La procesionaria se ha convertido en uno de los principales enemigos públicos de la isla de Ibiza. Esta oruga, que ataca un elemento tan autóctono de nuestras islas como son los pinos -además de suponer un peligro para las mascotas – comienzan su ciclo biológico en estas fechas -en la península es un poco anterior-. Por ello, comienzan las tareas de pulverización en la mayor parte de los bosques de isla, unas labores que durarán aproximadamente un mes, para poner freno a su expansión y tratar de evitar que se conviertan en plaga.
En Sant Llorenç, en uno de los puntos convertidos en un improvisado helipuerto, el jefe de servicio de sanidad forestal del govern balear, Luis Núñez, ha explicado todos los detalles de esta nueva campaña contra la procesionaria, que comenzó hace apenas unos días, el 30 de octubre. Una campaña que se realiza mediante «dos medios aéreos, el helicóptero y el avión, el primero para zonas más pequeñas, y el segundo para las más grandes», explica.
Núñez ha querido explicar sobre las características del producto que se pulveriza mediante los vehículos aéreos: «es un producto larvicida, que mata las orugas cuando son pequeñas y acaban de nacer. Es un producto biológico y ecológico, que se deposita mediante microgotas». Sobre su funcionamiento, ha añadido que «cuando las orugas salen a comer por la noche, se lo tragan y las bacterias producen un microcristal en el interior de la oruga que provoca que terminen muriendo de inanición».
Efectividad
La efectividad de este tratamiento es alta, tal y como explica Núñez. Si bien hay una parte de estas que van a sobrevivir y avanzar en su ciclo, la mayoría morirán como consecuencia de este tratamiento. «La efectividad en laboratorio del producto es superior al 90 por ciento. En el campo se reduce un poco, pero sigue estando en torno al 80 por ciento», detalla el técnico. En todo caso, para aquellas que no fallecen en primera instancia, se realiza una pulverización unos quince días después.
En cuanto a superficie se refiere, la realidad es que la mayor parte de Ibiza está ya afectada por esta procesionaria, la zona suroeste. La isla cuenta con 23.246 hectáreas de pinar autóctono, los cuales no se han defoliado como consecuencia de la procesionaria, como si ha pasado en muchos puntos de la península. Esto supone que los pinos no pierdan su color verde tradicional para dar paso al marrón.
Sin embargo, según ha explicado el técnico forestal, hay casi 15.000 hectáreas afectadas del total de la isla, lo que supone que casi el 70 por ciento del total se vea con esta problemática. Sin embargo, poniéndolo en escala, la situación es mucho más optimista que en otros puntos del país «donde hay millones y millones de orugas».
Proliferación
Además de las pulverizaciones, este año se han retirado 25.500 bolsones de esta procesionaria en las zonas que el pasado año no se trataron. Por si fuera poco, ha añadido Núñez que se van a tratar en Ibiza 12.500 hectáreas nuevas, además de las 6.000 que ya se trataron el año pasado. En Formentera, el plan se ha incrementado también en otras 12.500 hectáreas.
Según ha explicado Núñez, la proliferación de la procesionaria también está directamente vinculada con la expansión de las serpientes por toda la isla. Y esto es porque, cuando están en su primera fase y todavía están en tierra, las lagartijas se comen a las orugas. Unas sargantanes que, a la vez, son presa de las serpientes. «Hay una correlación entre las zonas en las que más bolsones tenemos con donde más serpientes se capturan, puesto que hay menos sargantanes».
Para llevar a cabo con este plan, durante un mes «se realizarán vuelos constantes tanto del helicóptero como del avión», ha explicado Núñez. Ha incidido en que Ibiza es un punto en el cual «la procesionaria se introdujo hace ya casi 50 años, en 1975, y todavía no ha estallado como para convertirse en plaga. El objetivo de todo este plan es que siga sin convertirse en plaga».
Tras todas estas explicaciones técnicas, uno de los pilotos encargados de acometer este plan mediante el helicóptero ha hecho una demostración de su actividad, pulverizando una de las zonas del bosque de Sant Llorenç. De fondo, el avión -que ha llegado algo tarde como consecuencia de las inclemencias climáticas- se une a la tarea de fumigación para tratar de poner fin a la procesionaria que ataca a nuestros pinares
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