La doctora en Ciencias Biológicas Antònia Maria Cirer, ayer, en la sede del Institut d’Estudis Eivissencs. | ARGUI ESCANDON

Muchos estudiantes y amantes de la naturaleza podrán utilizar desde ahora la guía científica ‘Els rèptils dels Països Catalans'. Este jueves a las 19 horas se presenta el libro en la sede del Institut d´Estudis Eivissencs (IEE). La doctora en Ciencias Biológicas, Antònia Maria Cirer (Ibiza, 1957), es una de las coautoras de este gran trabajo que ha sido coordinado por Albert Montori.

—¿Cómo surgió este interesante proyecto en el que colaboran hasta diez autores?
—Es un proyecto impulsado por una editorial catalana que ha preparado una colección a la que ha llamado ‘Maluquer', que fue un gran naturalista catalán que también visitó Ibiza y, de hecho, la primera subespecie de lagartija –la lagartija negra que habita en ses Bledes– se llama ‘Podarcis pityusensis maluquerorum'. La editorial impulsó este proyecto para crear una guía de campo tanto de la flora como de la fauna que habita en los Països Catalans. Su importancia es que por primera vez no sólo se centran en la zona peninsular donde se habla catalán, sino que incluyen las islas, lo cual es una deferencia y un respeto porque las Baleares siempre nos quedamos que no somos ni de un lado ni de otro en temas de naturalística. Aquí, la gracia es que nos incluyen en todos los trabajos. En concreto, cuando se habla de reptiles, en vez de elegir a un científico mallorquín –que sería lo fácil–, han elegido a una científica ibicenca y ello marca la importancia de nuestros reptiles, en concreto de las lagartijas. Desde fuera todos ven muy claro que los reptiles de Baleares más importantes son las lagartijas pitiusas. Todos lo tienen clarísimo, pero en Ibiza parece que están adormilados, que miran hacia otro lado, y no nos queremos dar cuenta de que estamos perdiendo un tesoro inigualable y valiosísimo.

—A través de su participación en el libro usted detalla las características de las especies que encontramos en las Pitiusas.
—Es un trabajo científico que habla de todas y cada una de las especies que encontraremos en cualquier rincón de habla catalana y servirá para el estudio de cualquier persona. Además, en la introducción se explica muy bien cómo son los reptiles y cuál es su biología y ecología. Muchas veces me he quejado en conferencias de que la gente confunde un reptil con un mamífero y, por tanto, este libro, en sus primeras 100 páginas, sirve para estudiar estas cosas y para poner ejemplos de reptiles concretos que pueden encontrarse en tu lugar de residencia porque, a veces, en los libros sobre estos temas te hablan de boas tropicales o de iguanas. También incluye un capítulo muy interesante que yo escribí sobre las especies invasoras, qué problema causan para las otras especies y para el lugar invadido. En relación a Baleares hay un cuadro que constata que la gran mayoría de especies invasoras son introducidas por el hombre, que ha tenido una gran importancia en la fauna de las islas. Por ello, cada una tiene unas condiciones faunísticas tan diferentes, aunque en Mallorca siempre lo han pasado por alto y no quieren ver que en Ibiza tenemos unas condiciones distintas porque tenemos una historia humana distinta.

—¿Las especies invasoras son un problema común en el resto de los Països Catalans?
—Es completamente diferente. En la Península siempre hay zonas de frontera para las especies y este tema de invasiones es más un asunto de confrontación de fronteras, algo que ha pasado siempre. En las islas, sin embargo, es donde se dan los problemas de invasiones propiamente dichas porque existe una barrera que es el mar y las especies no pueden solventarla a no ser que entren de manera fortuita transportadas por el hombre. Después, es el proceso de una especie nueva que llega como si fuera el ‘Desembarco de Normandía': ocupa primero una zona pequeña, se va expandiendo cuando tiene un poco de estabilidad y, si tiene éxito, registra un momento explosivo, tal como ha pasado en Ibiza con las serpientes.

—¿Y en estos lugares también hay especies en peligro de desaparecer?
—Sí, casi todos los reptiles lo sufren porque tienen unos hábitats muy limitados, muy determinados, y con muchos depredadores. Por tanto, la mayoría de lagartijas de la Península tiene problemas de supervivencia, de extinción, así como las tortugas, con poblaciones que realmente están en peligro. Lo que pasa es que las tácticas y estrategias que deben llevarse a cabo sobre la fauna salvaje son completamente diferentes a las que deben realizarse en un archipiélago, donde cada isla es un reducto concreto, individual y diferente al otro, también los islotes. Por desgracia, las autoridades baleares, aunque sean isleños, no lo tienen en cuenta. Pasan un rodillo y lo que va bien para Mallorca, va bien para Ibiza y lo que va bien para Ibiza, también lo aplicarán en Formentera.

—De hecho, la presentación del libro coincide con un duro comunicado del IEE que critica la falta de acciones contundentes por parte de la Administración para combatir las serpientes.
—Y este ha sido el gran problema: la grave miopía que tienen desde Mallorca a la hora de enfocar los problemas de Ibiza. Cada vez que debe hablarse de asuntos de medio ambiente, desde Mallorca tienen una visión completamente distorsionada. No enfocan bien y, como no lo hacen, en las Pitiusas impulsan decisiones totalmente desacertadas.

—En el comunicado reclaman cuestiones como el control de mercancías que entran por el puerto, algo que se contemplaba por ley.
—Es que no sabemos nada del tema. De hecho, el control podría hacerse también en origen o en destino. Hay diversos métodos, pero no tenemos noticias de cómo se aplica la Ley 1/2023. Cuando lo sepa, lo valoraré, pero no han informado a la ciudadanía sobre su aplicación y, cuando hemos preguntado, hay un hermetismo total. No tenemos garantías de si se está aplicando o no.

—¿Cómo se presentará esta temporada la invasión de serpientes?
—Formentera va por otro lado y todo lo que he dicho de la miopía al mirar otro territorio, debemos tenerlo muy claro al hablar de esta isla que cuenta con una estructura faunística diferente a la de Ibiza y, por ello, no entraré a valorar la situación. En Ibiza, hoy por hoy, las serpientes han llegado a todos los rincones de la isla. Pondría la mano en el fuego que si subimos a sa Talaia todavía hay lagartijas y no estoy segura de si las serpientes han llegado allí. Hay zonas de Sant Agustí o Sant Josep, la última parroquia donde han llegado, en las que podrían hacerse reductos para salvaguardar lagartijas. Si dividiéramos el territorio de Ibiza de 10 kilómetros en 10 kilómetros, todas las cuadrículas tendrían serpientes. En Ibiza, no podemos hablar de erradicarlas, pero ello no significa que debamos abandonar el trampeo.

—¿Qué pasaría si abandonamos ese trampeo masivo?
—Como hay un ‘boom' poblacional, si no ponemos trampas para lograr el efecto que realizaría un depredador natural, el desastre para el ecosistema ibicenco tendría una grandísima dimensión. Debemos procurar que el problema, aunque no lo podamos parar, venga lo más suavizado posible y debemos tratar de impedirlo. Ahora no podemos hablar de erradicar las serpientes, pero es posible que en 10 o 20 años sí podamos afrontar un programa para eliminarlas y volver a la situación previa, aunque para ello es importantísimo que preservemos lagartijas en alguna zona bien rodeada de vallas antiserpientes, como un ‘Arca de Noé'. A veces pienso en los koalas. Si no hubiera sido por zoológicos que los preservaron, la reintroducción en sus hábitats naturales no habría sido posible. Ahora las serpientes atraviesan un ‘boom' poblacional y es como intentar matar moscas a manotazos, pero este ‘boom' bajará y debemos esperar.