Marga Prohens. | Daniel Espinosa

Traductora de profesión, la responsable del PP en Baleares y candidata a la presidencia del Govern, Marga Prohens (Campos, 1982), llega a la entrevista después de visitar Formentera para hablar del desastre del nuevo reglamento de Costas. Una situación que conoce a la perfección y contra la que lucha desde su escaño en el Congreso. Ahora se enfrenta a una campaña electoral que ya prácticamente ha comenzado y lo hace desde el convencimiento de que su partido, que ha «aprendido de los errores del pasado», tiene soluciones realistas para los problemas que afectan a los ciudadanos de las Islas. En el caso de Ibiza, tiene claro que agua, vivienda y sanidad son prioritarias. Apuesta por un cambio de relación entre el Govern y una isla que, en la última legislatura, se ha visto especialmente afectada por el «desprecio» y el «centralismo» de la presidenta Armengol.

Dicen que esta pregunta es machista pero la realidad es que usted tiene ahora un niño de nueve años, una bebé de ocho meses, es diputada en el Congreso, presidenta del PP balear y candidata a la presidencia del Govern. ¿Cómo se organiza?
—Soy todo eso, es verdad. Pero, como tantas otras mujeres, hacemos equilibrios y padecemos esto de que la corresponsabilidad queda muy bien pero es muy irreal. Gracias a Dios, puedo tirar de mi madre y mi suegra. Pero en casa mi marido y yo tenemos una organización casi germánica. Cuando hay imprevistos, como la enfermedad de uno de los niños, se te cae todo el chiringuito (risas). De todos modos, yo no pretendo ser ejemplo de nada. Hago lo mismo que la mayoría de las mujeres que hemos decidido no renunciar a nada, ni a la maternidad, ni a nuestra profesión, ni a ser esposas, ni amigas, ni a tener tiempo para nosotras. Dicen que puedes pretender llegar a todo pero que no puedes pretender ser perfecta en todo y esta frase a mí me ha cambiado. Y luego está el Club de las Malas Madres, que he tenido la suerte de conocerlas y son maravillosas. A mí estas cosas me han ayudado mucho para trabajar y eliminar el sentimiento de culpa.

Ese es terrible.
—Lo tenemos las mujeres. Yo salgo de mi casa cada día a las 06.30 horas, con mi traje y mi bolso y dentro meto un poquito de culpa porque me pierdo el festival de Navidad o porque no sé si los niños estarán bien. Esta culpa es lo que aún tenemos que superar para avanzar en la igualdad real. Y para que nuestras hijas lo tengan un poco más fácil el día de mañana.

El nuevo reglamento de Costas parece que se va a cargar buena parte de nuestros chiringuitos. ¿Tiene solución?
—Sí. Lo primero que hay que hacer es denunciarlo, meterlo en la agenda política nacional, que es lo que estoy haciendo. Lo de Formentera es dramático porque prácticamente toda la isla está afectada por este reglamento. Le hablo de chiringuitos, casas, núcleos urbanos y de una manera de vivir. Hay que abogar por un cambio en la Ley de Costas, volver a la situación anterior y, en el caso de Formentera, a la excepcionalidad que se logró en la ley de 2013. Hay que reconocer que es compatible la protección del litoral, que la queremos todos, con la actividad económica. Yo se lo he trasladado a la ministra (Teresa Ribera), que este reglamento no va de proteger el litoral sino de hacerlo incompatible. No puede ser. ¿Quién ha protegido nuestras costas durante generaciones? No han sido las administraciones públicas. Han sido familias y empresas. Y por eso Formentera tiene el entorno que tiene. Ahora, no solo no se les reconoce, sino que se pone en peligro su modo de vida, sus casas y sus negocios. Cuando yo hablo de sostenibilidad, siempre digo que ha de tener tres patas: la medioambiental, la económica y la social. Nos olvidamos de la sostenibilidad social con políticas intervencionistas. En Galicia y en Murcia están desarrollando normativa autonómica propia para proteger la actividad económica en sus costas. No hablamos de aumentar la presión sobre nuestro litoral sino de conservar lo que ya existe y forma parte de nuestra historia.

Pero hablamos de un partido, el PSOE, que ha sido capaz de echar a un centenar de familias de sus casas, en los Don Pepe, con la excusa de la sostenibilidad. Tienen ayudas para alquilar pero un futuro incierto. ¿Se puede hacer todo en nombre de la sostenibilidad?
—Es lo que le digo de la sotenibilidad social. El ecologismo de salón y de despacho se olvida de lo que hay en la calle. Hoy en Formentera ha habido varias personas que se les han caído las lágrimas cuando les explicas la situación. Es su modo de vida, el que heredaron de sus padres y abuelos y el que pretenden dejar a sus hijos. Con los Don Pepe, el Govern reconoce que ha hecho urbanismo a la carta. No olvidemos que el Consell d'Eivissa fue el primero en ayudar a los afectados. En una isla como Ibiza, donde el acceso a la vivienda es tan complicado, ¿por qué el Govern manda al peor conseller (Josep Marí Ribas Agustinet) a hacer esto? Todo esto es una muestra más de la falta de importancia que el Govern ha dado a Ibiza porque esta legislatura ha sido tremendamente centralista.

La falta de médicos en Ibiza es crítica pero el sector más radical del Govern exige que los que vengan han de hablar catalán. ¿Cómo hemos llegado a este nivel de fanatismo en Baleares?
—Lo que entristece es que llevamos varios días con esta historia del catalán cuando lo que ha pasado es que la realidad se impone a la ideología y al sectarismo. Nosotros llevamos en el programa de gobierno que el catalán sea un mérito y no un requisito. Cuando escuchas al colectivo sanitario, te dice que esto es un elemento disuasorio y una barrera. En esta comunidad no podemos permitirnos el lujo de ninguna barrera porque hay una falta de profesionales sanitarios muy preocupante. En los próximos años esto se agravará porque hay una cantidad muy importante de profesionales en edad de jubilación y el Govern tampoco se ha anticipado a esta situación. En una comunidad como la nuestra, con un nivel de vida tan alto y donde es tan difícil acceder a una vivienda, no podemos añadir otra barrera por puro sectarismo. Esto no va de amor a la lengua sino de sectarismo y el PSOE ha tenido que reconocer de facto que es una barbaridad.

¿Qué solución propone el PP para el problema de la sanidad en Ibiza?
—Nosotros proponemos que Ibiza se declare, al menos en algunas especialidades, como zona de difícil cobertura. Con esta declaración, dotas económicamente a esta zona y tienes un paraguas jurídico que te permite incrementar el salario de estas plazas y darles de unas condiciones que las hagan más atractivas. Se trata de fidelizar a los profesionales. También hay que desburocratizar la Atención Primaria. Médicos y enfermeros quieren ejercer de lo que son. Pero su trabajo ahora es poco atractivo por esta burocratización. Ellos tienen, además, que gestionar sus propias agendas. Por otro lado, ¿cómo puede ser que un enfermo de cáncer en Ibiza tenga menos posibilidades que otro en Mallorca? ¿Cómo puede ser que sea un ciudadano de segunda para este Govern? Es imprescindible arreglar esto con medidas como la revisión del complemento de insularidad. Además, hay que blindar el presupuesto de la sanidad pública, que ha de ser fuerte y eficiente. Por eso una de nuestras primeras medidas será una auditoría de la sanidad pública. ¿Por qué tenemos la Atención Primaria colapsada? ¿Por qué no hay oncología en Ibiza? ¿Por qué las listas de espera en salud mental son de cuatro y cinco meses? En definitiva, ¿por qué con una cantidad histórica de recursos la sanidad pública en Baleares ha colapsado?

Ya no se pueden escudar en la pandemia.
—La pandemia la han padecido todas las comunidades. Entonces, ¿por qué en Baleares tenemos el doble de lista de espera que en Madrid o Galicia? ¿Por qué en Ibiza el servicio con más demora es el de Traumatología? Por esta falta de equidad y por el desprecio a lo que no ha sido Mallorca. Y eso que en Mallorca no están para echar cohetes. Pero en Ibiza y Menorca hay por parte del Govern desprecio y desatención.

Francina Armengol presentó un escudo social contra la crisis pero que tiene medidas que, en el caso de Ibiza, son inaplicables. ¿Sirven para algo estas medidas?
—Cuando el escudo social es una propaganda, no solo es un engaño para los ciudadanos sino que suele ser una fuente de frustración para los más vulnerables. Ahí están las ayudas al alquiler de Agustinet, que llevan años sin pagarse. Se anuncian bonos, subvenciones… pero luego son incapaces de gestionarlo. Es un engaño masivo, como el del ingreso mínimo vital del Gobierno. La mayoría de los peticionarios se han quedado fuera y el ministro (José Luis Escrivá) decía que lo ha pedido gente que no lo necesitaba. Hay que ser serios. La política de propaganda de un relato sobre que todo está bien tiene los días contados.

Ese escudo contiene medidas como un aval hipotecario que es imposible de aplicar en Ibiza.
—Esta medida del aval la propuso el PP. Pero cuando tú no has tenido política de vivienda, acabas copiando tarde y mal. Clama al cielo que la mayoría de las viviendas de Baleares no puedan ajustarse a esta medida. En Ibiza es aún peor y hay que tener en cuenta que el conseller de Vivienda es ibicenco. Esto demuestra que el aspirante a presidir el Consell d'Eivissa tiene un desconocimiento absoluto de la realidad de la vivienda en Ibiza.

¿Y qué solución plantea usted?
—Una política de vivienda seria, que no pasa por el intervencionismo y tampoco por construir mucho más. Hay que aprovechar mejor lo que ya tenemos construido. En Baleares hay 80.000 viviendas vacías y hay que ver por qué. Nosotros llevamos en nuestro programa de gobierno el plan de alquiler seguro. Proponemos un programa en el que el propietario nos deje su piso con un precio de alquiler razonable y que el Govern le garantice el pago de las mensualidades y la recuperación de la propiedad en las mismas condiciones en las que se entregó. También tenemos una parte de incentivos fiscales para que sea atractivo alquilar. Hay que ayudar a la rehabilitación. Y hay que escuchar a los promotores, que te dicen que hay que incrementar la densidad en determinadas zonas. Hay que hacer una política de bisturí porque no es lo mismo Vila que Sant Josep o Palma.

—Con la cantidad de medios que tiene el Govern, esa política de bisturí no puede ser complicada.
—No lo es pero hay que reconocer que el liderazgo lo tiene que tener el sector privado y que el Govern lo que tiene que hacer es poner facilidades para que puedan salir más viviendas al mercado. El sector dice que si no se ponen más viviendas en el mercado, los precios no bajarán. Pero se toman medidas en sentido contrario. Esta semana el Govern ha aprobado un decretazo urbanístico que restringe mucho más el suelo y esto hará que se dispare aún más el precio de la vivienda. Y esto lo han hecho sin una contrapartida como, por ejemplo, que los locales comerciales se puedan convertir en vivienda.

Pero esto es norma en los partidos que están en el Govern. El mismo Agustinet aprobó en la legislatura 1999-2003 una moratoria urbanística que fue el germen de la burbuja inmobiliaria en Ibiza.
—Sí, esto es así. Normalmente, estas políticas intervencionistas acaban teniendo este efecto. Ahora la culpa de todo la tienen los no residentes y quieren prohibirles la compra. Algo que jurídicamente no se sostiene.

No hay apenas diferencia entre esa propuesta y lo que pide Vox de no dar ayudas a los inmigrantes ilegales.
—Totalmente de acuerdo. Además, no es que prohíbas al no residente comprar, es que le estás diciendo al ibicenco a quién puede o no vender su casa. Esto es un intervencionismo en la propiedad privada nunca visto. Y me cuesta creer que puedan aceptarlo los votantes moderados del PSOE. De todos modos, esto no va de izquierdas o derechas. Va de respetar o no la propiedad privada. Y, cuando empiezas a ceder cotas de libertad, no hay vuelta atrás. Hablamos de medidas intervencionistas, que atacan a la libertad individual y que, además, no funcionan, tal y como hemos visto en otras ciudades. Pero lo hacen para lanzar globos sonda y ganar tiempo. Cuando un Govern ha renunciado a ofrecer soluciones y busca culpables es porque se ha acabado su tiempo.

La relación del Consell d'Eivissa con el Govern no es precisamente fluida. ¿A qué achaca usted la manía que parece que nos tiene Francina Armengol?
—A las encuestas. Armengol y el PSOE han renunciado a gobernar en Ibiza. Y han confundido el partido con la institución. Cuando el Consell ha tenido que estar al lado del Govern, ha estado. Lo ha demostrado en la pandemia. Las diferencias entre partidos son sanas pero por encima de ellas está el respeto. Cada vez que viene a Ibiza la presidenta de todos, viene a criticar a la isla. Y esto es inadmisible. Yo, trabajando codo con codo con los compañeros de Ibiza, con Vicent Marí, he visto que han hecho un trabajo inmenso en la lucha contra el intrusismo. Pero hay una parte que necesita un soporte legislativo autonómico y no lo han tenido. ¿Acaso este problema no afecta al resto de islas? Sí, y es un problema gravísimo. Pero ni siquiera el Govern de Armengol ha apoyado a los que han hecho algo. Lo mismo podemos decir del decreto de turismo de excesos.

Ni siquiera han respondido a la petición de poder precintar los pisos de alquiler turístico ilegal.
—Yo quiero ser presidenta del Govern y tengo claro que cada isla es diferente. Pero también tengo claro que he de apoyar a los consells y a los ciudadanos. Los consells son los que mejor conocen la realidad de cada territorio. Para mí, la gestión de Vicent Marí es un ejemplo de lo que quiero hacer en el Govern en cuestiones como la lucha contra el intrusismo y el turismo ilegal. Y voy a apoyar lo que se haga desde Ibiza. También quiero destacar lo que ha hecho el PP del Consell con la desburocratización de la Administración. Pero el Consell llega a donde llega y uno de los cuellos de botella en este sentido está en el Govern. Yo quiero hacer una ley que dé seguridad jurídica a los ayuntamientos y a los consells, pero también a los particulares, que se sienten cada vez más indefensos ante una Administración mucho más poderosa.

En Ibiza tenemos una depuradora a punto de reventar, un tanque de tormentas que explotó en julio de 2022 y que aún no ha sido reparado, inundaciones… ¿Qué hemos hecho para merecer esta política que ya no sabemos como llamar?
—Es una política de infierno fecal. Para mí la política del agua es prioritaria. Tenemos unas infraestructuras obsoletas. Si una falla, de nada servirá que tengas el mejor paseo marítimo del mundo o la mejor campaña de promoción turística. Esta situación es una muestra de la hipocresía verde del Govern. Persiguen a los que tienen piscinas porque son los culpables de todo, exigen a los ayuntamientos que se preparen por la sequía, pero seguimos perdiendo más de un 30% de agua en la red pública, no se ayuda a los consistorios a solucionar este problema, no se invierte en depuración… Y hemos tenido más recursos que nunca. Yo le propuse a Armengol destinar todo lo recaudado con la ecotasa al agua y recurrir a los fondos europeos. Pero de los fondos europeos nadie sabe absolutamente nada. ¿Qué haremos? Nosotros queremos crear un fondo específico para agua nutrido de ecotasa, fondos europeos y presupuestos de la comunidad. Pero esto es algo que debe empezar el primer día.

La masificación turística está ahí. ¿Qué medidas cree que deben adoptarse?
—Anticiparse y gestionarla. ¿Cómo se ha anticipado el Govern a la temporada? ¿Qué inversión ha hecho en transporte, vivienda, desestacionalización, oferta cultural? Hay una serie de políticas que se preparan en invierno. A la saturación se une la falta de profesionales que es una de las grandes preocupaciones del sector. Por mucho que niegues un problema, no deja de existir. Así que tienes que anticiparte, gestionar y hacer una oferta de calidad. El discurso de la izquierda de cambiar de modelo es engañar a los ciudadanos. La turística es nuestra industria, que tiene unas externalidades negativas que debe paliar la Administración. Hay que encontrar el equilibrio entre nuestro motor económico y el bienestar de los ciudadanos. Hay que reconocer que hay un problema de saturación y que hay que regular. El Consell d'Eivissa ha hecho una medida valiente con la regulación de los coches de alquiler. Y lo ha hecho sin ruido. Ahora los consells de Mallorca y Menorca lo copian y anuncian que lo harán pero sin hablar con el sector, sin tener estudios propios y sin reconocer que lo que necesita Ibiza no es lo que necesitan las otras islas. Es lo que le decía de copiar tarde y mal. Pero nosotros no estamos cerrados a ningún debate.

¿Puede la tecnología ayudar en este problema?
—Por supuesto. La tecnología para el control de los flujos turísticos está desarrollada. Es tecnología para saber qué puntos están saturados y lo que hay que hacer para descongestionar. La innovación en el sector turístico es espectacular y no se está utilizando. Yo quiero que Baleares sean motor turístico pero también referente en innovación turística para el resto de España. Existe la tecnología, existe el know-how y lo que tiene que hacer el Govern es promoverlo.

Si el PP vuelve a gobernar, ¿cuál será su política lingüística?
—Yo siempre he dicho que no haré de la lengua confrontación política. La lengua no entiende de ideología. Es una suerte que tengamos una comunidad bilingüe. Yo hablo cuatro idiomas y me encantaría hablar ocho. Pero hay que hacer normal en la Administración publica lo que es normal en la calle. Nosotros intentamos un pacto para la ley educativa en este aspecto y nos engañaron. Yo creo que cada centro y cada zona tienen su propia idiosincrasia y ahí también hay que hacer política de bisturí. Al acabar la etapa obligatoria, los alumnos han de dominar a la perfección las dos lenguas. En unas zonas hará falta reforzar una lengua y en otras la otra. Pero aquí aún tenemos en la mesa de debate cómo introducimos el inglés. En definitiva, nosotros hemos aprendido de los errores del pasado y creemos que hace falta mucho diálogo con el sector educativo. Y, en cuanto a la Administración pública, creo que es tan fácil como responder al ciudadano en la lengua que escoja.

Para acabar, si lo necesita, ¿pactará usted con Vox para gobernar?
—Nosotros hemos dedicado muchas horas a hacer nuestro programa. Tenemos los equipos prácticamente formados para gobernar. Estamos muy ilusionados para entrar y empezar a transformar las cosas. Por eso pido una mayoría amplia que permita aplicar nuestro programa en solitario. A diferencia de Armengol, que manda a su peor conseller como candidato en Ibiza, yo tengo a los mejores hombres y mujeres en mi equipo. Y no miro cuotas ni lugares de procedencia. Aquí vamos a necesitar a los mejores. Así que, si gano las elecciones, cosa que nadie duda que sucederá, existe la posibilidad de gobernar en solitario y de aplicar la totalidad de nuestro programa de gobierno. Me parece absurdo hacer ahora mismo cambalaches.