Turistas mirando tiendas de la Plaça de Vila. | Arguiñe Escandón

A escasos días de acabar julio, Ibiza se encuentra en su momento más álgido de la temporada. Es el momento en el que la mayoría de negocios de la isla alcanzan sus picos de máxima facturación. Y, pese a ello, son muchos los comerciantes y negocios que coinciden en afirmar que la temporada no está siendo lo que se esperaba en un principio. Locales y establecimientos de la zona más turística del casco antiguo    de Ibiza coinciden de manera casi unánime en esta valoración.

Los motivos que se señalan a la hora de analizar las causas de este freno en la actividad económica son diversos. En primer lugar, cabría analizar si es que el número de turistas ha caído. Sin embargo, la afluencia de gente en la isla parece situarse en niveles similares a los de cualquier otro año, a falta de que se hagan públicas las cifras oficiales de afluencia turística. Es por ello por lo que cabe apuntar a un cambio de perfil del turista. Puede que el incremento de cruceros que llegan al puerto, más la proliferación de los ‘vuelos de bajo coste’ esté impactando a la economía doméstica.

Las impresiones, por norma general, entre los comercios de Dalt Vila y la Marina tienden a apuntar hacia ese freno en la actividad comercial respecto al más que positivo año 2023.

Temporada muy suave

Bajando del Ayuntamiento de Eivissa (Can Botino) hacia la Plaça de Vila nos encontramos con Cevitxef, un restaurante de fusión de comida peruana con asiática. Su encargado José Miguel comenta que está siendo una temporada «bastante suave en líneas generales». Si bien el mes de junio «no estuvo nada mal», lo que llevamos de mes de julio está siendo bastante peor que el julio del mes pasado.    «El año pasado por estas fechas estábamos llenos y éste no» comenta José Miguel, y coincide en que son muchos de sus compañeros de la zona que comparten lo mismo. Sobre los motivos señala que los cruceros que vienen este año muchas veces son «de todo incluido», entonces no dejan dinero en los comercios de la zona.

Un poco más adelante, y ya llegando a la Plaça de Vila, se encuentra la Boutique Ibiza Amanecer, una tienes de ropa en la que trabaja Elena. Comenta que «hay días de todo, pero la temporada no está siendo buena; diría que un poco peor que la del año pasado». Apunta hacia la subida de precios y que la gente opta por ir a sitios más económicos. «La carretera está llena, no sé si hay menos gente, pero sí que es evidente que gastan menos», según afirma.    En un sentido muy similar a éste se pronuncia Sandra, de Mini Califa, otra tienda de ropa y complementos en la misma plaza que esta. «Se está vendiendo mucho menos; la gente se está quejando de que esta temporada es realmente mala comparada con la pasada. No es quejarse por vicio sino que es lo mínimo de lo mínimo», según asegura. Sandra se aventura a señalar varios de los motivos que pueden llevar a los comercios de la zona a encontrarse en esta situación. Hace hincapié especialmente en el perfil de la gente, que «ya no es un turismo de calidad el que viene a Ibiza». Además, sabe que no es algo que afecte a su negocio únicamente sino que como ella misma dice «sus amigas de la zona piensan lo mismo».

Turistas en el casco antiguo. | A.E.

Respecto a las expectativas de la temporada, no son buenas para ella, mientras los cruceros sigan trayendo «el mismo perfil de gente». Sandra incluso señala que tiendas que antes cerraban a la una de la madrugada ahora lo hacen sobre las 23.00 horas porque hay poca gente por la calle.

Hostelería afectada

La hostelería del lugar no se queda al margen de esta situación, pues está viviendo algo muy similar.    «Las mañanas se van salvando, pero en las noches se nota mucho que falta gente», comenta Antonio, camarero de un restaurante de la plaza de Vila. «La gente se ve, pero está claro que las ventas no están siendo tan boyantes como otros años», según apunta.

En una de las cosas que más rápido nota en su ámbito Antonio la bajada de clientela es en el bote de propinas. Y es que esto viene directamente vinculado con el número de gente que acude al restaurante. La pasada noche, comenta, no se llegaron a 100 clientes «cuando el año pasado se superaban esas cifras prácticamente cada día».

Todavía resiste

Un mensaje algo más optimista es el de Popa Ibiza, un bar que se encuentra ubicado justo al lado del anterior. Su encargada, Carla,    comenta que «esperaban un mayor volumen de gente y una mayor calidad de la clientela» pero que, sin embargo, la zona del casco antiguo «sigue sobreviviendo» frente a otras zonas más afectadas como la del puerto de Ibiza.

Ella sí valora positivamente la actividad de los cruceros pese a que «hay cruceros más buenos y cruceros más malos». No obvia que la facturación ha bajado, algo que entiende que los proveedores también han notado porque, lógicamente, ellos piden menos producto. «En vez de pedir cuatro barriles en tres semanas pedimos dos», asegura Carla.   

Uno de los restaurantes más conocidos del lugar es La Dispensa, subiendo ya hacia el Carrer de la Santa Creu. Para su encargado «hay una baja afluencia de gente, intentamos aprovechar al máximo lo que hay, porque se nota mucho el bajón». Pero, para él, no está vinculado al sitio en el que están sino a la isla en general: «Tengo amigos en Platja den Bossa, amigos en Sant Antoni dedicados a la hostelería y en todos los sitios pasa lo mismo; Ibiza este año está un poco bajo».

Menor facturación

«Este año es mucho más lento que los anteriores ya van cuatro años pero este es, sin duda, el peor. Normalmente antes se notaban los cruceros pero ahora tampoco se nota, quizás al principio de temporada sí, pero ahora ya no. En esta zona la noche quizás se salve, pero las tiendas estamos sufriendo bastante». Esta es la opinión de Rosi Méndez, encargada de una tienda de productos de marroquinería y piel del casco antiguo.    Su experiencia le avala para hablar de la zona y en el comercio, puesto que lleva 25 años. Para ella tiene mucho que ver el cambio de perfil en el tipo de turista, que viene «más vinculado a los vuelos de bajo coste y los cruceros».

La Plaza de Vila, vacía. | A.E.

La diferencia es notable. En su tienda, asegura que ha facturado «un 18% menos que el julio pasado». La cifra es todavía peor en otros establecimientos de la zona, que le comentan que las ventas han decrecido «hasta en un 50% en comparación al año pasado».

Turistas ajenos

Pese a las quejas de muchos de los comerciantes y hosteleros de la zona, los turistas prosiguen con sus vacaciones ajenos a estas protestas y disfrutando de los encantos del casco antiguo de la isla.

Es el caso, por ejemplo, de dos parejas provenientes de Milán que se están hospedando en un piso de alquiler en Dalt Vila, pese a ser ilegal, en su primera vez en la isla. Les encanta bajar a la plaza «a disfrutar de los restaurantares del lugar» y su cercanía con el puerto y la Marina. Ahora, lo que esperan después de esta experiencia, es repetir «y poder volver muchos años más».

Un turismo muy diferente es el que está realizando Carol, una joven proveniente de Burgos, que ha venido hasta Ibiza sola «para venir a la aventura». Se está hospendando en Vila, pero lo primero que ha hecho al llegar es acercarse hasta el casco antiguo, «que le ha encantado». Sin embargo, ella también ha notado esta baja afluencia de turistas «ya que esperaba mucha más aglomeración de otros turistas como ella».