A medida que fue avanzando la mañana de este viernes en el Aeropuerto de Ibiza, los pasajeros se fueron acumulando en interminables colas ante los estands de facturación . | Toni Planells

El apagón mundial de Microsoft dejó sentir sus efectos también en Baleares. Docenas de vuelos sufrieron importantes retrasos y se produjeron algunas cancelaciones, aunque las Islas capearon con bastante solvencia un temporal cuyas consecuencias se presumían bastante más aparatosas a primera hora de la mañana, cuando se supo que el fallo informático del antivirus de la firma CrowdStrike estaba poniendo en jaque la logística de múltiples sectores del mundo entero.

En el caso del Archipiélago, la afectación en los aeropuertos se tradujo en largas colas en algunos mostradores de facturación y    docenas de vuelos retrasados a lo largo del día, con esperas para los pasajeros de hasta más de dos horas, aunque las cancelaciones fueron mínimas. Y todo ello en una jornada que se abría con 1.554 operaciones previstas -367 en Ibiza-, tanto en vuelos de salida como de llegada.    No fue hasta primera hora de la tarde cuando Aena comunicó el total restablecimiento de sus sistemas tras una frenética mañana de caos.

Parejas de viajeros. | Toni P.

El caos se iniciaba en el aeropuerto de Ibiza a primera hora del día.    A medida que la mañana de este viernes iba avanzando, la presión humana en el aeropuerto de Ibiza iba aumentando de manera significativa ante los mostradores de facturación.

Tras el problema informático que ha colapsado el sistema de la red de aeropuertos de toda España, la falta de información a los pasajeros respecto al retraso de sus vuelos se convirtió en una de las quejas más reclamadas entre quienes esperaban pacientemente en la cola de facturación.

«La única información que nos dan es por megafonía y dicen que nos pongamos en contacto con nuestra compañía», explicaba Javier mientras se quejaba de que «naturalmente, desde la compañía nos dicen que es un problema de Lena en del que no pueden hacer nada».

Javier tenía un vuelo de vuelta a Bilbao a primera hora de la mañana y, tras horas de espera ya se mostraba mentalizado de que «no voy a poder llegar a tiempo a casa para ponerme a trabajar esta tarde».

El caos de los pasajeros. | Toni P.

No obstante, las horas de espera le dieron «la oportunidad de hacer amigos». El vasco se refiere a José Ramon y a Lourdes, que con humor se consuelan con un «por lo menos, es una manera de conocer buena gente». La pareja se disponía a «pasar el fin de semana en Bilbao». Sin embargo, los planes del fin de semana se iban diluyendo a medida que pasaban las horas ya que «si la cosa sigue así y no salimos hasta mañana, tendremos que anular el viaje, que tengo que volver el domingo y para tan poco tiempo no me vale la pena».

«Tendremos que renunciar a los pinchos, que no es poca cosa, pero peor lo tienen los que tienen que trabajar, como Javier, o quienes tienen una conexión con otro vuelo», añadía José Ramón con empatía y resignación.

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Un ejemplo de quienes temían perder un vuelo de conexión fue la familia de Yastín y Gastón y sus hijos, Luciano, Felipe y Olivia, que, tras pasar unos días en Ibiza pretendían viajar a Cagliari, Italia, vía Barcelona. De nuevo, la falta de información es una de las reivindicaciones de los pasajeros, «toda la información que tenemos es gracias a otros pasajeros», aseguraba Yastín.

«El vuelo de conexión es por la tarde, pero como son de la misma compañía, espero que no haya más problema que el de los retrasos», admitía Yastín con optimismo mientras deseaba «que no se demoren mucho los vuelos, porque mi hija Olivia ya comienza a estar enojada».

Enfado

Un enojo que, a medida que pasaban las horas se iba extendiendo a otros pasajeros. «Llevamos aquí desde las 07.15 horas y todavía no hemos podido ni facturar», aseguraba Ana a media mañana de este viernes al límite de la paciencia. Ana también pretendía partir a primera hora de la mañana a Bilbao junto a sus compañeros de la Colla de Sa Bodega «para hacer un intercambio con otra asociación folclórica» y ‘amenazaba’ con humor con que «si esto se alarga mucho, acabaremos haciendo una sonada aquí mismo».

«Primero nos han dicho que había un fallo informático puntual. Después que era un problema a nivel nacional y ahora parece que se trata de algo a nivel global», aseguraba Óscar respecto a la información que recibió la colla sobre el retraso de su vuelo. «Además, con tanta gente esperando, los restaurantes se han quedado sin nada» añadía Nerea, que no perdía el humor para añadir que «si la cosa se alarga acabaremos pidiendo un Glovo».

Turistas se desesperan. | Toni P.

Y es que, pese a la frustración obvia en casos como el registrado este viernes, el ambiente del aeropuerto durante la mañana no fue tenso. Entre acumulaciones de maletas muchos turistas aprovechaban para echarse el sueño que tenían programado para el vuelo. Otros se entretenían con el teléfono móvil e incluso había quien jugaba una improvisada partida de cartas sobre una maleta como mesa.

Talia y su pandilla de amigos, Alice, Jane y Kudzai, también esperaban en una de las interminables y estáticas colas de facturación desde las 7:30 de la mañana. Pese a las horas de espera, el grupo australiano no perdía el buen humor y la sonrisa, «volamos a Barcelona, donde vamos a pasar unos días; nos da igual la hora a la que lleguemos».

«Por el momento mantenemos todos la calma», observaba Mark, que pretendía volver a Inglaterra junto a su familia a primera hora de la mañana y admitía que «cualquier otra cosa que no sea la paciencia es totalmente improductivo en estos casos».

Algunas personas sacaban su mejor humor para las fotos. | Toni P.

También ponían fin a sus vacaciones en Ibiza las dos parejas marbellíes que forman Sofía y Nicolás y Pablo y María. «Hemos visto por internet lo que está pasando, pero hemos querido venir al aeropuerto puntualmente por si acaso, no podemos perder el vuelo», explicaba Nicolás. «Venimos mentalizados, hay que tomárselo con filosofía», añadía Sofía mientras María subrayaba con simpatía que «la filosofía es que Ibiza nos ha abrazado tan fuerte y le hemos caído tan bien que no quiere que nos vayamos».

En Mallorca, en cambio, el ambiente no fue tan distendido ya que tuvieron que reforzar la presencia de la Policía Nacional.