Díaz de Entresotos, en la sala de plenos del Consell. | Arguiñe Escandón

Licenciado en Económicas y Derecho y empresario, Jaime Díaz de Entresotos (Santander, 1959) es el conseller de VOX en el Consell de Ibiza. Llegó a la isla en 1985 y trabajó unos años en Formentera para, posteriormente, retornar a Ibiza. Aquí se casó con Beatriz Marí, entrando así a formar parte, como yerno, de la familia del ya desaparecido Antoni Marí Calbet. Interesado desde siempre en la política, Díaz de Entresotos acabó en el PP de Vila, donde llegó a ser concejal. Pero, con los años, constató que la deriva de los populares no tenía ya nada que ver con el pasado y, junto a otros, fundó Actúa Baleares, entidad que acabó fusionándose con VOX.

Tranquilo y poco amigo del ataque gratuito, Díaz de Entresotos presume de una formación que, en el caso de Ibiza, tiene más mujeres con cargo que hombres. Y, en lo personal, se siente tanto «honorable conseller como honorable abuelo». Sorprendió a muchos cuando el pasado mes de diciembre alabó la figura del ya exconseller socialista Josep Marí Ribas, en su adiós a la política. «No somos amigos», asegura, «pero lo conozco desde hace años. Y aunque tengamos profundas discrepancias políticas, eso no quita para que puedas apreciar su figura».

—Se acaban de aprobar definitivamente los Presupuestos del Consell para 2025. ¿Qué le parecen?
—Me parecen insuficientes y por eso he votado en contra. No recogen nuestras pretensiones en cuestiones como el gasto destinado a menores extranjeros no acompañados (más conocidos como menas), hay muy poco presupuestado para la vivienda, que es el verdadero problema de la isla de Ibiza… De todos modos, los presupuestos no son más que un intento de compartir con los demás lo que se pretende hacer. No tienen demasiada importancia. Luego, cuando se vayan incorporando los remanentes de años anteriores y se vaya concretando, ya se verá cómo se desarrolla este proyecto del PP. Nosotros, insisto, hemos votado en contra porque echamos en falta una política clara en materia de vivienda y porque se asume plenamente y sin rechistar el problema de los menas.

—VOX es una formación muy crítica con el problema de los menas. ¿Cómo cree que debería gestionarse?
—Es verdad que existe una obligación del tratamiento de estos menores. Pero también es verdad que está más que demostrado que, cuando existe una institucionalización de menores de edad, casi siempre es un fracaso. La creación de microcárceles o microrresidencias gestionadas por técnicos ha demostrado mucha ineficacia a la hora de insertar a estos menores en la sociedad. Y no le hablo solo de los menas. Le hablo de cualquier menor o de personas que han de ser tuteladas por el Estado. Lo que funciona es la reinserción dentro de familias que se comprometan a ello. Por otro lado, estas instituciones, en el caso de Ibiza, están presupuestadas con cantidades desorbitadas, cosa que no sucede en otros puntos de España.

—El PP dice ahora que los menas han de volver a sus países de origen y con sus familias, que es el discurso que mantiene VOX desde hace años. ¿Qué le parece el cambio de criterio?
—Los cambios de criterio del PP no me sorprenden para nada. Conozco muy bien el PP y, cuando ven que algo se les escapa de las manos o tiene interés político, intentan apropiarse como si fuera de ellos. Pero durante mucho tiempo han intentado hacerse pasar por gente de izquierdas cuando su votante está en la misma línea de VOX en este tipo de cuestiones. El PP ha intentado pescar en otras aguas y no le va a servir de nada. Debería mirar a sus votantes y ponerse de acuerdo con ellos.

—Usted es muy crítico con lo que cuesta mantener a los menas en Ibiza. Pero hay que hacerlo. ¿Cómo cree que debería enfocarse este problema?
—La mejor forma sería a través de familias de acogida. Pero, si hay que institucionalizarlos, hay que reclamar el dinero al verdadero responsable de estos menores, que es el Estado. Por lo tanto, los presupuestos generales del Estado han de evitar que los consells tengan que financiar esto. Una cosa es que ejerzan la función, que han de hacerlo, efectivamente, pero otra tener que pagar estas cantidades cuando la responsabilidad es del Estado. Esto es una situación anormal que ha de cubrir la Administración General del Estado.

—En otros puntos del país, estos menores se han convertido en un problema social. En Ibiza, sin embargo, esto no parece que esté sucediendo. ¿O sí?
—Hay una desinformación absoluta sobre la realidad. Hace un año hubo caso de una violación en un centro de menores protagonizada por un mena que ya estaba aquí. Hay cuestiones que están empezando a llamar la atención. Y la gente está en alerta ante la posible apertura de centros de menores en entornos urbanos. El de Padre Morey está en Sa Coma, es una zona apartada de la ciudad y no se percibe. Pero directores de institutos y colegios nos cuentan que estos chavales no van a clase. Y esto pasa porque nadie ejerce autoridad sobre ellos. Nadie les obliga a estar en clase. Un autobús los deja en la puerta y ellos bajan y se van a otro sitio. Hay una dejación de funciones por parte del Consell de Ibiza y esto es grave. Cuando tú tienes que hacer una cosa o la haces bien o no la haces.

—La vivienda es el problema más grave de la isla. ¿Está usted de acuerdo con las medidas que se están tomando?
—Ya he dicho que los Presupuestos del Consell para este año son muy pobres en ese sentido. Han puesto tres millones de euros que hay que dividir entre cinco ayuntamientos, por lo que eso no es nada. A mí me consta que el presidente, Vicent Marí, es una persona que quiere afrontar el problema y está muy concienciado. Pero el problema de la vivienda es complejo y tiene varios orígenes. Entonces, la solución hay que encontrarla en muchos sitios. Por ejemplo, hay una responsabilidad del Estado en lo relacionado con la seguridad en los alquileres. Jurídicamente, es muy difícil combatir los impagos y las ocupaciones. Son procedimientos judiciales lentos y costosos y esto desincentiva a quienes tienen viviendas que podrían ponerse en el mercado del alquiler. La aplicación de la Ley de Vivienda tampoco tiene sentido en Ibiza porque la mayoría de los propietarios tienen menos de 10 inmuebles. En cuanto a la limitación de los precios, ya hemos visto que lo que provoca es que los propietarios dejen de alquilar a los residentes y pongan sus viviendas en el mercado del alquiler turístico.

—Pero es ilegal.
—Sí, pero les resulta muchísimo más rentable. La función del Consell está en la persecución de esos alquileres ilegales. Lo único legal son las viviendas con autorización. Pero aquí están terminantemente prohibidos los pisos turísticos. La ley balear sí prevé esta posibilidad pero hay que definir las zonas. Aquí se habló de platja d’en Bossa pero no en el centro de la ciudad.

—¿Y qué soluciones propone VOX?
—En primer lugar, la construcción de viviendas. Hay que distinguir entre viviendas para residencias y viviendas para funcionarios. En el caso de los funcionarios, VOX propone que sean las propias administraciones las que tomen medidas para conseguir viviendas para sus empleados. No basta con tener médicos. Has de garantizar que esos médicos puedan vivir aquí. Y has de luchar contra la realidad de unos precios desorbitados. Si como administración ves que no puedes tener funcionarios tendrás que volver a fórmulas que se usaron antes como las casas cuartel o las residencias. Esto permitiría que la situación se equilibrara. Aun así, tampoco es esta la única solución porque luego tienes una población residencial que trabaja en el sector privado. Hace falta modificar la Ley de Arrendamientos Urbanos, activar sistemas de alquiler garantizado que permitan que el propietario pueda cobrar la renta.

—Eso es lo que busca el programa Lloguer Segur.
—Sí, es un programa que nos parece razonable y que hay que desarrollar.

—Pero ya no se habla de la posibilidad de comprar vivienda. Todo se limita al alquiler.
—Cierto. Aquí hubo un cambio sustancial hace 15 años, cuando hubo el boom inmobiliario. El problema no es construir sino la demanda que hay. Vivimos en una isla que tiene una gran demanda de segundas residencias por parte de extranjeros y de españoles residentes en otros puntos del país. Esto es de difícil arreglo porque no puedes prohibirles comprar una casa aquí. Pero sí que puedes, por ejemplo, establecer líneas de ayuda para los residentes, que puedan al menos comprarse la primera vivienda.

—Eso se ha hecho pero con condiciones imposibles de cumplir.
—Claro, hay que ser realistas. Hacen falta viviendas, eso está claro, y hay que construir. Hay mucho miedo al ladrillo pero aún hay lugares en los que se podría construir. La competencia en materia de urbanismo está en manos de los municipios y debería estar en manos del Consell, al menos mientras dure esta crisis.

—¿Tiene solución el problema de los asentamientos?
—Es que es el mismo problema que el de la vivienda. Muchas empresas están buscando vivienda para sus empleados. Hay hoteles que, como se hacía antes, ya destinan parte de su espacio a sus trabajadores. Hay hoteles antiguos que podrían usarse como residencias para estos trabajadores temporales. Y hay empresas que están comprando o alquilando edificios para lo mismo. Pero, mientras esta situación de la vivienda no se arregle, seguirá habiendo asentamientos por toda la isla.

—¿Cómo cree que debería actuar el Consell en el tema del convenio de carreteras con el Estado?
—El convenio de carreteras con el Estado no existe. Pero hay que reivindicarlo. Pero, si el Gobierno se niega a compensar a Ibiza por las carreteras… Aquí no hay carreteras de carácter nacional y es la excusa del Gobierno para no ayudar. En Mallorca, se está favoreciendo hasta el tren de Sóller. Pero nosotros necesitamos ayuda con las carreteras. Hay puntos negros en nuestra red, hay zonas que hay que modernizar… Todo esto lo está asumiendo el Consell, es decir, los residentes en Ibiza. Y lo que utilizas para esto no lo puedes utilizar en otras cosas importantes.

—El Govern va a aportar este año 6 millones de euros para esto. Pero en Mallorca se hace cargo del servicio ferroviario. ¿No debería el Consell de Ibiza ser más reivindicativo con el Govern?
—Sí, en todos los sentidos, no solo con las carreteras. Debería ser más contundente en sus reivindicaciones. En esto y en otras cuestiones como la del mantenimiento de los menores extranjeros no acompañados.

—El ciclo del agua está de moda. ¿Comparten ustedes lo que se está haciendo para modernizar las redes y los sistemas en Ibiza o creen que podría hacerse mejores?
—VOX está en el acuerdo sobre el agua desde el minuto cero. A ver, el problema del agua no es tan grave porque el suministro está garantizado vía desaladoras. No hay un problema real de escasez de agua potable y no hay que ser alarmistas. Yo creo que no habrá nunca restricciones. Pero no podemos permitirnos que sigan salinizándose los acuíferos porque lo ecológico y lo que va en favor de la naturaleza es mantener el equilibrio. No creo realmente que haya un problema grave de agua. Se ha usado este tema como bandera pero es una cuestión que hay que tratarla con quienes saben realmente lo que hay que hacer.

—¿Sigue usted defendiendo que Ibiza necesita una sola administración y no un consell y cinco ayuntamientos?
—¡Totalmente! Es una reivindicación de primer orden. El objetivo de VOX y el espíritu del partido es que la Administración ha de tener un tamaño racional, razonable y eficaz. El tamaño implica coste y lo que queremos es que la Administración sea lo más barata posible y lo más eficaz posible. Los ayuntamientos se crearon a principios del siglo XIX y uno de los criterios era que una persona que viviera en el municipio pudiera acceder a la capital administrativa para realizar una gestión y volver en el mismo día. Esto ya no tiene ni pies ni cabeza. Nosotros hemos propuesto en el Consell abrir este debate, que se unifiquen todos los ayuntamientos de la isla. El ahorro sería del 60%. Pero los partidos políticos no son capaces de renunciar a 115 concejales. Eso es muy goloso. Esto se podría sustituir por un máximo de 30 o 31 consellers o concejales. Las medidas de la isla son perfectas para una sola administración. Aquí la movilidad está garantizada y las nuevas tecnologías facilitan todo muchísimo. Pero no hay interés político. Sobre todo por los 115 concejales. Si esto se hiciera, ese macroayuntamiento tendría un coste mucho menor y dispondría de mayores recursos para lo que realmente importa. Y, muy importante, nos costaría menos dinero.

—¿Cómo se analiza desde Ibiza la ruptura de su partido con el PP balear?
—Pienso que el PP tiene miedo a ser señalado como próximo a VOX, así que intentará pactar eventualmente con la izquierda para sacar adelante sus objetivos. Sin embargo, como siempre que hay un pacto, hay que renunciar a algo. Y ellos ya lo han hecho con la Ley de Memoria Histórica o renunciando a derogar el requisito del catalán para acceder a la función pública. Yo espero que la gente se dé cuenta de lo que está haciendo el PP.

—¿Y les ha sorprendido?
—A mí no me sorprende pero hay mucha gente del PP que no se lo cree, no lo ve o no quiere verlo. Cuando tú ves lo que de verdad hace el PP es cuando te replanteas las cosas. Yo estuve muchos años en el PP y luego me di cuenta de que aquel ya no era mi partido. Es un partido de maricomplejines.

—¿Adelantará Marga Prohens las elecciones o aguantará?
—Creo que no las adelantará, que aguantará.

—Hablemos de su partido. Dicen que VOX es extrema derecha pero no creo que haya alguien en Ibiza que piense que usted lo es.
—Yo siempre había entendido que la extrema derecha eran unos seres violentos, que buscaban un Estado autoritario y totalitario. Gente que quería que los militares gobernaran. Pero es que esto no tiene que ver nada en absoluto con VOX. Si la gente quiere saber lo que es VOX, basta con leer sus estatutos. Se quedarían sorprendidos. Yo estaba en Actúa Baleares que luego fue absorbido por VOX. Lo primero que hice cuando se nos dijo que seríamos absorbidos fue leerme esos estatutos y el programa electoral de VOX. Y me sorprendí mucho. Era un programa que se llamaba 100 medidas y era algo muy impresionante por el sentido común y la normalidad. Se hablaba en ese programa de las cosas más normales, de cómo actuar en política de la forma más honesta, de simplificar la Administración, que es la clave para un partido muy liberal… Queremos una Administración sostenible y eficaz. Pero VOX no tiene nada que ver con el odio. Yo le recuerdo que el presidente de VOX Mallorca era un señor que estaba separado de otro señor. Lo más normal del mundo. Y, en cuanto a los cargos actuales, yo le aseguro que no son solo las familias tradicionales.

—A mí me llama la atención cómo gestionan ustedes los ataques del PSOE en el Consell o en el Ayuntamiento de Ibiza.
—A mí me hacen gracia. Yo sé lo que soy, sé lo que pienso y sé cuál es el pensamiento de mi partido.

—Les llaman racistas pero tienen un secretario general, Ignacio Garriga, que es negro. Les llaman misóginos pero hay un importante número de cargos que son mujeres. Es contradictorio, la verdad.
—En Ibiza, tenemos cuatro concejalas, una parlamentaria, dos concejales y un conseller. Hay más mujeres que hombres pero nos llaman machistas. A mí me da igual lo que digan. Pero es que hoy en día no hay gente machista como tal. De la gente que a mí me rodea, creo que no podría señalar a nadie como machista. En cuanto al racismo, pues lo mismo. Es absurdo llamarnos racistas o decir que estamos en contra de los inmigrantes cuando lo que queremos es que haya una inmigración legal y controlada.

—Santiago Abascal es presidente de Patriotas por Europa. En Alemania y Francia, la AfD y Marine Le Pen avanzan también de forma importante. Javier Milei ha arrasado en Argentina y lo mismo puede decirse de Donald Trump en EEUU. ¿Qué está pasando?
—Lo que está pasando es que la gente se está dando cuenta de que se mandan mensajes que no son de sentido común. La derecha tradicional se ha dedicado únicamente a la Administración. Y la izquierda se ha ido al buenismo. Ambos han caído en el wokismo. A ellos no les afecta para nada. Pero la gente normal, la que se tiene que levantar pronto para trabajar, la que tiene que ir a la Seguridad Social, la que necesita vivienda, la inmensa mayoría de la población está diciendo «basta ya» ante tanta tontería. La gente quiere que le resuelvan sus problemas, no que les generen otros nuevos. La gente quiere tener acceso a la vivienda, salarios razonables, poder llevar la vida que tenían nuestros padres. No puede ser que vivamos ahora peor que antes.

—Pero es así y los jóvenes no tienen mucho futuro.
—¡No exageremos! La juventud siempre ha sido igual. Yo fui joven en los años 70 y 80 y también había crisis e incertidumbre sobre el futuro. Y casi todos hemos avanzado y nos hemos desarrollado. La juventud se adapta y, cuando empiezan a trabajar, espabilan. Ha sucedido siempre y seguirá sucediendo siempre.