La alquimia de Nayla y Daniel López, padre e hija, no ha podido borrar la huella que Bartolo Torres dejó impresa en el establecimiento del polígono Can Bernat durante décadas.
Cuando Bartolo se jubiló, empezó a llevar el bar su hermano, Vicent, junto a su esposa, Quica», explica Nayla, responsable junto a Daniel del establecimiento desde 2020. «Vicent falleció durante la pandemia y Quica le ofreció el local a mi padre, que llevaba el taller Acme justo al lado», recuerda López, que añade: «Para entonces yo llevaba un pub en Valencia, pero cuando mi padre me propuso la idea, en plena crisis del COVID, decidí apostar por esto. Llevo toda la vida trabajando en hostelería».
Apuesta arriesgada
«En plena pandemia, sin saber cuánto iba a durar, fue una apuesta muy arriesgada, pero cinco años después parece haber salido bien», reconoce Nayla respecto a El Alquimista, el nombre que le pusieron al local, «aunque todo el mundo lo sigue conociendo como Can Bartolo».
«Al principio del bar, Bartolo cocinaba platos de cuchara, además de algunos bocadillos básicos», asegura la responsable de El Alquimista, que explica que «con la llegada de Vicent y Quica ampliaron un poco la oferta de la cocina, pero manteniendo el mismo estilo de siempre. Yo era clienta habitual y Quica cocinaba de manera espectacular».
Con la llegada de la nueva dirección, los López han implementado cambios, sobre todo en lo que respecta a la oferta de la cocina: «Ahora hacemos menús diarios y tenemos una gran variedad de bocadillos». Sin embargo, la estrella de la cocina de El Alquimista son los viernes, en forma de parrillada argentina de la mano de Beto, el cocinero —o tal vez alquimista— que llena el polígono de olor a parrilla para despedir la semana.
Aunque el horario habitual de El Alquimista es de 7 a 17 horas, el mismo que las empresas del polígono, López matiza que «también hacemos cenas privadas para empresas, clubes o otros grupos y, durante un tiempo, también organizamos algunos conciertos con Javi Riera y sus Discover: al ser un polígono, no hay nadie a quien molestar por la noche».
Bar de polígono
El hecho de encontrarse en pleno polígono industrial supone para El Alquimista, igual que para cualquier otro establecimiento de este tipo en una ubicación como esta, una serie de matices que lo diferencian de cualquier otra cafetería o restaurante en la ciudad y que el equipo, formado por Santiago y Sofía en la cocina y Andrés junto a Nayla en la barra, afronta con total profesionalidad. con anistimable ayuda de Sonia, madre de Nayla.
Esos matices los marca el tipo de clientela: trabajadores de los distintos negocios del polígono industrial. «Aquí se crea mucha conexión con la gente, tanta que a veces toca hacer hasta de psicólogo», comenta Nayla entre risas, mientras sigue explicando que «conoces el nombre de todos, a veces te traen detalles y, si algún día falta alguien, te preocupas. Se crea una relación de amistad, casi de familia, que no se da en otros lados». En este sentido, Nayla no puede ocultar su preocupación al hablar del tapicero del polígono: «Desde que volvimos de vacaciones no hemos vuelto a ver a Salva y todos nos preguntamos si estará bien».
El flujo de trabajadores que van y vienen de las empresas también es una característica en la clientela de El Alquimista. Sin embargo, tal como asegura Nayla, «muchos de los que dejan de trabajar en alguna de las empresas del polígono vienen de vez en cuando para saludarnos y tomar un café. A otros no les vemos más».
Los horarios de trabajo también son un factor determinante en un bar de polígono industrial: «el momento del desayuno y el de la comida son frenéticos, tenemos que ir volando porque sabemos que solo tienen 15 minutos para desayunar y apenas una hora para comer. Por eso procuramos servir lo más rápido posible, para que les dé tiempo de desayunar o comer tranquilos, desconectar un momento y fumarse un cigarro antes de volver al trabajo».
Proximidad
La proximidad con la clientela y la conciencia de su poco tiempo lleva a Nayla a asegurar que «en cuanto los vemos pasar por delante de la ventana, como por ejemplo a Fernando, ya nos ponemos a preparar su cortado tal y como le gusta a él». «Comer no vengo a comer, pero siempre me escapo tres o cuatro veces a tomarme mi cortado. Cuando entro ya me lo están preparando», confirma Fernando.
La conciencia de El Alquimista va más allá de la sensibilidad en cuanto al tiempo limitado de su clientela: «sabemos que a muchos les supone un esfuerzo enorme poder pagar el menú de dos platos por 12 euros. Por eso hemos preparado otro menú distinto por 7 euros con un buen plato de potaje de lentejas, garbanzos, estofado o lo que toque del día, además de una botella de agua. Aunque no nos salga muy rentable, es una ayuda para quienes pasan tiempos difíciles». «Es muy difícil cuando tienes que subir el precio de alguna cosa, se nos echan encima», reconoce la propietaria, que explica que «cuando lo hacemos es porque no nos queda más remedio: a nosotros también nos suben los precios. No lo hacemos por capricho, pero intentamos hacerlo con mucho cuidado para que nadie se disguste».
Clientela
Juan lleva trabajando en el polígono de Can Bernat «desde que el bar lo llevaba Bartolo y después Vicente», el mismo tiempo que lleva siendo cliente del ahora El Alquimista. El paraguayo valora que en esta nueva etapa «han introducido comida como la parrillada, al estilo sudamericano, algo que tanto aprecian mis compañeros europeos». Uno de sus compañeros de mesa es Amadeo, que como comercial visita el polígono habitualmente aprovechando «para desayunar con Juan» y confirma el argumento de su comensal: «voy probando todos los platos y, de momento, me han gustado todos».
«Vengo a desayunar cada día, te sirven rápido y te da tiempo a desconectar», asegura José Antonio, trabajador del polígono, que reconoce que «aunque cada día voy a comer a casa al mediodía, los viernes siempre me quedo a comer la parrillada».
José Antonio también pone en valor «el trato familiar y la atención: estás como en casa», confirmando los argumentos de López que refuerza Ismael: «hace solo seis meses que trabajo en el polígono y vengo a El Alquimista como cliente y ya somos amigos. Incluso alguna vez salimos por ahí juntos».
Álvaro lleva más de 15 años como cliente de este establecimiento y como trabajador del polígono. «He conocido a Bartolo, a Vicente y a Quica y ahora a Nayla. Siempre va a mejor: la paella de los jueves es espectacular y la parrillada de los viernes indescriptible», asegura mientras subraya que «lo más alucinante es el precio, ¿dónde encuentras una parrillada así por 16 euros?». Álvaro es argentino, algo a tener en cuenta en cuanto a su criterio hacia la parrillada y a la hora de valorar que «aquí hay un aspecto multicultural muy rico. No sé cuántas nacionalidades distintas hay, pero todos somos trabajadores igual. Siempre hay muy buen ambiente».
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