A sus 93 años, Antoni Escandell continúa sin fallar a su cita anual con el Pou de Labritja y repite el mismo ritual de siempre: nada más llegar busca una silla y la sitúa sobre la pared opuesta al pozo para contemplar desde lo alto el baile. Y así, año tras año desde hace 25. Antoni nunca pensó que vería vestirse de payesa a su hija Maria, que ayer, pasados los cincuenta, se estrenó como balladora.
Tradición
Bodas de plata para el Pou de Labritja
Más de un centenar de personas asisten a la vigesimoquinta edición de la ‘festa pagesa’ organizada por la Colla de Labritja
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