El Club Náutico de Ibiza ha celebrado esta semana sus primeros 100 años de vida. Lo ha hecho con una gran fiesta que ha tenido como escenario el emblemático Teatro Pereyra y a la que no ha faltado nadie. La entidad más antigua de la Ibiza marinera y social no ha permitido que este aniversario se vea empañado por la reciente pérdida de su sede. Y es que, como dicen los futboleros, todavía hay partido.
Por el Pereyra han desfilado todos lo que tenían que desfilar en este centenario. Aquellos que a lo largo de décadas han mantenido esta institución, que no es solo un club para los amantes del mar sino un punto de encuentro social que albergaba en sus antiguas instalaciones recuerdos de varias generaciones. Y son esos recuerdos los que ahora permiten a sus socios mantener la esperanza en que el futuro les lleve de nuevo hasta el edificio del puerto donde durante 99 años se dieron cita prácticamente a diario.
A sus 94 años, Antoni Ferrer disfruta de la celebración desde uno de los palcos del teatro, acompañado por su hijo Toni y su nieta Ana. Tres generaciones que han vivido el Náutico al máximo. Ferrer recuerda que empezó a ir al club «desde muy pequeño». «Íbamos toda la familia», explica emocionado tras recibir el reconocimiento del Náutico en forma de placa conmemorativa. «Allí estábamos familias enteras», añade con ayuda de su nieta, «y compartíamos todo en el club. Nuestra vida social estaba allí. Nos hemos criado en este club y hemos estado hasta que acabó la concesión».
Antoni Ferrer, su nieta Ana y su hijo Toni. Créditos: Irene Arango.
Antoni Ferrer se niega a que el Náutico no sea ya el lugar al que acude cada día para reencontrarse con los suyos. Y, a pesar de que los concesionarios hoy son otros, él mantiene la costumbre desde la reivindicación: «Las cosas han cambiado y es otra historia. Pero el club es nuestra casa y no vamos a dejar de ir. Hemos estado ahí casi 100 años y ahora lo que hay que hacer es buscar una nueva sede en la que podamos trabajar para conseguir volver a nuestras instalaciones de siempre».
«No son solo los barcos»
Cuando en mayo de 2024 la Autoridad Portuaria anunció que los gestores de las instalaciones serían otros, el golpe fue brutal. No se trataba solo de amarres o de deporte. Para personas como Antoni Ferrer, cuya vida social ha discurrido en ese edificio prácticamente desde su construcción, la pérdida de las instalaciones supone también «un duelo grande». Quien así lo expresa es Javier Serapio, psicólogo clínico, investigador y docente. De su mano se creó el Club de Lectura del Náutico. Un club muy especial porque, subraya, es de los pocos de España dedicados a la literatura estrictamente vinculada al mar. Su padre fue socio del Náutico, «aunque no le gustaba navegar ni tenía barco». Y él ha seguido la misma línea. «El Club Náutico no son solo los barcos», afirma contundente, «ha sido un aglutinador social, una parte vertebradora e integradora de la sociedad de Ibiza». De ahí que sus socios tengan hacia la entidad «una ligazón espacial y emocional importante». «La gran mayoría de ellos», añade Serapio, «ya no se acerca a las instalaciones. Yo mismo no he vuelto a ir. Si vas, todos son extraños ahora. La verdad es que nos han echado de allí».
Repercusión emocional
Se ha hablado mucho de las consecuencias económicas de la pérdida de la concesión o de cómo esta afectaba a la cuestión de los amarres. Pero también existe una repercusión emocional. En opinión de Javier Serapio, «muchos hasta han debido somatizarlo porque ha sido como si les arrancaran de su casa». «Han estado allí toda la vida», prosigue, «estamos hablando de gente que ha pasado allí décadas. Y han pasado en el club momentos importantes de sus vidas. En una isla como Ibiza todo está sobredimensionado y el Club Náutico era un espacio emocional. Ahora Ibiza ya no tiene eso. Se ha perdido un símbolo de la identidad de un pueblo ligado al mar».
En la actual situación, a la espera de encontrar una nueva sede, el Club de Lectura ha retomado su actividad. Lo ha hecho en el Casino des Moll, la otra entidad centenaria de la ciudad. Javier Serapio solo tiene palabras de agradecimiento para el presidente del Casino, Joan Marí, que también es socio del Náutico. Y es que al Club de Lectura le pilló la pérdida de las instalaciones en plena subida de popularidad. «Tenemos dos grupos de 16 personas cada uno», concluye Javier Serapio, «y mantenemos nuestro carácter reivindicativo. Somos otro altavoz del Club Náutico».
A Sebastián Vidal lo conoce y aprecia todo el mundo en Ibiza. Y en el centenario del Náutico ha tenido especial protagonismo, al recibir el reconocimiento del club entre aplausos y lágrimas. Son 35 años vinculado a esta entidad, «un largo recorrido». Vidal explica que «el momento actual es diferente». La Escuela de Vela y la parte deportiva han tenido que adaptarse. «Nos ha costado», admite, «pero tenemos el ánimo de seguir adelante y de seguir instruyendo a las nuevas generaciones en el mar. Somos capaces». Una de sus antiguas alumnas se acerca y entre abrazos y besos explica: «Es el padre de muchos niños de Ibiza. Nos ha visto crecer a todos y es una de las personas más queridas del Club Náutico y de la ciudad».
«Toca luchar»
Vidal tiene claro que ahora toca luchar para mantener la actividad deportiva. «Se intentará seguir con todo igual, pero hay alguna cosa que se ve afectada por la pérdida de las instalaciones», explica. Y añade: «Nosotros intentamos mantener la normalidad al máximo. Es más complicado en el tema de los equipos de regatas porque piensa que tenemos algunas embarcaciones varadas en tierra. Mantenemos los Optimist, Ilca 4, Ilca 6 e Ilca 7. Estamos intentando mantener las flotas y sobre todo las competiciones en el máximo nivel. Ahora hay un equipo de Optimist compitiendo en el Campeonato de Baleares, en pleno aniversario del club».
Con motivo del centenario, se han organizado tres eventos muy destacados, explica el director deportivo del Náutico. Así, se celebrarán las 36 Jornadas Náuticas Pitiusas de clase crucero, que tendrán lugar entre el 9 y el 12 de octubre. Ademas, se llevará a cabo el Campeonato de España de la clase Finn, del 15 al 19 del mismo mes. Y para acabar se organizará el Campeonato de España de la clase Ilca 7 (clase olímpica) entre el 4 y el 8 de diciembre. «Seguimos en la brecha», dice sonriente Sebastián Vidal.
El Náutico afronta esta etapa con una nueva junta directiva, presidida por Damià Verdera. El número dos es el empresario Pedro Matutes, vinculado al club desde su adolescencia. Su tío bisabuelo fue el socio número tres y su abuelo tenía el carnet número ocho. Matutes tiene claro que la situación actual de la entidad es difícil. Pero también que la nueva junta directiva «lo va a gestionar de la mejor manera posible». «El Club Náutico es una forma de entender la sociedad de Ibiza», afirma, «y hay gente que no comprende esto. Además, hablamos de una forma de entender la sociedad que está desapareciendo».
Para Pedro Matutes, una de las claves del papel que ha jugado el Náutico en Ibiza está en que «una vez que atraviesas la puerta, allí todos somos iguales». Algo que, en su opinión, no debería perder una ciudad cuya evolución «lleva a otras cosas». «Ahora no se lleva ese respeto que era tan ibicenco», dice a modo de despedida, «en el Club Náutico no había VIPs y eso es algo que no queremos perder. Somos una parte de Ibiza que se resiste a desaparecer»
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Hace 19 horas
Éstas fotos del acto en el Pereyra ya las vi el otro día en el Diario de Ibiza, y lo que me llamó mucho la atención es que la gente no tenía donde sentarse y que tuvieron que seguir todo el acto de pie, sobre todo porque la mayoría de los asistentes son ya personas mayores. En fin... mucho club, mucha hermandad, mucho somos todos iguales bla bla bla pero no les sacas unas sillas para que se sienten.
Es increíble que por decisión de no se quien e intereses o leyes absurdas, esta institución no tenga su sede (que debería de ser Eterna) en su propia isla. 100 años remando y ahora lo miran desde el asfalto.
2 comentarios
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Éstas fotos del acto en el Pereyra ya las vi el otro día en el Diario de Ibiza, y lo que me llamó mucho la atención es que la gente no tenía donde sentarse y que tuvieron que seguir todo el acto de pie, sobre todo porque la mayoría de los asistentes son ya personas mayores. En fin... mucho club, mucha hermandad, mucho somos todos iguales bla bla bla pero no les sacas unas sillas para que se sienten.
Es increíble que por decisión de no se quien e intereses o leyes absurdas, esta institución no tenga su sede (que debería de ser Eterna) en su propia isla. 100 años remando y ahora lo miran desde el asfalto.