La teoría no es demasiado complicada. Aprender a contener las emociones negativas que implica una regañina; observar la situación con cierta distancia y respirar a fondo antes de actuar, son las bases fundamentales para conseguir educar sin gritar.
La socióloga y educadora Alba Castellví participó ayer en el ciclo La Aventura de Educar en Familia del Ayuntamiento de Santa Eulària. Con su mensaje, convenció a muchos padres interesados en saber si se puede mejorar la comunicación con sus hijos y formar en positivo, prescindiendo de determinadas actitudes como puedan ser los gritos.
Según la experta, ello se puede conseguir mediante técnicas y estrategias que ayudarán a no perder la calma. «Son cosas que los padres no tienen por qué saber sólo por el hecho de tener hijos, pero las pueden ir aprendiendo», señaló antes de impartir su esperada conferencia en Santa Eulària.
«Debemos entender que es normal que nuestros hijos traten de desobedecer puesto que les gusta hacer las cosas a su manera y no recibir más órdenes de lo habitual. El tono en el que digamos las cosas es muy importante», manifestó.
Incluso, es de lo más común que los hijos respondan más al tono del mensaje que al contenido en sí, explicó Castellví.
«Son acciones técnicas que, cuanto más usamos, mejor nos salen y llega un momento en que nos animan y las incorporamos con facilidad a nuestro día a día», aseguró.
A diferencia de las actitudes que antiguamente se veían en muchos padres a la hora de regañar a sus hijos, las familias tratan ahora de educar en positivo y desde el respeto, aunque ello no significa que se pierda autoridad. «Ésta se pierde cuando se piensa que ese respeto consiste en tolerar las acciones de los hijos que no siempre deberían ser toleradas. Hay que buscar un punto óptimo entre la educación en positivo y el respeto y la necesaria autoridad que deben mantener los padres», afirmó.
Según añadió, todas las prácticas que ayer expuso ante los asistentes perfectamente se pueden aplicar también en el mundo de la docencia o incluso entre las parejas.
Alba Castellví comentó que la educación y la comunicación entre los padres y sus hijos «va por buen camino» puesto que cada vez hay un mayor esfuerzo e interés por hacerlo mejor.
Conseguir que los menores colaboren en las tareas domésticas o que se desconecten durante un tiempo de los dispositivos electrónicos suelen ser causas de conflictos muy habituales que pueden llevar a perder la paciencia a las familias.
«Si se nos escapa un grito tampoco hay que sentirse culpable. No pasa nada porque nuestros hijos de esta manera también aprenden a afrontar situaciones de este tipo y es algo que se debe conocer para saber cómo responder ante ello. Si sucede en alguna ocasión, no debemos sentirnos culpables», concluyó.
Castellví es precisamente la autora del popular libro Educar sin gritar. Cómo decir ‘no' y resistir con serenidad, evitar repetir las cosas 50 veces o saber reaccionar ante una pataleta, centraron la charla de la experta en un Palacio de Congresos repleto de padres interesados en mejorar la educación de sus pequeños.
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