El bar y restaurante Can Guillamó abrió sus puertas en 1965 en lo que habían sido los almacenes de Vicent Guillamó Prats, quien trabajaba como comerciante en Ses Païsses. «Cada vez que conseguía reunir algo de dinero hacía una ampliación de los almacenes», apunta su hijo Pepe, señalando distintos espacios del bar.
Negocio familiar
Cuando Vicent Guillamó convirtió los almacenes en bar, el resto de la familia —su esposa Catalina y sus hijos, Vicent, Toni y Pepe— se implicó en el negocio desde el principio. «Mi padre cogía el autobús para ir a Vila a hacer sus negocios mientras nosotros nos quedábamos en el bar», recuerda Pepe, quien comparte: «Yo tenía que subirme a un cajón para poder llegar al brazo de la cafetera y colgarme de él».
La familia Guillamó, «salvo alguna etapa en la que se alquiló», tal como recuerda Pepe, fue la que se hizo cargo del negocio familiar hasta 2018. Allí pasaron su vida Pepe y sus hermanos. «Lo llevó mi hermano Vicent junto a su mujer, Paquita d’en Musson, y su hijo Toni hasta hace unos años», explica Pepe, recordando que, tras el fallecimiento de su hermano Vicent, con pocos meses de diferencia respecto al de su padre, «lo siguieron llevando entre Paquita y Toni durante un tiempo hasta que se hizo cargo Carmen».
Nueva etapa
Pepe se refiere a Carmen Escandell, quien llevaba trabajando como camarera en Can Guillamó desde el fallecimiento de Vicent. «Yo también crecí dentro de un bar, Can Cametes de Sant Miquel, por lo que no me costó animarme a alquilar el bar cuando me lo ofrecieron, en 2018», explica Carmen.
El modelo de negocio de Can Guillamó no ha cambiado: «Estamos especializados en comidas ibicencas», subraya Carmen, quien destaca el éxito de sus platos: «Todos los jueves preparamos nuestros famosos ossos amb col y tenemos una lista de espera de dos semanas para poder conseguir mesa. Cada jueves de invierno hacemos hasta 45 kilos de este plato».
Escandell se refiere a uno de los platos del menú diario que cocinan en Can Guillamó, pero el resto de la semana, tal como explica Carmen, «tenemos otros platos con mucho éxito, como el bullit de peix de los viernes, el arròs de matances de los sábados o la paella de los miércoles, además de dos días de legumbres». Mención especial merece la greixonera que preparan como postre en la cocina donde, desde hace un año, Pep está «adaptándose a la manera de cocinar de Carmen», tal como él mismo reconoce con humildad tras tres décadas de experiencia en la cocina del restaurante Sa Torreta.
Nayeli y Neyi son el resto del personal que, junto a Carmen, ofrecen el servicio en Can Guillamó «de la misma manera a cualquier persona que venga, sea quien sea».
«Nuestra temporada alta es en invierno», explica Carmen para justificar que «los ossos amb col empezamos a hacerlos en octubre, el arròs de matances en septiembre. A partir de mayo solo seguimos haciendo el bullit de peix». Una temporada alta que da
pistas sobre el carácter local de la clientela, que, tal como explica Carmen, «es gente de aquí, gente trabajadora y fija de cada día, generalmente. Si entra algún ‘guiri’, es porque se equivoca». Además, Carmen reconoce que su clientela tiene un género determinado: «El 90% de nuestros clientes son hombres».
Los clientes
Uno de ellos es Rafel, quien asegura: «Llevo viniendo a Can Guillamó desde hace más de 50 años». Rafel, desde su veteranía, no tiene ninguna duda al asegurar que «es donde hacen los mejores menús de Ibiza», de los cuales su plato favorito es «toda la legumbre que hacen, además de la greixonera».
Jose considera Can Guillamó «el comedor de casa desde hace seis o siete años: vengo cada día». Jose, además de vecino, también trabaja en un negocio cercano, Grúas Jícar, y es habitual del bar del barrio junto a su compañero Luis y su jefe, José María. «El plato que más me gusta es la paella de los miércoles», opina José, mientras Luis, que lleva 20 años como cliente, defiende que «lo mejor es el bullit». El jefe de ambos, en cambio, pone en valor «el pollo al curry» y asegura que «Can Guillamó es tan agradable que no faltamos ningún día desde la época de Vicent».
Pep, aunque asegura que lleva 30 años como cliente de Can Guillamó, no se decide a elegir un plato favorito: «No soy maniático; lo mejor de todo es el trato y la calidad en general de todo lo que hacen, por eso vengo habitualmente desde Cala Vedella».
Carmen define a Toni Benet como «uno de los más veteranos». Luciendo la sorna ibicenca, Benet asegura que «vengo siempre porque me pilla de camino, vivo muy cerca, y porque las camareras son guapas». Sin embargo, no deja de poner en valor «los ossos amb col y la legumbre, que les sale delicioso». El veterano también confiesa que en Can Guillamó ha vivido momentos de diversión «como alguna cena a puerta cerrada».
Alba representa al 10% restante de la clientela a la que se refería Escandell, además de representar la excepción respecto a la veteranía del resto. «Es la primera vez que vengo y he alucinado de lo bien hecho que está todo», reconoce Alba, quien afirma que «he venido a trabajar esta temporada y la verdad es que es un gusto descubrir lugares como éste. Me ha alegrado el día y es que tanto ‘guiri’ por todos lados ya cansa».
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