Inma Saranova es la directora ejecutiva de Ibiza Preservation, una fundación sin ánimo de lucro que promueve la conservación y la recuperación del patrimonio natural de Ibiza y Formentera y que promueve la sostenibilidad del modelo de las islas. Este año, Ibiza Preservation celebra sus primeros 15 años de recorrido con unos datos más que optimistas en la carrera de esta fundación, tal como reflejan los datos de la memoria de 2022.

¿Qué balance hace de estos primeros años 15 de vida de Ibiza Preservation?

—En cuanto a estructura, seguimos siendo una entidad modesta, ya que priorizamos la inversión de los fondos que nos llegan a la consecución de los propios proyectos. La fundación, aunque se inició en 2008, no fue una entidad jurídica hasta que se inscribió en 2015 en el registro de fundaciones. Sin embargo, se ha estado haciendo una labor muy importante desde el inicio y, en 2022, se consolidó la estructura de la fundación creando un equipo sólido y dotándonos de protocolos que nos ayudan a llevar a cabo mejor nuestro trabajo. Protocolos como un código ético o un plan de voluntariado y transparencia. También consideramos que se ha hecho un buen trabajo a la hora de consolidarnos como uno de los referentes ambientales. Tanto en Ibiza como en todas las Baleares. De hecho se han gestado fundaciones en Mallorca y Menorca a nuestra imagen y semejanza. Además, se creó otra entidad, ‘Conservation Colective', que potencia la creación y consolidación de fundaciones alrededor del mundo, en localizaciones mayoritariamente insulares y con costa cuyo modelo económico está relacionado con el turismo. Sin embargo, entre los grandes logros de los que podemos presumir, me gustaría destacar la creación de la Alianza Mar Blava y la consecución de su objetivo principal: acabar con la amenaza de las prospecciones de hidrocarburos en el Mediterráneo. Además, hemos conseguido una repercusión internacional que nos ha dado posibilidades como las de realizar un proyecto de ‘Plastic Free' con financiación del grupo Depeche Mode a través de ‘Conservation Colective'.

¿Qué conclusiones destacaría sobre la memoria de 2022 recién presentada?

—En lo que se refiere a recaudación económica, no podemos estar más contentas: Ha sido el año en el que más hemos recaudado desde la puesta en marcha de la fundación con cerca 580.000 euros. Esta recaudación la conseguimos a través de donaciones empresariales y también particulares. Sin embargo, este año hemos aumentado la recaudación por parte de la administración a través de ayudas públicas, aunque esta sigue siendo una pequeña parte de la financiación. Desde Ibiza Preservation preferimos que el grueso de nuestras aportaciones sean privadas y no entrar a competir con otras entidades más pequeñas por esos fondos. En cuanto a los logros ambientales, también estamos muy satisfechas. Se han consolidado nuestros cuatro proyectos clave: El observatorio de sostenibilidad, el proyecto de protección de la posidonia, Plastic-Free Ibiza y Formentera e Ibiza Produce. Además, a finales de 2022, lanzamos un nuevo proyecto de protección de la lagartija, ‘Protejim ses sargantanes'. Un problema urgente con el que estamos trabajando mano a mano, de manera modesta, con entidades ambientales que ya estaban trabajando en ello, a la vez que con administraciones públicas.

En la memoria aparece un mapa que refleja que solo queda el 54% de la isla sin intervenir artificialmente, ¿cómo debemos interpretar este dato?

—Este mapa es uno de los logros de esta última memoria. Es la cartografía más fiable que hay sobre el uso de cubiertas naturales y artificiales y uso del suelo. En si mismo, este dato no dice mucho si no se compara y se analiza. Nuestro equipo es limitado y hemos podido recopilar todos los datos, pero lo ideal es que la administración y otras entidades le sacaran jugo a esta información. Para ello habría que hacer una comparativa, por ejemplo, con Menorca. No solo es interesante la cantidad construida, sino también dónde se ha construido. Cuál es la ocupación urbana de nuestro litoral y compararlo con otras de las mismas características. Por eso invito a cualquier experto a que lo estudie, lo compare y que saque sus propias conclusiones, que consideren esos datos a la hora de elaborar nuevos planes generales de ordenación urbana.

En cuanto a las distintas problemáticas medioambientales de la isla, ¿cuáles considera de mayor urgencia?

—Es evidente que hay problemas urgentes para ya. Se habla de posibles cortes de agua por la sequía que pueda haber este verano, por eso es evidente que hay que actuar de manera urgente respecto al correcto uso y reutilización de aguas residuales y la maximización del alcantarillado de los municipios para dividir las aguas. Si hablamos de lo que está por venir en los próximos 15 años, hay objetivos por cumplir y en los que no se está trabajando con la suficiente urgencia. Tenemos la agenda 2030 con una serie de metas a cumplir y de las que estamos muy lejos. Hay mucho trabajo que hacer en energías renovables, por ejemplo. ¡En 2021 hubo un retroceso de producción de energías limpias!. No es que no avancemos, es que retrocedemos. Estamos en un contexto de emergencia climática en el que las administraciones tienen que asumir compromisos para la reducción de emisiones. En las Pitiusas las actividades más contaminantes son la producción de energías, hay que implementar energías limpias sin invadir suelo rústico ni perjudicar al sector primario. Por otro lado, el otro sector más contaminante en la isla es el transporte. Hay muchas cosas fácilmente mejorables a nivel terrestre. Donde la matan es en el transporte marítimo y aéreo que usan nuestros visitantes. En el marítimo se está trabajando en distintas medidas y alternativas, no así en el aéreo donde el problema es más complicado. Así que, si se quiere disminuir el impacto del transporte aéreo hay que ser valientes y buscar la fórmula para disminuir el número de vuelos que llegan a la isla.

¿Habla de decrecimiento?

—Hay que empezar a pensar en el decrecimiento como alternativa y quitarse el miedo a esta palabra. No lo decimos los ecologistas, lo dice Naciones Unidas o la Organización Mundial de Turismo o el FMI, entidades poco sospechosas de ser radicales ecologistas. Los recursos son limitados y estamos en un momento crítico en lo que se refiere a cambio climático. Antes o después el decrecimiento acabará llegando, depende de nosotros que llegue por cauces democráticos e inclusivos, que contemplen a toda la ciudadanía a la hora de ver cómo se lleva a cabo esa transición, o que sean otras entidades, sin contemplaciones a nivel democrático, quienes hagan es transición que, sí o sí, se va a hacer.

¿Qué esperan del nuevo Govern a nivel medioambiental?

—Pero nos consta, por el trabajo que hemos hecho con las administraciones y los partidos políticos, que son conscientes de la situación en la que estamos. Aunque no siempre coincidan los titulares que dan a la prensa con lo que sabemos que realmente conocen. Confío en que la gente a la que se ha votado va a ser consecuente con la necesidad de que su ciudadanía viva en un entorno como el que conocemos o mejor. Si no se cumple, la misma ciudadanía será quien lo juzgue. De momento, un voto de confianza en que van a cumplir con los compromisos que han asumido, como el del pacto del agua, que firmaron todos los partidos políticos de la isla.

¿Qué sensibilidad reciben desde el sector turístico?

—Habría que diferenciar los sectores turísticos. En cuanto al sector hotelero, estamos trabajando de involucrarlo en la iniciativa global de turismo y plástico que estamos llevando a cabo junto a Naciones Unidas. También con el proyecto de ‘Salvem Ses sargantanes' haciendo santuarios en sus instalaciones. Por lo general, tenemos que decir que están muy por la labor de contribuir en estas causas. También es verdad que muchos se han visto en la necesidad de poner urgencia en muchas medidas tras las normativas que se han implementado respecto a la circularidad o los residuos desde le Govern. Muchas veces no ha sentado bien, pero desde la fundación explicamos la necesidad de estas medidas y lo beneficioso que es para todos, también para ellos. No hay que perder de vista que el 45% de los usuarios de boocking estarían dispuestos a pagar más si se les asegura que su destino es sostenible y no lleva a cabo actividades perjudiciales para el Medio Ambiente. Llegará un momento en el que la gente no querrá ir a destinos que no se garantice un respeto medioambiental.

Habla de un turismo sostenible y eso hay quien lo considera un oxímoron.

—Cuando hablamos de una actividad económica y le ponemos la etiqueta de sostenible, no debemos pensar en el turismo que se vende como verde y que, en ocasiones, puede caer en el green washing. Nos referimos a la definición de sostenible: A la actividad económica relacionada con el turismo que garantiza que puede llevarse a cabo sin esquilmar los recursos presentes y futuros. Lo mismo para el turismo que para el resto de sectores.