Mariaje González Flor, durante su ponencia este miércoles en el Teatro España de Santa Eulària. | Alejandro Mellon

Experta en alfabetización mediática, aunque periodista de formación, Mariaje González Flor (Madrid, 1972) imparte en Santa Eulària interesantes talleres «para enseñar a todo el mundo lo que implica manejarse con la información, los medios y las plataformas a nivel digital». Tras su paso por Microsoft, forma parte del Comité Ejecutivo de una alianza impulsada por la Unesco, la ‘Media and Information Literacy Alliance’.

Imparte en Santa Eulària los Talleres para Familias Digitales.

Desde el Ayuntamiento leyeron una entrevista que había concedido a un medio digital y contactaron conmigo puesto que detectaron que en la isla había familias con una gran inquietud porque los padres no conseguían guiar a sus criaturas en el mundo digital. Cuando me llamaron, les ofrecí la opción de formar a los chavales, pero también sabía de la necesidad de formar a las familias. En realidad, se trata de un itinerario formativo que contará con otros talleres en octubre y en noviembre. El de ahora se centra en el uso de las pantallas por parte de los menores para enseñar a las familias a guiar a sus hijos en este mundo desde antes que tengan el móvil y que así los padres no saquen la parte digital de la educación, sino que sea una pieza más de esa formación que reciben en casa. Empezamos tan temprano porque ahí todavía los adultos somos referentes. Después, nuestros hijos comienzan a pasar de nosotros. Al final, empezamos ahí, pero lo extendemos a toda la adolescencia y el taller va dirigido a familias con criaturas que estén por debajo de quinto de primaria hasta segundo de bachillerato. El objetivo es que esto sea útil y que pueda dotarse de herramientas a las familias para que luego ellas se lo lleven a casa y lo puedan poner en práctica.

Los padres habrán tenido que aprender a marchas forzadas en estos temas.

El taller es un mix entre información, porque sí hay gente que está al día de los riesgos, pero también de formación para dar a los padres recursos. Lo único que ellos tienen en común es que son padres, pero después cada uno tiene un nivel digital diferente en cuanto a sus habilidades o hay gente muy activa en las redes y otros que no tienen ni cuenta. Algunos no saben los peligros que conlleva dar una tableta a un niño de ocho años. En el taller, al principio los padres se autodiagnostican sobre su nivel de control y detallan la edad de sus hijos. Teniendo en cuenta esto, voy viendo. El objetivo es dar a conocer los riesgos de esas pantallas, pero también los beneficios y que los padres lleguen antes que los chavales.

Hoy en día casi todo el mundo conocerá los riesgos de un acceso temprano a Internet. ¿Qué preocupaciones son las que más le expresan?

Los padres se autodiagnostican como que no están a la altura y sienten una culpabilidad muy grande porque creen que no saben hacerlo. También les digo que no culpabilicen a las tecnológicas porque hay muchas cosas que, como adultos, debemos reconocer como cuánto tiempo dedicamos al móvil ya que los menores nos tienen de modelo. No hay una receta mágica porque cada casa es de una manera, pero casi todos los padres sienten que no están a la altura, que están en la parra, que no hacen lo que deben y que los hijos van por otro lado. La idea es contar lo que los padres no saben todavía y ponerlos a esa altura, siempre dependiendo de la edad de los hijos porque el discurso es muy diferente. Hay que ir adecuando nuestro discurso como hacemos siempre puesto que no se trata igual a un niño de dos años que a uno de 13 y con las pantallas es igual.

¿Le piden consejo sobre a qué edad el niño puede comenzar a utilizar estas pantallas?

Es una pregunta muy recurrente que está en la sociedad. Yo siempre me niego a posicionarme en la edad porque es algo muy complejo y que depende mucho del niño o la niña y de las habilidades de la familia y también para qué va a usar ese dispositivo. Nadie pregunta a qué edad hay que quitar un pañal. La cosa es ir haciendo lo de las pantallas de manera progresiva según la madurez del niño y su capacidad. Siempre que hablamos de digital lo quiero llevar a la vida real porque es lo mismo, aunque parece que al ser algo ‘online’ necesitamos nuevas instrucciones. No, nadie pregunta a qué edad debo enseñar a mi hijo a cruzar una calle. Es ir probando y si hay un error, volver atrás. También, debe haber mucho diálogo y confianza y consensuar todo el rato. Eso sí, hay cosas claras. Un niño de 12 años para qué quiere un ‘Smartphone’. No tiene sentido puesto que las redes están limitadas por edad, aunque a veces se nos olvidan estas cosas. Tampoco es lo mismo si el niño vive en una ciudad que en una zona rural. Es muy difícil poner una regla.

¿Es más peligroso el uso de las pantallas o los contenidos y mensajes que pueden ver los menores en las redes o plataformas?

Es un debate diferente. Las pantallas abarcan dispositivos como las videoconsolas o las tabletas para llamar al abuelo, pero hay que hablar tanto de contenidos como de limitar el tiempo de uso. No es una cuestión de cantidad, sino de calidad. El pacto sobre las redes debe ser dentro de cada familia y con cada hijo porque no todos son iguales. Hay que hacerlo siempre de manera gradual, acompañando. Si el niño quiere un perfil, se puede crear con los padres y se pueden limitar muchas cosas, aunque hay que formarse para ello. También se puede negociar en qué momento del día se pueden usar las redes. Cuando veamos cómo usan las redes, ahí podemos ir fomentando si les dejamos utilizarlas más o no. Hay que ver los contenidos que comparten, pero hay que estar ahí porque, de no hacerlo, ellos irán por su cuenta y, cuando lleguen, no nos vamos a enterar. Cuando empiecen con las redes, debemos revisar de vez en cuando y de manera conjunta y relajada.