Mariano Torres antes de la entrevista con Periódico de Ibiza y Formentera. | Irene Arango

Mariano Torres (Ibiza, 1970) es el nuevo presidente de la Asociación de Autónomos del Taxi de Vila. Profesional del sector desde hace más de una década, llega al cargo con importantes objetivos en mente. El más urgente, lograr afrontar la situación de inseguridad que cada vez afecta más a los taxistas en la ciudad. Por ello ha pedido al Ayuntamiento de Ibiza y al concejal del área, Rubén Sousa, la instalación de cámaras y de botones del pánico en los vehículos. Consciente, además, de que hay otros problemas como los que tienen lugar durante la temporada alta, Torres tiene claro que, además de exigir, hay que hacer autocrítica.

—Es usted el nuevo presidente de la Asociación de Autónomos del Taxi de Vila. ¿Cuáles son los retos para esta nueva etapa?
—A nivel de la asociación, sobre todo, intentar dar servicio hasta el último rincón de la ciudad de Ibiza. Estamos un poco limitados ahora por el tema de la tecnología. A nosotros nos gestiona el GPS, como a toda la isla, la FITIE. Nosotros formamos parte de la federación y sí que tenemos capacidad para opinar. Pero la gestión es conjunta y siempre dependemos de esto.

—¿Quieren llevar ustedes esa gestión?
—No, a día de hoy está asumido que ha de ser así. Y quiero dejar claro que la FITIE es una federación necesaria porque tiene que gestionar el GPS y el tema de la carga y descarga. Me preocupa, eso sí, su subsistencia porque es el único medio que tenemos para poder desarrollar nuestra actividad de forma óptima. Sin embargo, hay gente siempre poniendo palos en las ruedas. No todas las asociaciones están en la FITIE pero sí las más significativas. Y, entre todos, intentamos hacer una buena gestión del GPS. Dependemos de la tecnología y de lo que dé de sí la tecnología.

—Pero la app va muy bien.
—Sí, el problema es que son apps generalistas que hay que adaptar a la isla de Ibiza. Y no solo a la isla, sino a los municipios. Aunque tuviéramos una app propia, no sería fácil. Por eso yo le digo a mis asociados que si ven cualquier laguna, que ayuden. Hay que corregir todo lo que se pueda. Por ejemplo, te puedes encontrar en la centralita con un cliente que no habla tu idioma pero que le entiendes. No te puede enviar ubicación porque no tiene Internet y la descripción que te da de la casa tarda. Eso significa que una llamada que inicialmente tendría que ser de escasos segundos, tarda más y se colapsa. Pero yo no puedo tener 34 operadores. Lo que yo sí quiero es que funcione de forma óptima aunque ya sé que no se puede ser infalible.

—Todo va hoy hacia la implantación total del área de prestación conjunta.
—Sí, por eso no tendría sentido que una asociación por sí misma tuviera que decidir. Nosotros tenemos que funcionar todos en grupo e intentar dar servicio a cualquier punto de la isla. Nosotros lo damos en Vila pero, si estamos en otro punto de la isla, podemos hacerlo.

—Pero, ¿ustedes están de acuerdo o no con el área de prestación conjunta?
—Nosotros somos partidarios de trabajar como se ha hecho hasta ahora. Nosotros funcionamos para dar servicio a cualquier punto de la isla y evitar esperas excesivas.

—Cada ayuntamiento tiene su propia gestión del taxi.
—Yo prefiero que se trabaje como hasta ahora. Cada municipio tiene sus condiciones. También ha de haber el área de prestación. Pero es beneficioso para todos trabajar como se hace ahora.

—En su primera reunión con el concejal del sector en Vila, Rubén Sousa, le han planteado cuestiones como la necesidad de instalar cámaras en el interior de los taxis y botones del pánico. ¿Tanta inseguridad hay?
—Sí, estamos bastante expuestos. Ha habido robos este verano, ha habido agresiones a taxistas… Las cámaras son un elemento disuasorio. Las grabaciones quedan guardadas unas 72 horas. Luego hay otro tema. Nosotros tenemos muchos problemas para asegurar los vehículos. No porque tengamos una alta siniestralidad sino porque las aseguradoras nos han dado la espalda. Lo que tenemos que hacer es salvaguardar nuestros intereses de cara a cualquier siniestro y las cámaras también sirven para esto porque grabarán el exterior del vehículo y darán a las aseguradoras una idea de lo que ha pasado. Esto les puede ahorrar gastos de gestión y jurídicos.

—¿Y con esto se ha solventado el problema con las aseguradoras?
—No, no se ha solventado. Hay huelgas previstas a nivel nacional para el 29 de enero. Imagino que nosotros la secundaremos de alguna manera.

—Pero, ¿los vehículos están asegurados?
—Sí, lo están. Pero hay pólizas que se van cancelando y puede que no las renueven o que, si lo hacen, tengan que pagar un 700% más. En la temporada estival hemos visto también a compañeros que hay querido pasar la póliza de un vehículo a otro y no ha sido posible o, si se ha hecho, ha sido a un precio totalmente abusivo. Esto ha provocado que haya habido vehículos parados días o semanas porque sin seguro no puedes circular. Es un problema bastante grave. Hay algunas aseguradoras que directamente no te aseguran y otras que te obligan a contratar otro tipo de seguros.

—Están haciendo negocio.
—Sí, evidentemente. No sé realmente en qué se escudan, pero la realidad es que nosotros estamos 24 horas en la carretera. Yo tengo dos vehículos y he dado solo dos partes. Hago casi 600 kilómetros diarios. No tiene demasiada justificación que una aseguradora te diga de un día para otro que no te renueva la póliza o que te la suba a 7.000 euros o que tengas que contratarle otros seguros. Es un tema muy complicado.

—Como presidente de la asociación, ¿cómo cree que se puede mejorar el servicio a los clientes en Ibiza? ¿O cree que está todo bien?
—No, no estamos funcionando de forma óptima. Por ejemplo, hay momentos en que la central no coge el teléfono porque está saturada por exceso de demanda de taxi. Lo que yo he dicho a mis asociados es que intenten que el factor humano solvente las lagunas que no puede solventar la tecnología. A veces el cliente no tiene toda la razón pero otras veces sí y nosotros tenemos que ser un filtro y decir «te vamos a ayudar como podamos». Tenemos que acudir a todos los servicios que nos demanden, no podemos negarnos a nada, no podemos seleccionar viajes. Hemos de poner de nuestra parte.

—Pero hay quien lo hace.
—Nosotros tenemos 130 asociados y la mayoría llevamos toda la vida trabajando en esto. Mi mensaje a los usuarios es que, si tienen un problema o se sienten a disgusto, nos lo comuniquen.

—¿Qué quejas tienen realmente peso?
—Por ejemplo, que un taxista ha seleccionado un servicio y ha dicho que no te lleva porque el destino está muy cerca. Hay otros puntos que, por muchos taxis que haya, no quieres atender el servicio. Por ejemplo, viajes a Dalt Vila. O que la avenida de Santa Eulària está llena de gente esperando y a ti te salta un viaje a Dalt Vila. Pero esto es algo que tenemos que evitar.

—Con el nuevo reglamento se prevén sanciones importantes para estos casos.
—Sí, y el Ayuntamiento sancionará lo que tenga que sancionar porque nosotros no podemos dar un servicio que no sea diligente y acorde con un servicio público.

—Personalmente, ¿qué opina de plataformas como Uber o Cabify?
—El servicio que está dando Uber en Ibiza es nefasto. Lo que pasa es que aquí hay muchas plataformas que se nos escapan, fondos de inversión… Hay grandes empresas y multinacionales que se dedican a especular. Compran las licencias a 42 euros y la venden por 50.000 o 100.000 euros. La persona que la compra tiene que explotar esa licencia. Y puede que sea su ruina para toda la vida. Estamos saturando el mercado del cliente de a pie y esto lleva también a las ilegalidades.

—Realmente el servicio de Uber tampoco es tan barato como pudiera pensarse inicialmente.
—Uber te cobra en verano 160 euros por un servicio entre el Aeropuerto y la cala Sant de Sant Vicent. En invierno ese mismo servicio lo pone a 20 euros. Como ya ha obtenido en verano el margen que necesita, le da igual reventar el precio en invierno. Esto va en detrimento del taxi y del propio usuario.

—¿Cuánto cuesta ese mismo viaje en taxi?
—Entre 40 y 45 euros. La gente, sin embargo, está acostumbrada a usar Uber cuando viaja. Sobre todo la gente del norte de Europa. Hay pocos taxis o no están disponibles y esta gente viene ya con la app de Uber instalada. Pero cuando le explicas a ese cliente que ha tirado el dinero porque estábamos nosotros ahí, parece que recapacita y te dice que te llamará a ti. Pero entonces te dice que el hotel le ha recomendado que llame mejor a una VTC. Esto sucede porque la VTC le está dando comisión al hotel. Son vehículos legales y que pueden trabajar pero con unas condiciones. Es evidente que esto también nos afecta. A una VTC la tienes que contratar directamente, no la puedes tener en la puerta. Pero eso está sucediendo. La VTC está a la puerta del hotel. Y esto pasa mucho.

—Como representante de los autónomos del taxi, ¿qué reivindica a las administraciones?
—Sobre todo, que se haga cumplir la ley. Tanto nuestro reglamento como la Ley de Carga y Descarga y otras.

—¿Cree que hay dejadez en ese sentido?
—No, me consta que se intenta. Y hemos mejorado con respecto a años anteriores. La vía es buena.

—¿También con respecto a los taxis piratas?
—El problema es que, como con Uber, el cliente también asume que hay piratas. Sucede lo mismo en el aeropuerto de Londres, que hay piratas y has contactado con ellos por teléfono. Así que llegan aquí y hacen lo mismo. El cliente realmente no sabe que se está cometiendo una ilegalidad. Nosotros hemos intentado informar. Tuvimos un punto de información en el Aeropuerto pagado por la federación y resulta que los piratas se beneficiaban incluso de los asientos que teníamos ahí.

—¿Cómo?
—Sí, se sentaban ahí y conseguían a los clientes. Y no había quien les echara. Teníamos ese punto de información, dos personas trabajando, los folletos… y resulta que el pirata cogía el folleto y le decía al cliente «sí, sí, yo te hago esto» y el cliente se pensaba que se iba con uno legal. En el Aeropuerto está todo permitido.

—Estamos en el primer mundo y supongo que, cuando viajamos, no desconfiamos.
—Cierto pero todo esto contribuye a que nuestros servicios no sean tan rentables como antes, a que trabajes a disgusto porque tienes delante tuyo cargando a un pirata. Encima, Aena es el que menos pone de su parte para solucionar el problema. El Consell y los ayuntamientos sí están trabajando para ello, hacen inversiones, se preocupan, tienen sus planes de inspección… Pero esto no se acaba en una sola temporada.

—¿Cuáles son hoy los puntos negros del taxi en Ibiza?
—Sobre todo la falta de profesionalidad de muchos de nosotros, que no hacemos caso del reglamento. Yo llevo 11 años como taxista y, por ejemplo, nunca he cogido un viaje que no fuera el mío. Nunca me he negado a hacer un servicio por corto que fuera. Tampoco a hacer una espera de un cliente, por mucho trabajo que haya. Nosotros deberíamos ser profesionales del taxi, llevar a los clientes al sitio que te pidan. Yo, por ejemplo, tengo un título universitario, he trabajado en hostelería y en gestoría, pero me siento muy a gusto trabajando en el taxi. ¿Por qué? Pues porque muy a menudo das con gente buena y muy interesante. Gente con la que hablas, que te da a conocer cosas, un libro, es un trabajo ameno. Pero todo depende de cómo lo enfoques. Si estás amargado, el cliente quiere darte conversación y le dices que no te hable, pues ya la tenemos montada (risas). Pero a mí me encanta esta profesión. Es sacrificada pero al final se convierte en una droga. Lo que tienes que hacer es hacer tu jornada e intentar disfrutar al volante.

—La gente sigue pensando que el taxi es caro. ¿Lo es?
—No, no lo creo. Realmente, un taxi del hotel Algarb al Aeropuerto te cuesta 12 euros. Pueden subir cuatro personas cargadas con maletas de 20 kilos. Y no llega a 12 euros. Es más barato que el autobús. Es verdad que la bajada de bandera, que son 5,45 euros, es alta, pero el taxi ha ido a tu puerta, con el aire acondicionado…

—Yo confieso que no tengo carné de conducir pero, echo cuentas, y utilizándolo a diario, sale más barato que si tuviera un coche.
—Cierto. Si tienes que pagar parking, seguro, taller… Si todos lo pensáramos, iríamos en taxi o en transporte colectivo. Los coches desaparecerían de la ciudad.

—¿Cree que se deben dar más licencias?
—No, está todo saturado. El equilibrio entre el verano y el invierno es muy difícil porque en verano, por ejemplo, te salen a la vez 3.000 o 4.000 personas de cualquier discoteca. Por muchas licencias que des, no lo arreglarás. Pasa lo mismo cuando vienen cruceros y se juntan dos. Alguien tendrá que esperar pero también esperamos en la peluquería o en el supermercado. Tenemos que asumirlo.

—¿Y cree que el sistema de las licencias estacionales es bueno?
—Sí, lo es. Es más, hay licencias estacionales por encima de las fijas. Si ahora estás en una etapa de regulación de flota, no tiene sentido que des más licencias. Ahora tienes una parte de las licencias paradas por esta regulación de flota y por falta de demanda.