El calor extremo es sinónimo de insomnio. Mucha gente sufre las consecuencias del verano, cuando noche tras noche no saben si poner el aire acondicionado, dormir sin ropa o simplemente abrir las ventanas. Es la época, además, en la que menos descansamos.
Así lo asegura la neumóloga de Son Espases Mónica De la Peña, quien explica la importancia que tiene el sueño para nuestras vidas y es, precisamente, en verano cuando menos desconectamos a la hora de dormir.
«Durante el sueño pasas por dos fases, la REM y la no REM. Cuando nos acostamos, el cuerpo asume una mayor temperatura que durante el día. Así que para entrar en fase REM es fundamental disminuirla, y se consigue irrigando las zonas de las extremidades», explica así la doctora la forma en la que se puede enfriar nuestro cuerpo.
El cuerpo regulado
Asegura que sólo conseguiremos el sueño profundo si el cuerpo está regulado, ya que, de lo contrario, nos despertaremos en mitad de la noche, interrumpiendo el descanso.
«La importancia de dormir tiene un sentido vital», subraya De la Peña, quien detalla que «la falta de cantidad de horas de sueño, o la calidad de estas horas, se traduce en problemas a corto, medio y largo plazo». En cuanto a los principales síntomas por no dormir, indica que serían la somnolencia, malhumor y, lo más importante, «un riesgo importante de tener un accidente si conducimos».
A largo plazo, detalla, el riesgo pasa por acumular sustancias tóxicas o enfermedades tipo neurológicas o neurodegenerativas. «El sueño es un periodo en el que el cuerpo se regenera y ayuda a eliminar lo tóxico, tanto a nivel corporal como cerebral. Es un momento de vaciar la papelera», reflexiona De la Peña. Por su parte, el profesor en Fisiología de la UIB e investigador sobre la neurofisiología del sueño y de los ritmos biológicos, Rubén Víctor Rial, añade que el insomnio aparece para «darnos un aviso» de que algo no funciona bien, «es decir, cuando nuestro cuerpo no está descansado».
«El insomnio son molestias, no son síntomas. Por lo general, todo lo placentero alarga la vida, y lo desagradable lo que nos molesta, como es el insomnio, disminuye la supervivencia», advierte el experto. Entre las recomendaciones, la doctora Mónica De la Peña asegura una fundamental: ambientar la habitación entre 18 y 21 grados.
«Se ha demostrado que ésta es la temperatura óptima que mejora la calidad del sueño», apunta, y destaca que «los cambios muy fríos o muy calientes disminuyen el sueño total, aumentan el tiempo despiertos durante la noche e influyen en la calidad del descanso». Evitar las duchas frías también es una recomendación para conseguir dormir bien. Por otra parte, es fundamental que la humedad sea la óptima, pero no seca como provoca el aire acondicionado al bajar tanto la temperatura.
También es importante un periodo de tranquilidad, en un ambiente relajado y sin la utilización de dispositivos móviles. Las pantallas no sólo provocan dificultad para dormir debido a la luz azul, sino que además desprenden calor. A la lista de consejos se suman que no haya luz natural mientras se descansa, y por la noche intentar evitar lámparas con luz blanca y optar por lo cálido y tenue.
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