucho por proteger.

—¿La masificación en los meses de verano es un problema de los últimos años o ha existido siempre?
—Las cifras muestran. Intentamos esquivar debates políticos. Hay 25.000 plazas más en una isla donde en invierno viven unas 100.000 personas, por lo que es un incremento importante. La impresión de sobrecarga puede ser subjetiva pero los números son los números. La cifra de presión humana es de un 122%.

—En el estudio se desprende que hay más personas en la isla que plazas disponibles. ¿Es lo que ha motivado el crecimiento de plazas no regladas y los precios abusivos?
—En agosto llegamos a un 122%, es obvio que la capacidad de alojamiento total está saturada y es donde entran las literas en las habitaciones o dormir en los balcones. De nuevo es falta de inspección. Tienen que ser legales. Lo importante es ver la realidad y después buscar soluciones. Sabemos que es complejo, pero de momento pedimos mayor inspección para cumplir con la legislación que tanto ha costado sacar.

—¿Cree que se ha superado el límite en Ibiza?
—Nosotros sí que creemos que la isla está sobrecargada. La saturación está haciendo que corramos un peligro porque estamos sobreexplotando los recursos naturales. Con voluntad política seguro que se va a lograr porque los pactos tienen que ser de más allá de cuatro años. Quizás es muy utópico pero poca gente en su casa va a no estar de acuerdo con que los recursos naturales de esta isla están siendo puestos en peligro y que hay que buscar soluciones para mantenerelos para un futuro.

—¿Que efecto tiene el turismo en el consumo de recursos?
—Las masas de agua están en situación muy crítica. El agua de los acuíferos que hemos heredado desde épocas ancestrales, en unas generaciones lo estamos destrozando. Hemos hecho pozos donde hemos querido y nos estamos cargando los acuíferos sin ninguna conciencia. La propuesta que hacemos es que si hay desaladoras, dar prioridad a que todo el mundo que esté en núcleo urbano consuma agua desalada aunque haya que pagar más. Presión también para que se abra la de Santa Eulària y estén las tres abiertas para abastecer a toda la isla.

—¿La solución pasa por las desaladoras?
—No es la solución definitiva porque consume energía pero tal como están los acuíferos es prioritario dejarlos descansar. Es tremendo que un agricultor no pueda regar porque lo que sale sea salado. Es un ejemplo claro de como estamos destruyendo nuestros recursos naturales. El mar también está sufriendo porque se está calentando por los contaminantes de las depuradoras y los barcos. Tenemos un impacto en el medio queramos o no y lo importante es hacer una reflexión. No se trata de prohibir, se trata de regular. No se trata de blanco o negro o de una dicotomía entre ecologistas radicales y empresarios que quieren el desarrollo de la isla a toda costa. Todos entendemos que hace falta un desarrollo económico pero se puede hacer de una forma que cuide los recursos que nos dan de comer.

—Respecto a la generación de residuos, ¿en qué punto se encuentra la isla?
—El vertedero se está llenando a una velocidad mucho más rápida de la prevista. Ha habido un aumento del 35% de residuos urbanos en la última década y duplicamos la tasa española en generación de residuos per cápita. Nuestra industria y nuestro modelo de desarrollo hace que tengamos el doble de residuos que otras zonas. Lo primero es reciclar más. Hemos duplicado la recogida selectiva pero solo estamos en el 16% cuando los objetivos de la Unión Europea es del 50%. Me impresiona porque aún hay gente que te dice que no sirve. No es la solución porque el siguiente paso sería el retorno como hacen en Alemania, pero es una asignatura para más adelante. Sería un sueño tener una isla libre de plásticos, 100% renovable, todo producto local y coches eléctricos. Es una isla con un tamaño perfecto para que todo esto fuera una realidad.

—¿Ibiza podría ser 100% renovable?
—En energía solar, sí. Lo dice el plan general de energías renovables del Govern. Hay que hacer el ejercicio de poner sobre el mapa el trozo de isla que supondría la ocupación del terreno. Siempre hay debate cuando se habla de placas solares. Lo ideal sería ponerlas en cubiertas para no ocupar territorio pero para llegar a esa visión de 100% renovable necesitaríamos parques solares. Creemos que hay suficiente terreno sin tener impacto en zonas protegidas para implantarlas. Nos parece que a veces los ecologistas hemos sido también muy exigentes como con el debate de los molinos de viento. Está claro que todo tiene un impacto, pero la central térmica de Gesa también tiene un impacto. Nos ponemos muy críticos con las cosas nuevas, pero si ponemos las cosas en una balanza yo desde luego daría lo que fuera para no tener una central. Si la alternativa son placas solares creo que el impacto incluso visual es mucho menor.

—No obstante, la inversión en renovables es prácticamente nula.
—Hay una serie de falsos mitos con las energías renovables que hace pensar que no se puede implantar, que es poco estable y que no es de fiar. La legislación y el impuesto al sol no han ayudado. En Ibiza ha habido tres proyectos que desde la administración se han ido parando, aunque ahora se ha aprobado uno en Sant Joan. Son procesos muy largos y se dice que no hay seguridad jurídica. Respecto al autoconsumo, las casas aisladas pueden poner placas estando conectadas a la electricidad. Está el mito del impuesto al sol, pero en Ibiza aún no se aplica y aunque se aplicara seguiría siendo rentable y a los diez años las placas estarían amortizadas.

—En cuánto a la movilidad. ¿Se debería poner límite de entrada a los vehículos como se ha propuesto en Formentera?
—La legislación europea hace complicado el tema de los límites, pero tampoco es nuestro rol decir qué hay que hacer. Podemos decir que hay una tasa altísima de 963 vehículos por 1.000 habitantes que se deduce del modelo disperso de la isla, pero también demuestra que no hay suficiente transporte público. Sabemos que el transporte público en una isla no es fácil nunca, pero hacen falta alternativas para reducir las emisiones de CO2. El vehículo eléctrico es una solución, pero a nivel de saturación necesitamos de todas maneras transporte público.

—¿Cree que ha aumentado la preocupación ciudadana por cuestiones ambientales?
—Sí, los residentes sí. Con los turistas hay que hacer más trabajo. Se puede disfrutar de las vacaciones con un poco de sensibilidad y conciencia. En los residentes ves movimiento y, por ejemplo ya nadie desconoce la problemática de la posidonia o el ejemplo de las prospecciones petrolíferas que conseguimos movilizar a la opinión pública con un ‘no' rotundo al petróleo. Ahora con la misma fuerza que hicimos el ‘no' hay que hacer fuerza con el ‘sí' a las renovables, para no ser hipócritas y aceptar petróleo de otro sitio. Respecto a hace diez años hay más conciencia.

—¿Las prospecciones petrolíferas siguen siendo una amenaza o ya se ha concluido con esta lucha?
—Desde la Alianza Mar Blava se sigue trabajando y ha sido el mejor ejemplo de éxito. En los inicios nos decían que no se podía hacer nada y que había que pagar una indemnización que lo hacía imposible, pero nos juntamos, nos empezamos a movilizar y demostramos a Madrid que toda la isla estaba unida contra esto. Nos dio tanta fuerza que se han conseguido hasta cinco victorias. Ha sido un exitazo comparado con otras partes del mundo donde se siguen haciendo prospecciones. Las principales amenazas las frenamos y también conseguimos la declaración del corredor de cetáceos como zona libre de prospecciones, por lo que no podrán abrir ningún expediente nuevo. Ahora el gran objetivo es declarar el Mediterráneo español libre de prospecciones, como se hizo en Francia.

—¿Cuál sería su modelo turístico ideal para Ibiza?
—Es la visión que tenemos desde la fundación: una isla con prosperidad económica que a la vez conserve su patrimonio natural. Una isla donde tanto el interior como el mar puedan ser maravillosos manteniendo ese nivel de vida tan bueno que se ha podido alcanzar en Ibiza. La marca Ibiza tiene una fuerza muy potente y si además tenemos todo producto local, coches eléctricos, energías renovables y sin plásticos de un único uso... creemos que a nivel de marketing es una forma de presentar la isla de otra manera. Una isla sostenible.