Jaime Díaz de Entresotos, durante un momento de la entrevista con ‘Periódico de Ibiza y Formentera’.  | Moisés Copa

Jaime Díaz de Entresotos (Santander, 1959) es el único conseller de Vox en el Consell d'Eivissa, además de coordinador del partido en la isla. No cumple con ninguno de los sambenitos que se le han colgado a todos los representantes de la formación liderada por Santiago Abascal a nivel nacional y, en Baleares, por Patricia de las Heras. Elegante, moderado y sensato, ha abierto en el Consell, vía moción, el melón del debate sobre el papel que han de jugar hoy los ayuntamientos en una isla en la que realmente muchos se preguntan si es necesario que existan cinco consistorios. A la vez, observa con preocupación pero desde cierta tranquilidad la crisis del partido en Baleares. Confía en la fortaleza de la estructura de la formación y tiene claro que Patricia de las Heras ha de seguir al frente de la misma.

—Ha intentado abrir usted el melón del papel de los ayuntamientos, que parece un tabú. ¿Por qué cree que sería bueno para Ibiza que estas administraciones desaparecieran?

—Sería bueno porque, a largo plazo, tenemos que tener una Administración única, eficaz, a nivel del siglo XXI, que sea capaz de resolver el conjunto de todos los problemas. Ahora el Consell está haciendo de coordinador de los ayuntamientos. La Ley de Haciendas Locales, tanto la nacional como la balear, prevé la fusión de ayuntamientos. No se trata de que desaparezcan. Hablamos de la constitución de un ayuntamiento mayor producto de la unión de varios ayuntamientos.

—¿Se han quedado obsoletos los ayuntamientos?

—Nacieron en las primeras décadas del siglo XIX. En la exposición de motivos de la primera ley de administración local, se decía que un ayuntamiento tenía que tener un tamaño suficiente como para que una persona, con los medios que había entonces, caminando o a caballo, pudiera acceder al mismo para poder resolver sus problemas y volver en el mismo día. Ya existían las parroquias y muchos ayuntamientos corresponden al área territorial de estas. Hablamos de una época que no tenía nada que ver con la nuestra. Ahora estamos en un momento en el que hay nuevas tecnologías, los transportes han cambiado radicalmente… No tiene demasiado sentido mantener cinco administraciones tan pequeñas y tan caras. La evolución lógica sería un ayuntamiento mayor. Realmente, los ayuntamientos de Ibiza ya prestan algunos servicios de forma mancomunada. Lo que se intuye es que el futuro debería ser esa unión.

—Si esto se hiciera, ¿cuáles serían los efectos más destacados?

—El más importante es que se ahorraría un 40% de los presupuestos. Actualmente, los presupuestos de los cinco ayuntamientos que existen en Ibiza suman unos 250 millones de euros. Además, se reduciría el personal amortizando plazas a medida que la gente se va jubilando. Es decir, esto necesitaría un plazo de unos 10 años para poder implantarse. No es algo que se puede hacer de la noche a la mañana ni en cinco años.

—¿Qué pasaría con ese ahorro?

—Es un dinero que se podría dedicar a otras cosas. Solo con ese ahorro, por ejemplo, podrían desaparecer los IBIs. Yo lo que propuse en el Consell es crear una comisión para estudiar esta posibilidad. Según la ley, la iniciativa debe tomarla el Govern. Lo que puede hacer un Consell, que es la entidad coordinadora de los municipios, es crear una comisión en la que se hable con todo el mundo: ayuntamientos, sindicatos, patronales, asociaciones, departamentos de Educación… Con una sola administración el foco sería toda la isla. Sería más fácil solucionar la búsqueda de suelo para centros educativos. Lo mismo sucedería con la vivienda. Se buscaría una solución conjunta y equilibrada para toda la isla. En el tema urbanístico, que tanto importa aquí, los criterios serían comunes. Ahora mismo, por ejemplo, los criterios de los ayuntamientos de Sant Josep y Sant Joan discrepan incluso en suelo urbano. Yo solo veo ventajas.

—PP y PSOE no lo ven igual.

—Es que esto, a la larga, supone una gran pérdida para los partidos políticos. No para el bienestar general, sino para los partidos. Y creo que, cuando se votó contra la moción en el Consell, fue más por intereses de partidos políticos que por interés general. Se ha perdido la oportunidad de actuar con valentía. Es verdad que hace falta mucha valentía para esto porque no es lo mismo una administración única, con un máximo de 35 concejales, que 115 concejales para repartirse en toda la isla, con todo lo que eso significa. Somos 150.000 habitantes en toda la isla. En toda España hay 19 poblaciones de este tamaño.

—Quizás temen perder financiación estatal.

—Hay una cosa interesantísima sobre esto y es que, según la legislación, si dos ayuntamientos se fusionan, en ningún caso podrá reducirse la aportación de la Administración estatal a dicho resultante, con lo que tienes garantizado que los ingresos que vendrían del Estado seguirían siendo los mismos. Y, además, tendrías ventaja con respecto a otros municipios porque se favorece la fusión. En España hay ahora mismo 8.131 términos municipales. Como máximo, debería ser una tercera parte. UPyD hizo un estudio interesantísimo sobre esta cuestión hace años. Es un informe demoledor que señala que la séptima parte del gasto público en España es de la Administración local. Imaginemos que todos los ayuntamientos se reorganizaran, que se redujeran, que lograran un 40% de ahorro…

—En la votación de esta moción, el presidente insular, Vicent Marí, se aferró al municipalismo para votar en contra. ¿Qué opina Vox del municipalismo?

—Nosotros no estamos hablando de la desaparición del municipilismo. El municipio, el Ayuntamiento, es la primera relación que tiene el ciudadano con la Administración pública. De hecho, en sociedades como la norteamericana, todo se basa en el municipalismo a través del condado. En España, la política municipal es también muy importante. Es la primera línea de choque. El municipalismo no está mal pero nosotros queremos un municipalismo a lo grande, más coherente y más acorde a los tiempos que vivimos. No se trata de cambiar el concepto. Se trata de modernidad y de adaptarse a la realidad actual. Pero, insisto, la pérdida de 115 concejales es una razón de peso para que los partidos políticos grandes tengan mucho miedo de perder esa presencia política que les interesa. De todos modos, yo creo que no dejaría de haber presencia política, lo que dejaría de haber es presencia política cobrando (risas).

—El PSOE recurrió al arraigo para votar no y usted les respondió, también al PP, con las parroquias.

—Lo que yo dije es que, realmente, en Ibiza no existe un arraigo hacia el municipio sino hacia la parroquia. No hay un municipalismo tan arraigado como para decir «somos de Sant Josep». El municipalismo político no está en la calle realmente. Esto no es grave. El arraigo está muy bien pero también existía cuando desaparecieron las matrículas de los coches con distintivo provincial. Hay arraigos que, afortunadamente, vamos superando. Lo de «la maté porque era mía» también estaba antes muy arraigado y no por eso lo vamos a defender. Hay que ser crítico con estas cosas.

—Cambiando de tercio, ¿hay posibilidad de reconducir la situación de Vox en Baleares?

—A mí me gustaría. Pero es un deseo de que esto ocurra. De todos modos, yo cada vez veo más claro que es un tema entre mallorquines. En Ibiza, Vox es un partido sólido, que está con Patricia de las Heras y en el que no existen grandes disidencias. Me parece tremendo y me ha provocado cierto dolor que personas a las que yo conozco, los díscolos, hayan tomado esta decisión. Me consta que son personas de honor. Todos los de aquí nos preguntamos por qué ha ocurrido esto.

—¿A qué se refiere cuando habla de un tema entre mallorquines?

—En algunos puntos de Mallorca, Patricia de las Heras no ha sido bien vista porque no es mallorquina y porque es ibicenca. A nosotros nos venía bien una ibicenca en la presidencia de Vox en Baleares porque nos ha ayudado a tener muchos más medios. En Ibiza estamos con Patricia de las Heras al 100%. Pero esto ha de resolverlo Madrid cuando acabe el expediente que se ha abierto a estas personas.   

—El partido a nivel nacional, ¿entiende que es necesario que su delegación en Mallorca acepte que los ibicencos también pueden dirigir una formación en Baleares?

—Yo entiendo que Madrid sí lo entiende. Aunque lo más probable es que ni se lo plantee porque es algo que no cabe en la cabeza. De las Heras fue nombrada presidenta porque, entre otras cosas, es ibicenca. Todo vino por una pequeña crisis entre dos mallorquines, Jorge Campos y Fulgencio Coll, que tuvieron unas disputas por criterios de acción política. Y esto acabó con cierta tensión. Madrid entendió que lo correcto era cortar por lo sano y nombrar a un presidente que no estuviera en ninguna de las dos partes y optaron por una persona de Ibiza. Patricia ha hecho todo su trabajo como ha podido y todo parece indicar que los díscolos no estaban de acuerdo con cómo ha actuado.

—¿Cuál cree usted que sería la solución?

—Dar un buen rapapolvo a los díscolos pero sin expulsarles del partido y dejándoles claro que en Vox hay unas jerarquías que han de respetar. Y continuar en los términos en los que se trabajaba hasta ahora. No obstante, en el peor de los casos, si son expulsados del partido, lo importante es que en el Govern está garantizada la gobernabilidad.

—¿Está garantizada?

—Yo tengo clarísimo que sí. Hay menos riesgo para el Govern y hay mucho más dolor en Vox por lo que ha ocurrido. Es decir, que esto afecta más al partido que al Govern. Además, me consta que los díscolos se mantendrán fieles al acuerdo firmado con el PP.

—Pero puede que el PP prefiera antes el apoyo de esos díscolos que el de los dos diputados de Vox.

—No es incompatible estar con los díscolos y estar con Vox. Esas personas, insisto, son de Vox porque están desde el minuto cero, son los que crearon el partido.