Surgió por accidente. Yo llegué a Ibiza con mis problemas personales y me propusieron comprar un local que había albergado una tienda en la calle la Virgen nº4. Lo compré en noviembre de 1972. Pensé en abrirlo en la primavera siguiente y si funcionaba bien seguiría, sino tenía pensado volverlo a vender». Este fue el origen de cómo nació la emblemática tienda de moda que durante los años 70 y 80 marcó un estilo en Ibiza: Paula’s. Así lo relata hoy su dueño, el arquitecto y escenógrafo alemán Armin Heinemann en compañía de su inseparable socio, Stuart Rudnick.

«Debajo de la puerta de la tienda encontré una carta en la que se hablaba de unas blusas, había un maniquí en la boutique y unos papeles de una modista que vivía en el campo en Santa Gertrudis y me costó mucho encontrar. Pero encontré a la modista y ella me dijo que me haría esas blusas. Solo me faltaba la tela», revive hoy Heinemann al reconocer que él no era modisto; era arquitecto. «Así que con mi modo de hacer edificios diseñé los modelos y se los expliqué a la modista y ella lo malinterpretó todo porque yo no supe explicarme bien ni conocía la jerga de la profesión. Pero salieron prendas con encanto. Así empezamos».

Este arquitecto alemán considera que los primeros diseños que crearon tuvieron muchísimo éxito. «Encontramos unas telas maravillosas, con estampados en Valencia. Era la moda de los estampados de flores que iniciamos en Ibiza».

Pero si hubo algo representativo en Paula’s, fue el ambiente. «La onda hippie, porque un negocio se monta normalmente con todos los planes de inversiones, dinero, rentabilidad, profesionalidad, seguridad, contratos, etc. con todo lo necesario para empezar. Aquí, en Paula’s no había nada de eso. Nosotros nacimos con la creatividad del momento y con la mentalidad que yo tenía en esos años. Con eso llegó el éxito».

Para el dueño de Paula’s, el éxito fue por el mismo motivo que triunfa su ópera: «entro en un mundo que desconozco, por el que siento mucho interés y tengo el gusto y mis capacidades normales, pero no soy un profesional en la materia ni de la organización de la labor».

En el caso de Paula’s no hubo expectativas ni retos definidos. «Fue la boutique que se hizo en el momento y el estilo que surgió con la creatividad del momento. Fue una creatividad que nunca pensó en el éxito ni en el mercado. Fue una creatividad anticomercial», revive su dueño.

En cuanto a los estampados, coloridos y con dibujos que creaba el propio Heinemann. Los responsables de la conocida boutique comenzaron a generar sus propias telas y sus propios estampados con una calidad distinta a la del mercado y compleja de copiar. «Hizimos unos modelos muy novedosos que llamaron la atención de artistas como la cantante americana Donna Summer o Freddie Mercury. De gente del teatro o presentadoras de la televisión alemana. De personas de la aristocracia como la duquesa de Alba o la de Badajoz. De un público que, en definitiva, estaba abierto a este estilo.

Y si hubo una persona que simbolizaba la tienda Paula’s, además de Heinemann o Rudnick, fue Jones. Una mujer de mediana edad, de complexión robusta y raza negra. «Fue mi primera modelo. Hice casi todos los diseños sobre ella porque me di cuenta de que siempre son más lindas las tallas pequeñas que las grandes. Probaba en ella los distintos modelos y si le quedaban bien, estaba seguro de que en tallas más pequeñas quedarían estupendamente».

Jones siempre estaba en la puerta de Paula’s y eso era como reclamo, para atraer a la gente. «Creamos todo un ambiente alrededor de la tienda que se trasladó hasta la calle. El ambiente de la boutique significaba que siempre había gente delante de la puerta, la ropa también estaba fuera. Integramos la calle en el de la boutique y eso funcionó», comparte su creador.