Fina asegura que le ha costado un mes poder hablar de esta decisión sin emocionarse.  | Moisés Copa

No tienen la edad para jubilarse; no deben abandonar el local por problemas con el alquiler y les encanta su trabajo. Aun así, Fina y Narciso han decidido cerrar su negocio el próximo 29 de junio después de 35 años al frente de la Pastelería Fina, ubicada en el municipio de Ibiza. Ella asegura que le ha costado un mes poder hablar de esta decisión sin emocionarse demasiado o sentir un fuerte pellizco en el corazón.

«Era un dolor físico real», dice Fina. Él reconoce «no llevar bien» este momento, aunque ambos saben que es lo mejor que pueden hacer. Tras superar Narciso un gravísimo problema de salud, son conscientes de que la vida les ha dado una segunda oportunidad, por lo que quieren poder disfrutar de tiempo libre y hacer otras cosas. «Todo esto nos hizo reflexionar. Han pasado dos años desde aquello y, al final, teníamos siempre el mismo trabajo, así que pensamos que debíamos fijar ya una fecha», reconoce ella.

Sabiendo que las Navidades son su época fuerte del año, que de cara a la Semana Santa debían elaborar sus famosas Monas de Pascua y que cuando acaba el curso escolar el trabajo aminora un poco, el 29 de junio es la fecha elegida. «Ahora es cuando de normal empezaríamos a preparar la Navidad. O seguíamos o cerrábamos», insiste. Ninguno de los tres hijos de la pareja se ha animado a hacerse cargo del negocio, aunque el mayor estudió Pastelería en Barcelona. De hecho, él es en parte responsable de los conocidos turrones artesanales que para las fiestas triunfan siempre en la Pastelería Fina. «El de hierbas ibicencas y el de café caleta son los más solicitados. Tenemos hasta 30 variedades y los seguiremos haciendo para nosotros», afirman. Narciso viene por parte materna de dos conocidas pastelerías de Ibiza: el Forn de Can Bernat y el Forn de Can Racó «y he nacido en una panadería», según comenta. Tras contraer matrimonio, ella se incorporó a este sector. Después de unos años trabajando con la familia, la pareja decidió independizarse empresarialmente y abrió la Pastelería Fina durante las Navidades de 1988. «En las celebraciones familiares, todo lo elaboramos nosotros. De hecho, nuestra hija se casa en noviembre y nosotros nos encargaremos de la tarta», explica la pareja. Fina manifiesta que todo lo que venden ha sido preparado «como si fuera para nosotros», huyendo de productos congelados, tan habituales hoy en día en otros comercios similares. Incluso, si en algún momento dado un cliente les ha sido «infiel» y ha sucumbido ante este tipo de bollería, éste les ha reconocido después que no hay nada como los dulces y pasteles que ellos venden.

«Tengo clientes de hace 35 años, de cuando abrimos. Algunos, viven fuera y cuando viajan a Ibiza se llevan cosas como el pan payés. Tenemos clientela muy fiel procedente de Madrid o Santander», destaca Fina. Lejos quedan ya las noches en las que trabajaban sin parar preparando comuniones y otras celebraciones. En todos estos años, además, han ido incorporando nuevos sabores y técnicas para adaptarse a los gustos de nuevos clientes procedentes de todos los continentes.

«Son nuevos retos y a mí me gustan mucho. Esto es un pastel de tres leches, que a los sudamericanos les gusta mucho. Mi hijo hace unos Panetonne riquísimos. Hemos ido aprendiendo e incorporando nuevas cosas y muy bien», explica ella. Sin duda, los más golosos de Ibiza sentirán especialmente el cierre de la Pastelería Fina el 29 de junio.