«¿Estas ramas se cogen como las del Domingo de Ramos», pregunta una señora extranjera nada más entrar en la Catedral de Ibiza. Es la festividad del Corpus Christi y todo el suelo del templo está lleno de herba de Sant Ponç que desprende un magnífico aroma.
Según la versión de un asistente a la celebración, es porque antiguamente la gente no se lavaba muy a menudo y con las plantas se trataba de camuflar el mal olor corporal. Para el obispo Vicente Ribas, es tradición adornar con hierbas aromáticas el camino que recorrerá el Santísimo y, mientras en otros lugares se confeccionan alfombras de flores, en Ibiza se emplea esta hierba «que precisamente dura hasta el día del Corpus y es algo sorprendente porque, una vez que ha pasado esta fiesta, comienza a secarse», explica Ribas.
En cuestión de minutos, a esta hierba aromática se unirán los pétalos que irán lanzando las niñas y niños que acaban de recibir la primera comunión. Luciendo los mismos trajes que portaron en su gran día, algunos piden a sus madres que no les hagan más fotos mientras esperan que la misa comience. «Supongo que tengo ganas de ir en la procesión. Lo que menos me gusta es que me hagan tantas fotos», insiste Paula, de 9 años, quien recibió la primera comunión hace justo un mes.
Miguel, otro de los niños protagonistas, reconoce estar «cansado» antes de comenzar el acto religioso. Algunos feligreses comentan que vienen todos los años «para que no se pierda todo». Otros, sin embargo, reconocen que llevaban mucho tiempo sin venir, aunque echan de menos cómo se celebraba esta jornada décadas atrás. «Nadie de Ibiza ha vivido la maravilla que he vivido yo», afirma Margarita, una vecina de Sant Miquel que lleva años residiendo en Vila.
Minutos antes de comenzar la misa, el obispo asegura que «para nosotros es una fiesta muy importante que vivimos como si fuera el Jueves Santo». Destaca además que se conmemora el Día de la Caridad, jornada dedicada a Cáritas, y explica que «la vivencia de la Eucaristía nos debe llevar a la caridad».
Las cofradías de la isla tampoco faltan a la celebración, así como sus agrupaciones musicales que acompañarán el recorrido. Una vez acabada la misa y ya en procesión, la Custodia fue trasladada hasta la iglesia de Sant Telm, realizando paradas en todas las capillas que existen en el camino puesto que cada parroquia ha preparado un altar. Durante esos instantes, se dio la bendición al Santísimo.
A pesar del paso del tiempo, los niños y niñas que han recibido la comunión siguen optando en su gran mayoría por las prendas clásicas de toda la vida: vestidos voluminosos con encajes y puntillas para ellas y mucho traje con pajarita para ellos. Aunque lo más importante, sin duda, es la felicidad que transmiten a su paso por las calles de Dalt Vila.
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